Nedved y Kafka
La plaza de la ciudad vieja contiene varios de los lugares más emblemáticos de Praga. El monumento a Jan Hus, predicador protestante quemado por hereje y devenido símbolo nacional checo; el reloj astronómico que deja a los turistas con la boca abierta; la iglesia de Tyn con su aspecto de Ciudad Gótica; la esquina en la que estaba la tienda del padre de Kafka.
Nada de eso le importaba a los cientos de personas que se habían congregado en el lugar para seguir la final del mundo en una pantalla gigante. Era la final soñada. Dos países que habían sido hasta hacía poco un mismo país, la República Checa y Eslovaquia, se enfrentaban en un clásico que además de la vieja rivalidad escondía un secreto motivo de orgullo: ganara quien ganara, la ex Checoslovaquia estaba demostrando que los de afuera eran de palo. Ganó República Checa, por lo que la fiesta del 2000 en Praga, generosamente regada con las cervezas de Bohemia, resultó completa. El deporte que los convocaba era el hockey sobre hielo. En fútbol no son tan buenos.
Con una de las ciudades más hermosas del mundo como capital, los checos han sido siempre los cultos y pacíficos de Europa del Este. Demasiado pacíficos, dirían los polacos. Diez millones de personas se apretan en un mapa que no llega a la mitad del tamaño de Uruguay. Suficiente lugar, sin embargo, para que quepa el escritor europeo más importante del siglo pasado, Franz Kafka (atormentado abogado que escribía en alemán), y algunas otras voces originales como Karel Chapek (inventor del término robot) o Milan Kundera.
Sus raíces medievales están demasiado teñidas por la leyenda, pero luego su pertenencia al Imperio Austrohúngaro la devolvió al terreno de la historia. La Primera Guerra le trajo la independencia con el nombre de Checoslovaquia. En 1968 fue protagonista del experimento de “socialismo de rostro humano” conocido como Primavera de Praga, aplastado por una invasión soviética. En 1989 un movimiento cívico no violento, la Revolución de Terciopelo, terminó con su pertenencia al campo socialista. En Alemania 2006 debuta el 12 de junio contra Estados Unidos. Pavel Nedved le cuidará la espalda.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)
Nada de eso le importaba a los cientos de personas que se habían congregado en el lugar para seguir la final del mundo en una pantalla gigante. Era la final soñada. Dos países que habían sido hasta hacía poco un mismo país, la República Checa y Eslovaquia, se enfrentaban en un clásico que además de la vieja rivalidad escondía un secreto motivo de orgullo: ganara quien ganara, la ex Checoslovaquia estaba demostrando que los de afuera eran de palo. Ganó República Checa, por lo que la fiesta del 2000 en Praga, generosamente regada con las cervezas de Bohemia, resultó completa. El deporte que los convocaba era el hockey sobre hielo. En fútbol no son tan buenos.
Con una de las ciudades más hermosas del mundo como capital, los checos han sido siempre los cultos y pacíficos de Europa del Este. Demasiado pacíficos, dirían los polacos. Diez millones de personas se apretan en un mapa que no llega a la mitad del tamaño de Uruguay. Suficiente lugar, sin embargo, para que quepa el escritor europeo más importante del siglo pasado, Franz Kafka (atormentado abogado que escribía en alemán), y algunas otras voces originales como Karel Chapek (inventor del término robot) o Milan Kundera.
Sus raíces medievales están demasiado teñidas por la leyenda, pero luego su pertenencia al Imperio Austrohúngaro la devolvió al terreno de la historia. La Primera Guerra le trajo la independencia con el nombre de Checoslovaquia. En 1968 fue protagonista del experimento de “socialismo de rostro humano” conocido como Primavera de Praga, aplastado por una invasión soviética. En 1989 un movimiento cívico no violento, la Revolución de Terciopelo, terminó con su pertenencia al campo socialista. En Alemania 2006 debuta el 12 de junio contra Estados Unidos. Pavel Nedved le cuidará la espalda.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en La Diaria en mayo de 2006)
Etiquetas: Europa del Este, fútbol, Literatura, Mundial 2006, R.Checa
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