03 junio 2006

Mundial 2006: Cartas de poder

Si el mundial se jugara con “cartas de poder”, Ucrania tendría buenas chances de avanzar de ronda. La presencia de la pincesa Leia en la política ucraniana indica que si uno de los rubros del hipotético juego fuera el sex appeal de los mandatarios, nadie podría contra una selección capitaneada por Yulia Tymoshenko. Uliya, como le dicen cariñosamente, es conocida por haber sido una de las artífices de la llamada “revolución naranja”, que se propone limar las raíces rusófilas del país y sintonizar con la Europa comunitaria.

La dificultad para Yulia radica en que la voz Ucrania significa “el lugar del terruño”, patria, confín. La difícil traducción que tienen los nombres cuyo nacimiento se remonta hasta una época en la que se hablaba un idioma similar pero no idéntico a las lenguas eslavas actuales, no impide que la propia denominación del país le recuerde a Yulia que la vinculación con “la madre Rusia” no es de ahora. Viene de mucho más lejos que el precario matrimonio poligámico de Moscú con las varias repúblicas soviéticas.

Ucrania es para los rusos “el lugar del terruño”, y en efecto, la Rusia de Kiev es una de las variantes más antiguas que dieron forma a la pluralidad de la identidad rusa (aquella fórmula que refería al soberano moscovita como “zar de todas las Rusias” no se debía a ninguna esquizofrenia monárquica). Situada entre Polonia y Rusia, lo que equivale a decir entre Europa y “lo otro”, la dualidad de la identidad ucraniana es riquísima en matices, a pesar de las caricaturas rioplatenses de la peluquería de Don Mateo.

Cuando salten a la canchan los once de Kiev, no sólo harán sufrir a Uliya durante noventa minutos, sino que serán un adecuado recordatorio de lo ocurrido con una de las formaciones del Dinamo de Kiev de mitad del siglo pasado, único equipo fusilado en masa por los nazis por negarse a perder un partido de fútbol ante los players del führer. Este mundial hubiera sido una buena ocasión para que su memoria recibiera un justo homenaje, con la presencia de la inminente primera ministra en las tribunas, quien sin duda daría que hablar con su peinado inspirado en la Guerra de las Galaxias.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en junio de 2006)

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01 junio 2006

Mundial 2006: Lejos de Bora

Los tiempos de Italia 90 en que los ágiles de Costa Rica asombraban al mundo parecen ser tiempos idos. Esta selección está más a la altura de sus modestos antecedentes pre-Bora Milutinovic, cuando los encuentros con El Salvador y Honduras eran siempre parejos y apenas podía darse el lujo de facturar goleadas abultadas sobre los nicaragüenses, amparándose en que la larga tradición anti-imperialista de Nicaragua la llevó a adoptar el béisbol como deporte nacional, en lugar del fútbol que intentaban imponer los ingleses desde su dominio en la zona Caribe.

Aunque a Costa Rica le guste sentirse excepcional en la región centroamericana, algo así como el vecino rico del barrio, y haga gala de una larga tradición democrática, ticos y nicas comparten más de lo que la élite costarricense parece estar dispuesta a reconocer. De hecho el deportista tico más exitoso de todos los tiempos es una mujer nacida en Nicaragua. Mejor dicho dos. Las hermanas Claudia y Silvia Poll, de una familia alemana de Managua, le dieron medallas a su país adoptivo en tres juegos olímpicos.

En el rubro de los deportistas oriundos de allende el río San Juan, río de riberas selváticas que marca la disputada frontera entre ambos países, no deja de ser significativo que en Estelí (bastión sandinista del norte de Nicaragua, único sitio donde el fútbol tiene más arraigo que el béisbol, lo que puede ser visto como una suerte de meta-antimperialismo surgido cuando estadounidenses sustituyen a británicos como potencia neocolonial) haya circulado el rumor, a fines de los noventa, de que el astro del balompié tico, Paul Wanchope, era originario de la Costa Atlántica de Nicaragua. Eso no era cierto, así como tampoco es cierto (¿o sí?) que Ruben Darío haya nacido en Honduras. Sin embargo el rumor es verosímil, debido a la numerosa inmigración nicaragüense en Costa Rica y, sobre todo, a la fuerte similitud cultural de los habitantes de las costas que ambos países tienen sobre el Caribe. Pero sobre todo, un rumor verosímil porque conectaba con una peculiaridad del imaginario centroamericano de raíz prehispánica: todo rostro puede ser una máscara.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en junio de 2006)

