Mundial 2006: Cartas de poder
Si el mundial se jugara con “cartas de poder”, Ucrania tendría buenas chances de avanzar de ronda. La presencia de la pincesa Leia en la política ucraniana indica que si uno de los rubros del hipotético juego fuera el sex appeal de los mandatarios, nadie podría contra una selección capitaneada por Yulia Tymoshenko. Uliya, como le dicen cariñosamente, es conocida por haber sido una de las artífices de la llamada “revolución naranja”, que se propone limar las raíces rusófilas del país y sintonizar con la Europa comunitaria.
La dificultad para Yulia radica en que la voz Ucrania significa “el lugar del terruño”, patria, confín. La difícil traducción que tienen los nombres cuyo nacimiento se remonta hasta una época en la que se hablaba un idioma similar pero no idéntico a las lenguas eslavas actuales, no impide que la propia denominación del país le recuerde a Yulia que la vinculación con “la madre Rusia” no es de ahora. Viene de mucho más lejos que el precario matrimonio poligámico de Moscú con las varias repúblicas soviéticas.
Ucrania es para los rusos “el lugar del terruño”, y en efecto, la Rusia de Kiev es una de las variantes más antiguas que dieron forma a la pluralidad de la identidad rusa (aquella fórmula que refería al soberano moscovita como “zar de todas las Rusias” no se debía a ninguna esquizofrenia monárquica). Situada entre Polonia y Rusia, lo que equivale a decir entre Europa y “lo otro”, la dualidad de la identidad ucraniana es riquísima en matices, a pesar de las caricaturas rioplatenses de la peluquería de Don Mateo.
Cuando salten a la canchan los once de Kiev, no sólo harán sufrir a Uliya durante noventa minutos, sino que serán un adecuado recordatorio de lo ocurrido con una de las formaciones del Dinamo de Kiev de mitad del siglo pasado, único equipo fusilado en masa por los nazis por negarse a perder un partido de fútbol ante los players del führer. Este mundial hubiera sido una buena ocasión para que su memoria recibiera un justo homenaje, con la presencia de la inminente primera ministra en las tribunas, quien sin duda daría que hablar con su peinado inspirado en la Guerra de las Galaxias.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en junio de 2006)
La dificultad para Yulia radica en que la voz Ucrania significa “el lugar del terruño”, patria, confín. La difícil traducción que tienen los nombres cuyo nacimiento se remonta hasta una época en la que se hablaba un idioma similar pero no idéntico a las lenguas eslavas actuales, no impide que la propia denominación del país le recuerde a Yulia que la vinculación con “la madre Rusia” no es de ahora. Viene de mucho más lejos que el precario matrimonio poligámico de Moscú con las varias repúblicas soviéticas.
Ucrania es para los rusos “el lugar del terruño”, y en efecto, la Rusia de Kiev es una de las variantes más antiguas que dieron forma a la pluralidad de la identidad rusa (aquella fórmula que refería al soberano moscovita como “zar de todas las Rusias” no se debía a ninguna esquizofrenia monárquica). Situada entre Polonia y Rusia, lo que equivale a decir entre Europa y “lo otro”, la dualidad de la identidad ucraniana es riquísima en matices, a pesar de las caricaturas rioplatenses de la peluquería de Don Mateo.
Cuando salten a la canchan los once de Kiev, no sólo harán sufrir a Uliya durante noventa minutos, sino que serán un adecuado recordatorio de lo ocurrido con una de las formaciones del Dinamo de Kiev de mitad del siglo pasado, único equipo fusilado en masa por los nazis por negarse a perder un partido de fútbol ante los players del führer. Este mundial hubiera sido una buena ocasión para que su memoria recibiera un justo homenaje, con la presencia de la inminente primera ministra en las tribunas, quien sin duda daría que hablar con su peinado inspirado en la Guerra de las Galaxias.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en junio de 2006)
Etiquetas: exURSS, exURSS 2006/2007, fútbol, Mundial 2006, Ucrania
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