Poesía épica serbia: La saga de Kosovo
Traducida al alemán por Goethe, al ruso por Alexander Pushkin, y al inglés por Sir Walter Scott, la poesía épica serbia de temas medievales llamó la atención de la Europa romántica desde que el viajero italiano Alberto Fortis transcribió algunos textos en su libro Viajes por Dalmacia. Estos traductores de lujo participaban del espíritu de su época, influido notoriamente por la cruzada de Lord Byron a favor de la libertad de Grecia, que al igual que las otras naciones balcánicas intentaba expulsar de su territorio a los turcos otomanos.
Mientras esto ocurría en Occidente, en los Balcanes el siglo XIX abría el ciclo de las interpretaciones nacionalistas de los episodios de la Edad Media que en la década final del siglo XX darían la excusa a la tercera de las guerras que siguieron a la desintegración de Yugoslavia: la guerra de Kosovo entre serbios y albaneses. Cuando las tropas serbias realizaban su limpieza étnica contra la población albanesa en 1999, lo hacían movidos por los discursos del presidente yugoslavo de entonces, Slobodan Milosevic, que había prometido vengar la batalla que perdieron en Kosovo un 28 de junio de 1389 (15 de junio, para el calendario actual) y recuperar el control del territorio que se considera “el corazón de la nación serbia”.
Al decir del escritor bosnio Predrag Matvejevic (foto), lo que Milosevic estaba haciendo era utilizar el mito como arma. Y no habría mito si la batalla no estuviera inscrita “en una poesía nacional de tipo homérico que se halla entre las más bellas de nuestro continente”, asegura Matvejevic. Si bien la épica medieval serbia que llegó a nuestros días está integrada por una decena de temas, su núcleo es la llamada Saga de Kosovo. Una serie de poemas escritos en líneas de entre catorce y dieciseis sílabas que aparentemente comenzaron a escribirse a finales del siglo XV en la República de Ragusa (la actual ciudad de Duvrovnik, en Croacia) por parte de los nobles serbios y sus cortes, que habían sido obligados al exilio por la derrota ante los turcos.
John Mathías, co-traductor junto a Vladeta Vuckovic de la más reciente de las versiones inglesas de esos textos, asegura que los poetas anónimos balcánicos estaban influidos por los romances españoles sobre la lucha entre la Cristiandad y el Islam. Otro estudioso del tema, Svetozar Koljevic, refuta cualquier influencia externa y asegura que se trataba de canciones épicas escritas por campesinos y pastores que luego fueron adaptadas por las cortes en el exilio a la métrica con la que se conocen actualmente. Todos coinciden, sin embargo, en dos aspectos: la versión más autorizada que puede leerse hoy en día es la del polémico musicólogo y lingüista serbio Vuk Stefanovic Karadzic, considerado el ideólogo de la lengua serbocroata y, por lo tanto, visto por los croatas como el negador de la especificidad de su idioma nacional en favor del expansionismo cultural serbio; y un elemento indisoluble de estos cantares es el acompañamiento con la gusla.
Se trata de un instrumento de una única cuerda, de sonido monótono y lastimero, símbolo de supervivencia cultural para los serbios. De la gusla habla Ivo Andric en su libro Un puente sobre el Drina, a la gusla le cabe un papel simbólico en Tres cantos fúnebres por Kosovo de Ismail Kadaré y, para no desmentir la idea de Matvejevic sobre la utilización del mito en beneficio de los nacionalismos radicales, una gusla era el amuleto de varias de las unidades paramilitares serbias en los años noventa mientras cometían crímenes contra la población civil en las guerras de Bosnia y de Kosovo.
==Primera parte de nueve (Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)
* 2- La batalla
* 3- El rol de la épica
* 4- El contexto histórico
* 5- La venganza
* 6- La mirada albanesa
* 7- La caída del reino de Serbia
* 8- La mirada turca
* 9- Fuentes
Mientras esto ocurría en Occidente, en los Balcanes el siglo XIX abría el ciclo de las interpretaciones nacionalistas de los episodios de la Edad Media que en la década final del siglo XX darían la excusa a la tercera de las guerras que siguieron a la desintegración de Yugoslavia: la guerra de Kosovo entre serbios y albaneses. Cuando las tropas serbias realizaban su limpieza étnica contra la población albanesa en 1999, lo hacían movidos por los discursos del presidente yugoslavo de entonces, Slobodan Milosevic, que había prometido vengar la batalla que perdieron en Kosovo un 28 de junio de 1389 (15 de junio, para el calendario actual) y recuperar el control del territorio que se considera “el corazón de la nación serbia”.
Al decir del escritor bosnio Predrag Matvejevic (foto), lo que Milosevic estaba haciendo era utilizar el mito como arma. Y no habría mito si la batalla no estuviera inscrita “en una poesía nacional de tipo homérico que se halla entre las más bellas de nuestro continente”, asegura Matvejevic. Si bien la épica medieval serbia que llegó a nuestros días está integrada por una decena de temas, su núcleo es la llamada Saga de Kosovo. Una serie de poemas escritos en líneas de entre catorce y dieciseis sílabas que aparentemente comenzaron a escribirse a finales del siglo XV en la República de Ragusa (la actual ciudad de Duvrovnik, en Croacia) por parte de los nobles serbios y sus cortes, que habían sido obligados al exilio por la derrota ante los turcos.
John Mathías, co-traductor junto a Vladeta Vuckovic de la más reciente de las versiones inglesas de esos textos, asegura que los poetas anónimos balcánicos estaban influidos por los romances españoles sobre la lucha entre la Cristiandad y el Islam. Otro estudioso del tema, Svetozar Koljevic, refuta cualquier influencia externa y asegura que se trataba de canciones épicas escritas por campesinos y pastores que luego fueron adaptadas por las cortes en el exilio a la métrica con la que se conocen actualmente. Todos coinciden, sin embargo, en dos aspectos: la versión más autorizada que puede leerse hoy en día es la del polémico musicólogo y lingüista serbio Vuk Stefanovic Karadzic, considerado el ideólogo de la lengua serbocroata y, por lo tanto, visto por los croatas como el negador de la especificidad de su idioma nacional en favor del expansionismo cultural serbio; y un elemento indisoluble de estos cantares es el acompañamiento con la gusla.
Se trata de un instrumento de una única cuerda, de sonido monótono y lastimero, símbolo de supervivencia cultural para los serbios. De la gusla habla Ivo Andric en su libro Un puente sobre el Drina, a la gusla le cabe un papel simbólico en Tres cantos fúnebres por Kosovo de Ismail Kadaré y, para no desmentir la idea de Matvejevic sobre la utilización del mito en beneficio de los nacionalismos radicales, una gusla era el amuleto de varias de las unidades paramilitares serbias en los años noventa mientras cometían crímenes contra la población civil en las guerras de Bosnia y de Kosovo.
==Primera parte de nueve (Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)
* 2- La batalla
* 3- El rol de la épica
* 4- El contexto histórico
* 5- La venganza
* 6- La mirada albanesa
* 7- La caída del reino de Serbia
* 8- La mirada turca
* 9- Fuentes
Etiquetas: Balcanes 2003/2005, Croacia, Culturas, Elegidas, Kosovo, Kosovo 2003/2007, Literatura, Serbia 2002/2003
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