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31 mayo 2006

Divina Comedia

Algunos italianos no estarán pendientes de la fase final de la copa del mundo. Tendrán cosas más importantes que hacer. El 19, 24 y 28 de junio se realiza en Florencia el campeonato de calcio in costume. Ataviados con unos ridículos pescadores a rayas, los cuatro equipos de veintisiete jugadores cada uno disputan un juego con menos reglas que el fútbol australiano. Con los pies, con las manos, a piñazos. Cualquier método es bueno para ganar el premio (una vaca viva), practicar esta tradición y defender el honor del rione. Es curioso que los florentinos tengan una palabra especial para llamar al barrio, ya que no deberían preocuparse de tener dialecto. Antes del Renacimiento no había lengua italiana. Todo eran dialectos. El poder político de esa ciudad toscana y la influencia de la Divina Comedia, de Dante, hicieron que el florentino se convirtiera, poco a poco y con algunos cambios, en el idioma que hoy conocemos como italiano.

Italia es un país en permanente lucha interior entre las identidades locales y el intento por construir la unidad nacional. En pleno mundial, el 24 de junio, los calciatori florentinos tendrán otro motivo de distracción además de sufrir por la azzurra. Ese día se celebra un referéndum para redefinir la estructura del país. Unitario o Federal. La derecha prefiere esta última opción. La centroizquierda dice que esa forma de federalismo sería catastrófica para las regiones pobres. Las diferencias entre el norte y el sur son notorias. En Milán, por ejemplo, las vidrieras deberían estar adentro de una bóveda blindada y los clientes observar a través de una mirilla los zapatos de cinco mil euros el par.

Pero la verdadera riqueza del país es otra. Cuatro de cada diez “obras de arte” que hay en el mundo están en Italia. Desde ciudades que son en sí mismas un museo, como Venecia, hasta manuscritos ilustrados a mano en la Edad Media. La belleza es un contexto imprescindible para un pueblo que sufre el fútbol con el mismo exceso espiritual con el que los personajes de las óperas mueren de celos o conspiran contra la monarquía. Compone Puccini, el duetto lo hacen Del Piero y Totti (¿por qué no pueden jugar juntos, dottore?).

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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20 mayo 2006

Presos de una pasión

Bengala Occidental es un estado de la India donde recientemente el Partido Comunista obtuvo el gobierno estadual por séptima vez consecutiva. Hicieron méritos suficientes, a juzgar por una información que circuló durante el mundial de Corea-Japón. Para esa ocasión, en las cárceles de la India bolchevique se colocaron televisores para que los presos pudieran ver el mundial, a pesar de que el deporte nacional indio es el críquet.

Aquella medida de los bengalíes fue una verdadera política preventiva, a juzgar por las recientes rebeliones carcelarias en el estado brasileño de San Pablo: se especula que una de las razones del descontento de la narcomafia paulista por el traslado de sus líderes a una cárcel de máxima seguridad fue la inexistencia de televisores en su nuevo alojamiento. La especulación ganó en verosimilitud debido al ingreso a las cárceles de 60 aparatos de tv luego que las autoridades retomaran el control. El gobernador negó el rumor de que se trate de televisores con pantalla de plasma.

De este lado de la frontera es habitual pensar a Brasil en términos de los tres días de carnaval, la bolsa paulista, los músicos bahianos, las desigualdades sociales y el jogo bonito. Pero Brasil es mucho más que el azar que hizo que Branco y Ronaldinho fueran lanzados por la cigüeña unos kilómetros más al norte de lo que marcaba el plan de vuelo original. No es, en extensión territorial, o mais grande do mundo, pero está en quinto puesto. Tiene el primer lugar, eso sí, en cantidad de descendientes de italianos (25 millones) y de japoneses viviendo fuera de Japón (un millón y medio). En el océano demográfico de 185 millones de personas eso puede parecer poco, pero un uruguayo que quiera practicar alemán puede cruzar la línea limítrofe y encontrará un millón y medio de brasileños hablando la lengua de sus ancestros germanos. Brasil fabrica submarinos, tanques de guerra, tiene más cabezas de ganado que gente, es autosuficiente en materia de petróleo y acaba de pagar diez millones de dólares por tener -durante diez días- su propio astronauta en el espacio. También tuvo en las canchas a Garrincha y a Sócrates.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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13 mayo 2006

Casacas rojas

No importa demasiado que historiadores revisionistas reclamen para la dinastía Han el invento de algo parecido a lo que conocemos como fútbol. Es muy lejano aquel tiempo (siglo II a.C.), muy lejano el lugar (China) y ridículo suena el nombre del pretendido deporte: tsu-chu. Si se trata de establecer un punto de partida sensato, sólo Inglaterra puede presentarse como el origen de este desborde que paralizará el mundo dentro de pocos días.

