13 mayo 2006

Casacas rojas

No importa demasiado que historiadores revisionistas reclamen para la dinastía Han el invento de algo parecido a lo que conocemos como fútbol. Es muy lejano aquel tiempo (siglo II a.C.), muy lejano el lugar (China) y ridículo suena el nombre del pretendido deporte: tsu-chu. Si se trata de establecer un punto de partida sensato, sólo Inglaterra puede presentarse como el origen de este desborde que paralizará el mundo dentro de pocos días.

Un fenómeno cultural que por su combinatoria de adrenalina, mala leche y refinamiento estético sólo es comparable al que ocurrió en Italia el 9 de junio de 1311, exactamente 695 años antes del partido inaugural del Mundial, cuando la ciudad de Siena acompañó en masa a su estrella local, el pintor Duccio de Buoninsegna, a depositar en el altar mayor de la catedral el enorme cuadro de la Virgen en Majestad. Así como el gol de Maradona a los ingleses sigue siendo una obra maestra, la Majestad de Duccio es uno de los destellos más brillantes que produjeron los sieneses. La pasión de aquel 1311 se sostenía en la conciencia de estar presenciando un momento estético único, pero también en la mala leche de tribuna, ya que con esa obra le daban la vuelta en la cara a su tradicional rival: Florencia. Allá los florentinos y su renovación del arte, los sieneses demostraban, gracias a Duccio, que apegados a la tradición de raíz bizantina (equivalente pictórico de los punteros bien abiertos y el centro atrás) podían producir más belleza que la ciudad vecina (que pronto tendría a Giotto y Brunelleschi como laterales volantes para taparle la boca, a su vez, a Siena).

Más allá de todo eso, el fútbol es esa forma del arte nacida en Inglaterra en el siglo XIX. Hoy Inglaterra es el país más populoso de Gran Bretaña (mapa que integra junto a Escocia y Gales). Cuando a Gran Bretaña se le suma Irlanda del Norte, juntos componen el Reino Unido. Pero la camiseta que estará en la cancha en Alemania es la roja casaca inglesa, para envidia de los irlandeses y sus patéticos partidos amistosos, y también de los escoceses, que tendrán que mirar en la tele cómo los jueces benefician a otro expulsando a un lateral a poco de empezado el partido.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)

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