Patria de cemento
En 1976 se realizó en Uruguay el Mundial de Fútbol Universitario. Eran años duros para el país, por lo que ese evento deportivo casi podría ser visto como una puesta en escena escapista, casi tan incómoda como lo sería luego la Copa de Oro de 1980 (la que al menos dejó como herencia el ejemplo de la dignidad de Dante Iocco negándose a formar parte del comité organizador, aunque eso significara arriesgar que los laureles quedaran en la vitrina de su tradicional rival, ya que Washington Cataldi, presidente de Peñarol, fue el elegido por los militares para ser la cara visible de ese torneo en tiempos de dictadura).
Pero todavía es 1976, está lloviendo y la pelota chapotea en el tantas veces inundado estadio del Atenas de San Carlos. En la cancha está el equipo que no ganó un solo partido en ese mundial universitario: Irán. Con camiseta verde y pantalón blanco, esos chiquilines de barba bien cuidada eran un verdadero desastre. Apenas el golero, espigado estudiante de medicina, los salvaba con sus estiradas de recibir goleadas históricas. Así pudieron transitar con cierta decencia por los tres partidos de la serie y volver a Teherán después de haberse calado de frío en el junio fernandino. Habrá que cotejar con inútiles estadísticas si alguna vez otro equipo iraní visitó tierras orientales.
En todo caso, aquél Irán ya no existe. Las monedas todavía tenían el rostro del Shah Reza Phalevi, un monarca grato a Estados Unidos, y la prensa todavía podía decirles persas sin que el anacrónico gentilicio rechinara demasiado. El Irán que se presentará en Alemania 2006 será otro Irán, por más que también ahora exista el riesgo de que terminen sin ganar ningún partido de la serie, como ocurrió con aquellos universitarios de hace 30 años. Este Irán, autodenominado República Islámica, es el nacido del integrismo teocrático del ayatollah Khomeini tres años después de aquél Mundial Universitario. ¿Alguno de los players del 76 habrá estado en la toma de la embajada de Estados Unidos que desató la crisis de los rehenes y le hizo perder la reelección a Jimmy Carter?. En Alemania serán casi locatarios, con cientos de inmigrantes en la tribuna, esa efímera patria de cemento
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diariaen mayo de 2006)
Pero todavía es 1976, está lloviendo y la pelota chapotea en el tantas veces inundado estadio del Atenas de San Carlos. En la cancha está el equipo que no ganó un solo partido en ese mundial universitario: Irán. Con camiseta verde y pantalón blanco, esos chiquilines de barba bien cuidada eran un verdadero desastre. Apenas el golero, espigado estudiante de medicina, los salvaba con sus estiradas de recibir goleadas históricas. Así pudieron transitar con cierta decencia por los tres partidos de la serie y volver a Teherán después de haberse calado de frío en el junio fernandino. Habrá que cotejar con inútiles estadísticas si alguna vez otro equipo iraní visitó tierras orientales.
En todo caso, aquél Irán ya no existe. Las monedas todavía tenían el rostro del Shah Reza Phalevi, un monarca grato a Estados Unidos, y la prensa todavía podía decirles persas sin que el anacrónico gentilicio rechinara demasiado. El Irán que se presentará en Alemania 2006 será otro Irán, por más que también ahora exista el riesgo de que terminen sin ganar ningún partido de la serie, como ocurrió con aquellos universitarios de hace 30 años. Este Irán, autodenominado República Islámica, es el nacido del integrismo teocrático del ayatollah Khomeini tres años después de aquél Mundial Universitario. ¿Alguno de los players del 76 habrá estado en la toma de la embajada de Estados Unidos que desató la crisis de los rehenes y le hizo perder la reelección a Jimmy Carter?. En Alemania serán casi locatarios, con cientos de inmigrantes en la tribuna, esa efímera patria de cemento
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diariaen mayo de 2006)
Etiquetas: fútbol, Irán, Irán 2006/2007, Mundial 2006
<< Home