Un fenómeno cultural que por su combinatoria de adrenalina, mala leche y refinamiento estético sólo es comparable al que ocurrió en Italia el 9 de junio de 1311, exactamente 695 años antes del partido inaugural del Mundial, cuando la ciudad de Siena acompañó en masa a su estrella local, el pintor Duccio de Buoninsegna, a depositar en el altar mayor de la catedral el enorme cuadro de la Virgen en Majestad. Así como el gol de Maradona a los ingleses sigue siendo una obra maestra, la Majestad de Duccio es uno de los destellos más brillantes que produjeron los sieneses. La pasión de aquel 1311 se sostenía en la conciencia de estar presenciando un momento estético único, pero también en la mala leche de tribuna, ya que con esa obra le daban la vuelta en la cara a su tradicional rival: Florencia. Allá los florentinos y su renovación del arte, los sieneses demostraban, gracias a Duccio, que apegados a la tradición de raíz bizantina (equivalente pictórico de los punteros bien abiertos y el centro atrás) podían producir más belleza que la ciudad vecina (que pronto tendría a Giotto y Brunelleschi como laterales volantes para taparle la boca, a su vez, a Siena).

Más allá de todo eso, el fútbol es esa forma del arte nacida en Inglaterra en el siglo XIX. Hoy Inglaterra es el país más populoso de Gran Bretaña (mapa que integra junto a Escocia y Gales). Cuando a Gran Bretaña se le suma Irlanda del Norte, juntos componen el Reino Unido. Pero la camiseta que estará en la cancha en Alemania es la roja casaca inglesa, para envidia de los irlandeses y sus patéticos partidos amistosos, y también de los escoceses, que tendrán que mirar en la tele cómo los jueces benefician a otro expulsando a un lateral a poco de empezado el partido.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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Patria de cemento

En 1976 se realizó en Uruguay el Mundial de Fútbol Universitario. Eran años duros para el país, por lo que ese evento deportivo casi podría ser visto como una puesta en escena escapista, casi tan incómoda como lo sería luego la Copa de Oro de 1980 (la que al menos dejó como herencia el ejemplo de la dignidad de Dante Iocco negándose a formar parte del comité organizador, aunque eso significara arriesgar que los laureles quedaran en la vitrina de su tradicional rival, ya que Washington Cataldi, presidente de Peñarol, fue el elegido por los militares para ser la cara visible de ese torneo en tiempos de dictadura).

Pero todavía es 1976, está lloviendo y la pelota chapotea en el tantas veces inundado estadio del Atenas de San Carlos. En la cancha está el equipo que no ganó un solo partido en ese mundial universitario: Irán. Con camiseta verde y pantalón blanco, esos chiquilines de barba bien cuidada eran un verdadero desastre. Apenas el golero, espigado estudiante de medicina, los salvaba con sus estiradas de recibir goleadas históricas. Así pudieron transitar con cierta decencia por los tres partidos de la serie y volver a Teherán después de haberse calado de frío en el junio fernandino. Habrá que cotejar con inútiles estadísticas si alguna vez otro equipo iraní visitó tierras orientales.

En todo caso, aquél Irán ya no existe. Las monedas todavía tenían el rostro del Shah Reza Phalevi, un monarca grato a Estados Unidos, y la prensa todavía podía decirles persas sin que el anacrónico gentilicio rechinara demasiado. El Irán que se presentará en Alemania 2006 será otro Irán, por más que también ahora exista el riesgo de que terminen sin ganar ningún partido de la serie, como ocurrió con aquellos universitarios de hace 30 años. Este Irán, autodenominado República Islámica, es el nacido del integrismo teocrático del ayatollah Khomeini tres años después de aquél Mundial Universitario. ¿Alguno de los players del 76 habrá estado en la toma de la embajada de Estados Unidos que desató la crisis de los rehenes y le hizo perder la reelección a Jimmy Carter?. En Alemania serán casi locatarios, con cientos de inmigrantes en la tribuna, esa efímera patria de cemento

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diariaen mayo de 2006)

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Estrellas negras

La delegación de Ghana desembarcó en territorio europeo a menos de un mes del inicio de la Copa del Mundo. Uno de los integrantes, entrevistado por la prensa española, definió su situación como “una lotería” y manifestó preocupación por la actuación de los jueces.

