15 febrero 2013

Sin amo y con ley



por Roberto López Belloso

Una ministra negra nacida en América del Sur, del ala izquierda del Partido Socialista, dejó una vez más su nombre en una ley francesa de avanzada. Hace diez años fue el señalamiento de la esclavitud como delito contra la humanidad, ahora es la aprobación del matrimonio homosexual. Ocurrió en el mes de los 250 años de la revuelta más célebre de los esclavos de Guyana.

Mientras en París la Asamblea Nacional aprobaba la ley que permitirá casarse a personas del mismo sexo, al otro lado del Atlántico, en Guyana, uno de los decanos de la prestigiosa University of the West Indies, Sir Hilary Beckles, reclamaba que la Comunidad del Caribe (Caricom) exija a Occidente un resarcimiento a las víctimas de la esclavitud similar al Fondo de reparación a los judíos establecido en Europa luego de la Segunda Guerra.
El punto de contacto entre ambos hechos ocurridos en lados opuestos del océano no es solamente la defensa de derechos tradicionalmente negados. Su denominador común es la hoy ministra de Justicia de Francia, la caribeña Christiane Taubirá.
Taubirá fue la elegida por el gobierno de Francois Hollande para presentar y defender la ley que desde este martes 12 metió a Francia en el exclusivo club de los diez países europeos que reconocen el matrimonio igualitario. Una nueva “ley Tabuirá” que se suma a la que en 2001 había establecido que la esclavitud y la trata de esclavos es un delito de lesa humanidad.
El azar legislativo, tras arduos debates en 24 sesiones de la Cámara de Representantes, quiso que el día en que 329 legisladores dieran el sí (100 más que los que votaron por la negativa), coincidiera con el mes del 250 aniversario de la revuelta de los esclavos de Guyana, considerada fundacional de la lucha por la libertad entre los pueblos del Caribe.


LA REVUELTA. Un niño de la etnia akan, que habita en los actuales Ghana y Togo, fue capturado y vendido como esclavo a mediados del siglo XVIII. Obligado a cruzar el océano en las condiciones infrahumanas que eran habituales de esa trata, creció en la colonia holandesa de Berbice, hoy Guyana, donde trabajó en la construcción de toneles. Conocido con el nombre de Cuffy, hoy es héroe nacional del país que le impusieron como patria.
Cuando en febrero de 1763 estalló una revuelta en la plantación de Magdalenenburg por los abusos a que estaba sometida la población negra, los hechos lo fueron llevando a convertirse en líder de los rebeldes. Se dice que la brutalidad pasó de un bando a otro y que varios europeos desarmados fueron asesinados pese a las treguas acordadas. Lo cierto es que la mitad de las plantaciones quedaron rápidamente en poder de los esclavos y se pensó en una inminente independencia. Las luchas intestinas de poder entre los sublevados y las dificultades para mantener organizado un improvisado ejército de 2500 personas, hizo que fueran perdiendo terreno hasta que pocos meses después sobreviniera el desastre militar y Cuffy se quitara la vida.


LA REPARACIÓN. A dos siglos y medio del alzamiento de Berbice, Sir Hilary Beckles inauguró un ciclo de la University of the West Indies en recuerdo de ese episodio. En su conferencia, titulada “La deuda negra de Gran Bretaña: reparaciones debidas a los caribeños por la esclavitud y el genocidio indígena”, describió la esclavitud como "el peor crimen contra la humanidad”.
Según una noticia de la agencia Caribbean 360, el académico citó estudios comparativos que indican que fue el único sistema de esclavitud en el que la gente no solo era vista como propiedad y como “no humanos”, sino que se reproducía a sí mismo manteniendo como esclavos a los hijos nacidos en cautiverio. Inspirado en ejemplos como el Fondo de reparación a los judíos de la segunda posguerra, y medidas más recientes como las tomadas por Estados Unidos, Canadá, Japán y Nueva Zelandia para reparar a sus pueblos indígenas o víctimas de guerra, pidió que el Caricom reclame una medida similar.
Sir Hilary Beckles no se quedó en la generalidad de la propuesta sino que apuntó directamente a los bancos Lloyds y Barclays de Inglaterra que, según dijo, en su momento se beneficiaron económicamente con la trata de personas.
El planteo del decano tuvo especial eco en la prensa de Jamaica, en especial en The Jamaica Observer, periódico que diez días antes había publicado un artículo sobre los avatares de una ley de reparación que está siendo discutida por el parlamento de ese país y que espera por el reporte de una comisión presidida por Verene Shepherd, Directora del Instituto de Estudios de Género y Desarrollo en la misma universidad a la que pertenece Sir Beckles.
El líder de la oposición jamaiquina, Mike Henry, se mostró favorable a dar los pasos necesarios para alcanzar una posición de Estado en este tema y llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
De prosperar la iniciativa, que lleva dos años de avances y retrocesos, se le exigirá a Gran Bretaña el pago de una compensación, ya sea en dinero o en condonación de deuda. La base jurídica a la que apelan los defensores de esta idea es que no se trataba exclusivamente de un negocio privado ya que la corona británica pagaba a los dueños de esclavos una indemnización por la muerte de éstos.
Los primeros ministros de Antigua y Barbuda y de Saint Vincent and the Grenadines ya han hecho planteos ante Naciones Unidas sobre cómo la segregación y violencia contra los esclavos afectó las posibilidades de desarrollo histórico de los países del Caribe, por lo que -según The Jamaica Observer- hay bases para pensar en un planteo colectivo de parte del Caricom en su conjunto.


L’AVENIR. Tal vez una tercera ley Taubirá pueda ser una indemnización de Francia a los haitianos. Hasta ahora ha ocurrido lo opuesto. Sir Beckles recordó en su conferencia que desde 1825 a 1922 Haití pagó a la ex metrópoli 150 millones de francos oro luego de que su población, formada mayormente por antiguos esclavos, obtuviera su independencia.
El domingo 10, en el extremo norte de Sudamérica, el profesor Beckles hacía los últimos ajustes al texto de su conferencia. Hacia el sur el tiempo estaba inestable. Un jirón de lluvia amargaba la mañana soleada a quienes recorrían la feria de Tristán Narvaja. La paz relativa que había instalado la proximidad del Carnaval compensaba, sin embargo, cualquier inconveniente. En la calle Paysandú los libreros eran la mitad que de costumbre. Uno de ellos exhibía en su puesto el libro de Aimé Césaire sobre el héroe de la independencia haitiana, Toussaint Louverture.
Encuadernación en buenas condiciones, señales de poco uso, precio de 80 pesos.
No hay tiempo de leerlo entero pero es posible darle una mirada a la luz del planteo de los académicos de la University of the West Indies. Ir a la página 336, por ejemplo, y detenerse en una respuesta de Louverture a Bonaparte: “lo que queremos no es una libertad de circunstancias concedida a nosotros solos, lo que queremos es la adopción absoluta del principio de que todo hombre nacido rojo, negro o blanco no puede ser la propiedad de su prójimo. Hoy somos libres porque somos los más fuertes. El cónsul mantiene la esclavitud en la Martinica y en la isla Bourbon; por tanto seremos (de nuevo) esclavos cuando él sea el más fuerte”.
Y a renglón seguido anota Cesáire: “Sólo quedaba, pues, no ser el más débil”.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 15 de febrero de 2013)