05 abril 2002

El mundo árabe y sus matices (III)
El plan de paz saudí

El príncipe heredero de Arabia Saudita basó su plan en una fórmula que es tan sencilla en su enunciado como compleja en su aplicación: retirada total de Israel de los territorios que ocupó en 1967 durante la Guerra de los Seis Días y reconocimiento pleno del mundo árabe al Estado israelí y normalización completa de relaciones diplomáticas y económicas en Medio Oriente.

La primera reacción de Estados Unidos fue de esepticismo, aunque pronto modificó su postura y pasó a brindarle su apoyo, al igual que la Unión Europea. También hubo señales positivas desde tiendas israelíes y palestinas. Una receptividad que despierta sospechas en algunos analistas pro-palestinos. En un artículo publicado en el diario argelino Le quotidien d’Orán, K. Selim hace la siguiente reflexión: “Demasiada unanimidad en torno a una iniciativa que no sobresale precisamente por su singularidad. Porque ‘la iniciativa’ del príncipe Abdallah no tiene nada de novedosa; en sí misma, constituye el núcleo de las propuestas árabes y palestinas, es decir, ‘paz a cambio de territorios’. La propuesta que el príncipe Abdallah pretende ‘sacar de su cajón’ es un clásico de las posturas árabes: retirada total [israelí] de los territorios ocupados, Jerusalén incluida, a cambio de una normalización plena. Cosa que Israel ha venido rechazando durante décadas con el apoyo de Estados Unidos”.

Una mirada menos escéptica puede encontrar dos aspectos que justificarían la acogida positiva que recibió la propuesta de Abdallah (foto). Uno parte del contexto de escalada de violencia en que se encuentra el conflicto, que genera la necesidad real de una vía de escape que saque el problema del campo bélico y lo sitúe nuevamente en la mesa de negociaciones. El otro aspecto es de la identidad del autor de la propuesta. Por un lado resulta confiable para Estados Unidos, debido al papel tradicional de aliado que ha jugado Arabia Saudita para Occidente. Pero por otro lado, el príncipe Abdallah, al ser heredero del trono saudita, es el futuro custodio de los lugares sagrados del Islam. Y más allá de los discursos encendidos del islamismo radical, que considera que la familia real saudí traicionó al Islam al permitir la presencia de un ejército infiel en tierra sagrada, el príncipe Abdallah sigue siendo un árabe que ha dado señales favorables a la causa palestina.

En el camino que siguió la propuesta de Abdallah puede rastrearse el olfato político de alguien. Para los críticos del príncipe heredero, tanto la idea como la trayectoria son parte del juego de Estados Unidos, que vuelve a usar a los gobernantes saudíes como peones de su ajedrez en Medio Oriente. Para quienes se alejan de esta teoría conspirativa, Abdallah mostró un amplio conocimiento de ambos mundos: sorprendió a Occidente poniendo su propuesta en la mesa de debate desde las páginas de un medio de gran prestigio, como el New York Times, pero que no deja de ser un medio de prensa, por lo que pudo evitar dar demasiados detalles. Después que había obtenido el apoyo occidental, y que los bandos en conflicto habían manifestado su beneplácito, negoció con los demás países árabes algunos puntos específicos. Cedió a las presiones de Siria para incluir los altos del Golán, contempló la necesidad libanesa de no dejar de lado el tema de los refugiados palestinos, pero al final del camino se había asegurado el apoyo de esos países, además del de Egipto y de Jordania.

==Tercera parte de cuatro

* 1- El mundo árabe y sus matices (I)
* 2- El factor sirio-libanés
* 4- Dos miradas sobre Oriente Medio

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en abril de 2002)

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El mundo árabe y sus matices (II)
El factor sirio-libanés

No todo el mundo árabe se sitúa del mismo modo ante el tema palestino. Egipto, que acaba de suspender relaciones diplomáticas con Israel, tiene muy presente el peso histórico de la paz firmada por el ex presidente Saddat con ese país, y que durante un tiempo marginó a los egipcios de la Liga Árabe. El otro gran jugador, Arabia Saudita, debe conciliar su intención de liderazgo regional con el estatus de aliado de Estados Unidos y cargar sobre sus espaldas con el peso de haber servido de base para los ataques contra Irak durante la Guerra del Golfo.

Pero ni Egipto ni Arabia Saudita viven el tema tan de cerca como lo hacen Siria y el Líbano. El primero mantiene con Israel la disputa por los altos del Golán (un área de 1250 kilómetros cuadrados, ocupada por Israel en 1967) y está a cargo de parte de la seguridad del territorio libanés con una presencia de 20 mil soldados, en tanto que el Líbano tiene en su territorio entre 150 mil y 250 mil refugiados palestinos viviendo en casas precarias o en tiendas de campaña.

Por eso la importancia de esa visita casi teatral de Assad al Líbano. Las veintiun salvas de cañones estaban llamando la atención sobre un tema que Siria sólo podía volver explícito en Beirut. Visitando a su aliado menos de un mes antes de la cumbre de la Liga Árabe, que se celebraría precisamente en esa ciudad, el presidente sirio estaba dando la señal que debía ser leída por alguno de los jugadores clave del tablero árabe. La identidad del destinatario del mensaje se aclaró cuando el príncipe heredero saudí explicitó que su propuesta de “paz por territorios” incluía los altos del Golan.

Por si hubiera quedado alguna duda luego de los movimientos de salón de su presidente, Siria mostró sus cartas dos días antes de la realización de la cumbre de la Liga Árabe de este 27 de marzo, ahora inequívocamente. El día 25, un cuarto de millón de sirios manifestaron en las calles a favor de los palestinos y en contra de Israel y de las políticas estadounidenses en la región. Las palabras del analista Robert Fisk de que “nada, absolutamente nada, ocurre en Siria sin permiso del gobierno”, quedaron confirmadas por el hecho de que los estudiantes y los empleados públicos tuvieron el día libre para poder concurrir a la demostración.

==Segunda parte de cuatro

* 1- El mundo árabe y sus matices (I)
* 3- El plan de paz saudí
* 4- Dos miradas sobre Oriente Medio

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en abril de 2002)

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