El desembarco fue, literalmente, un desembarco. La delegación no fue exactamente oficial, sino que llegó sin pasar por migraciones. Cuando el joven ghanés hablaba de lotería se refería a la patera: “mi hermano vino después y murió en el viaje”. En su situación se entiende que le preocupen los jueces, pero no los de fútbol. Su abogada tuvo que presentar una solicitud urgente de residencia para tener “la posibilidad de recurrir y de pelearla delante de un juez".

La realidad de los inmigrantes subsaharianos es uno de los temas de actualidad en España, y en las costas de Canarias “la quinta del Buitre” no refiere precisamente a Butragueño. Los jóvenes de Ghana que intentan hacer el peligroso cruce, y que muchas veces dejan la vida para escapar de la pobreza de la que en los años sesenta era considerada “la estrella del África negra”, mirarán de reojo el televisor para seguir los partidos de su selección en Alemania. Lo curioso del testimonio recogido por el colega español, es que el entrevistado se apellida Asante. Ese nombre refiere a un imperio africano del siglo XVI. Un imperio de sólida economía y fuertes instituciones de gobierno que centrado en el grupo étnico asante ocupaba todo el territorio de la Ghana actual y parte de lo que hoy se conoce como Costa de Marfil.

Mucho tiempo ha transcurrido entre aquel esplendor y estas pateras. En el camino quedó una historia moderna que llegó a ser esperanzadora (en el siglo XX Ghana fue el primer país del África subsahariana en obtener su independencia) y cuya economía (rica en oro y en productos vegetales exportables) permitía imaginar una mejor suerte para un lugar cuya diversidad humana es tan amplia que dentro de sus fronteras se hablan 79 idiomas diferentes. A su equipo de fútbol le dicen las estrellas negras. Hay un dejo de ironía en que ya nadie se acuerde que es el mismo nombre que tenía aquel proceso político y social nacido con la independencia, en el lejanísimo 1957.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diariaen mayo de 2006)

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Tierra de valientes

Afirmar seriamente, cuando se tienen cinco años de vida, que su equipo no es el propio sino una lejana selección polaca, puede ser traumático en un pequeño pueblo de provincia. No tanto como para sufrir el aislamiento social, pero sí lo suficiente como para que se pierda el apoyo familiar en la tarea de completar el álbum de Alemania 74.

Por alguna razón la roja Polonia siempre fue una especie de patria espiritual para gentes muy diversas y por razones también distintas. Estaban los parisinos de salón desfalleciendo de polonidad gracias a la música de Chopin. O el incomprendido Napoleón Bonaparte que se sentía atraído por razones más terrenales como eran los encantos de la condesa Walewska, dispuesta a ingresar en la recámara imperial a cambio de que Bonaparte les legara una Polonia libre en su camino hacia Rusia. De una u otra forma los polacos siempre fueron un pueblo de pelea y siempre, incluso en el fútbol, estuvieron atados a un destino trágico. Más cerca en el tiempo, la rebelión del gueto de Varsovia le enseñó a los nazis lo cara que venden su vida los valientes. O la propia lucha de la resistencia, con todos sus claroscuros, incluyendo la vergonzosa actitud de los mandos del Ejército Rojo (única mancha en su campaña de la Segunda Guerra) que no entró a liberar Varsovia hasta que los nazis sofocaron un alzamiento que estaba siendo conducido por los monárquicos.

Uno de los ejemplos más recientes de este sino lo mostró, hace poco, Televisión Española, en un documental sobre qué había sido de los líderes sindicales de Solidaridad que en 1980 se enfrentaron al régimen autoritario desde una huelga en los astilleros de Gdansk. Más allá del célebre Lech Walesa, exitoso Premio Nóbel de la Paz y fracasado político, el programa de TVE mostraba que aquellos viejos sindicalistas, a los que el gobierno autoritario no había logrado despedir, estaban ahora desempleados, ya que la democracia (que ellos habían ayudado a conquistar) trajo también la privatización de los astilleros con sus habituales coletazos de reducción de personal. Ni los rezos de Woytila ni la pegada de Lato pudieron ayudarlos.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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Fractura expuesta

