01 junio 2006

Mundial 2006: Lejos de Bora

Los tiempos de Italia 90 en que los ágiles de Costa Rica asombraban al mundo parecen ser tiempos idos. Esta selección está más a la altura de sus modestos antecedentes pre-Bora Milutinovic, cuando los encuentros con El Salvador y Honduras eran siempre parejos y apenas podía darse el lujo de facturar goleadas abultadas sobre los nicaragüenses, amparándose en que la larga tradición anti-imperialista de Nicaragua la llevó a adoptar el béisbol como deporte nacional, en lugar del fútbol que intentaban imponer los ingleses desde su dominio en la zona Caribe.

Aunque a Costa Rica le guste sentirse excepcional en la región centroamericana, algo así como el vecino rico del barrio, y haga gala de una larga tradición democrática, ticos y nicas comparten más de lo que la élite costarricense parece estar dispuesta a reconocer. De hecho el deportista tico más exitoso de todos los tiempos es una mujer nacida en Nicaragua. Mejor dicho dos. Las hermanas Claudia y Silvia Poll, de una familia alemana de Managua, le dieron medallas a su país adoptivo en tres juegos olímpicos.

En el rubro de los deportistas oriundos de allende el río San Juan, río de riberas selváticas que marca la disputada frontera entre ambos países, no deja de ser significativo que en Estelí (bastión sandinista del norte de Nicaragua, único sitio donde el fútbol tiene más arraigo que el béisbol, lo que puede ser visto como una suerte de meta-antimperialismo surgido cuando estadounidenses sustituyen a británicos como potencia neocolonial) haya circulado el rumor, a fines de los noventa, de que el astro del balompié tico, Paul Wanchope, era originario de la Costa Atlántica de Nicaragua. Eso no era cierto, así como tampoco es cierto (¿o sí?) que Ruben Darío haya nacido en Honduras. Sin embargo el rumor es verosímil, debido a la numerosa inmigración nicaragüense en Costa Rica y, sobre todo, a la fuerte similitud cultural de los habitantes de las costas que ambos países tienen sobre el Caribe. Pero sobre todo, un rumor verosímil porque conectaba con una peculiaridad del imaginario centroamericano de raíz prehispánica: todo rostro puede ser una máscara.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en junio de 2006)

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