El técnico de Serbia y Montenegro, Ilija Petkovic nació en Croacia. Pero es probable que no le guste ser presentado como croata. Ocurre que Petkovic es originario de Knin. Cuando en 1991 los croatas declararon su independencia de Yugoslavia y modificaron la constitución, eliminando algunos derechos de la minoría serbia que quedó viviendo dentro de los límites del nuevo país, éstos se rebelaron formando la República Serbia de la Krajina, con capital en Knin (recuperada por Croacia en 1995). Históricamente la Krajina era la frontera entre Europa y los turcos otomanos, y ahí vivían con sus familias destacamentos serbios al servicio del Imperio Austríaco. Por eso Petkovic ha de sentirse más cómodo si se lo considera serbocroata, o serbio, a secas.

En todo caso no es un serbomontenegrino. Ese efímero y artificial gentilicio que se deriva del país mundialista llamado Serbia y Montenegro, comenzó a perder sentido este domingo. En un referéndum la mitad de la población de Montenegro votó por separarse de Serbia (ver página 9), lo que genera una situación curiosa a las puertas del mundial. De cualquier forma que evolucione este diferendo político, Serbia, con capital en Belgrado, seguirá el camino FIFA en tanto que Montenegro, con capital en Podgorica, será quien deba empezar de cero. Así ocurrió durante la partición de Yugoslavia. El que pide el divorcio es el que pierde los derechos de la trayectoria previa. Por eso la actuación de Yugoslavia en los mundiales anteriores está en el morral de Serbia y no se dividió, por ejemplo, en cinco partes para contemplar el aporte que Croacia, Bosnia, Eslovenia y Macedonia habían hecho a la selección que partía del aeropuerto de Belgrado rumbo a las competiciones internacionales.

Si se confirma el divorcio el tema no entraría a Naciones Unidas antes de setiembre, por lo que los montenegrinos seguirían como siameses de los serbios durante toda la copa del Mundo. El país balcánico, a efectos de Alemania 2006, seguiría conservando los cien mil kilómetros cuadrados y los diez millones de habitantes. Desde ayer, sin embargo, debe recordarse que 13.812 kilómetros cuadrados y 650 mil personas pertenecen a Montenegro.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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Viejo siglo

Existe un único tema universal y es el fútbol. “Francis está emparentado con una vieja familia real de Togo”, comenta el peruano, amparado en el anonimato que le da compartir con su interlocutor el idioma español. En la mesa la única forma de comunicarse con las otras siete personas es en inglés. Mientras se habla de trabajo todos guardan una cierta distancia, como si el nudo de la corbata les apretara demasiado el cuello. A la hora del café, sin embargo, el ucraniano, desinhibido como todo gordo que no tiene complejos de su talla, bromea diciendo que su amistad con Francis termina cuando empiece el mundial. La conversación se hace, por fin, distendida. Solamente el uruguayo parece encontrarse a disgusto. Preferiría hablar de criquet o de salto con garrocha. Lo único que atina a decir es un pedido: “si se cruzan con Australia, por favor, duro con ellos”.
Togo no es un lugar exótico. En realidad no hay lugar menos exótico para los togoleños. Si para los uruguayos es un sitio “raro” lo es solamente por culpa de la monotonía del menú informativo que se construye desde los medios. En este mundial, sin embargo, abundarán las referencias al supuesto exotismo de este país africano, escondiendo detrás del comentario botijeador la falta de imaginación de los publicitarios o la envidia porque su selección esté en el sitio que los dioses deberían habernos reservado. O los dioses se distraen (ya ocurrió en Troya) o el cacareado carácter laico de los uruguayos dejó resentidas a las deidades, sin que la exhibición a último momento de la estatua del Papa haya podido congraciar a las partes. Francis intenta un comentario consuelo hablando de las viejas glorias del fútbol uruguayo, que conoce bastante bien, y el peruano aporta sus datos. Sólo el ucraniano sigue matándose de la risa. Parece querer decir con sus ojos chispeantes (prueba de por qué la botella de vino desapareció tan pronto) que todo tiempo pasado fue peor y que lo que importa está por verse. Tal vez Togo no pase la serie (habrá que esperar su cruce con Corea), pero en su alargado mapa que empieza donde termina Ghana, tres veces y medio más chico que Uruguay, ya se están encendiendo los televisores.


(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diariaen mayo de 2006)

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Guerreros homéricos

El hotel está pensado para alojar congresos. Lejos del centro de la ciudad para que ningún participante se evada en medio de una sesión soporífera, y de espaldas al Caribe, para que tampoco exista la tentación de haraganear en alguna de las terrazas. La solución que encontraron fue construirlo enfrente al estadio de fútbol. Lejos de todo. Sin embargo el viajero agradece la oportunidad de estar frente a este lugar sagrado y arriesga el pellejo cruzando la autopista para ver más de cerca las gradas de hormigón.

A través del espacio hueco que hay entre fila y fila se puede apreciar parte del césped. En lo que parece ser la tribuna principal, a juzgar por las cabinas de transmisión, un letrero pintado en letras desproporcionadamente grandes confirma que ese es el santuario de los warriors, como llaman a su selección. Ahí empezó a tejerse la leyenda. Trinidad y Tobago clasificó al mundial de Alemania después de un repechaje con Bahrein, en el que empataron de locatarios y metieron un par de goles de visitantes sin pensar en otra cosa que no fuera su ambición de estar en Alemania.

Si se camina unos dos kilómetros rumbo a, digamos, Canadá, se llega a una especie de centro comercial. Ninguna tienda vende camisetas de los warriors, de un diseño rojo con negro, estupendo, como hubiera sido la camiseta de los muralistas mexicanos en un mano a mano imaginario contra los cubistas europeos, estos últimos, sin duda, de azul, en honor al Tola Picasso.

Pero lo que sí puede encontrarse es café, ron, té de mango, y una excelente biografía de Derek Walcott, el mejor poeta vivo de habla inglesa, que nació en la minúscula isla de Santa Lucía pero hizo buena parte de su carrera literaria en Port of Spain, la capital de Trinidad. Ganador del Premio Nóbel en 1992, traslada en más de 300 páginas la mitología griega a un ambiente caribeño. El libro se llama Omeros y ahí dice Walcott: “...desde que los hombres ambicionaron la fama como centauros, o con los pies ...como en tu época, Omeros, como las islas y los hombres, así también nosotros y nuestros juegos. Esto era a espaldas de Helena...A sus espaldas, los futbolistas remataban de cabeza el mundo”. Amén.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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Nedved y Kafka

La plaza de la ciudad vieja contiene varios de los lugares más emblemáticos de Praga. El monumento a Jan Hus, predicador protestante quemado por hereje y devenido símbolo nacional checo; el reloj astronómico que deja a los turistas con la boca abierta; la iglesia de Tyn con su aspecto de Ciudad Gótica; la esquina en la que estaba la tienda del padre de Kafka.

Nada de eso le importaba a los cientos de personas que se habían congregado en el lugar para seguir la final del mundo en una pantalla gigante. Era la final soñada. Dos países que habían sido hasta hacía poco un mismo país, la República Checa y Eslovaquia, se enfrentaban en un clásico que además de la vieja rivalidad escondía un secreto motivo de orgullo: ganara quien ganara, la ex Checoslovaquia estaba demostrando que los de afuera eran de palo. Ganó República Checa, por lo que la fiesta del 2000 en Praga, generosamente regada con las cervezas de Bohemia, resultó completa. El deporte que los convocaba era el hockey sobre hielo. En fútbol no son tan buenos.

Con una de las ciudades más hermosas del mundo como capital, los checos han sido siempre los cultos y pacíficos de Europa del Este. Demasiado pacíficos, dirían los polacos. Diez millones de personas se apretan en un mapa que no llega a la mitad del tamaño de Uruguay. Suficiente lugar, sin embargo, para que quepa el escritor europeo más importante del siglo pasado, Franz Kafka (atormentado abogado que escribía en alemán), y algunas otras voces originales como Karel Chapek (inventor del término robot) o Milan Kundera.

Sus raíces medievales están demasiado teñidas por la leyenda, pero luego su pertenencia al Imperio Austrohúngaro la devolvió al terreno de la historia. La Primera Guerra le trajo la independencia con el nombre de Checoslovaquia. En 1968 fue protagonista del experimento de “socialismo de rostro humano” conocido como Primavera de Praga, aplastado por una invasión soviética. En 1989 un movimiento cívico no violento, la Revolución de Terciopelo, terminó con su pertenencia al campo socialista. En Alemania 2006 debuta el 12 de junio contra Estados Unidos. Pavel Nedved le cuidará la espalda.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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