La mirada albanesa
Cuando Milosevic pone a los albaneses como blanco de su intento de vengar la vieja batalla de Kosovo, está manipulando los hechos en base a una verdad a medias. Es cierto que la mayoría de los albanokosovares son de religión musulmana, la cual les valió el favor de los turcos otomanos y los colocó en una posición privilegiada durante los quinientos años de dominio islámico sobre los Balcanes; no en vano veintiocho grandes visires fueron albaneses. Pero también es cierto que durante la batalla de 1389 los albaneses aún eran cristianos y combatieron bajo las órdenes del príncipe serbio. Esta ambigüedad fue recogida mejor por la literatura que por la historia. Suele ocurrir con las ambigüedades.
El escritor albanés Ismail Kadaré (foto) trata el tema en dos de sus libros: en la excelente novela de inspiración kafkiana, El Palacio de los sueños; y en la que tal vez sea una de las obras menores de su producción, Tres cantos fúnebres por Kosovo. Aunque esta última es la que está enteramente dedicada a esa batalla, fue escrita en el contexto de los enfrentamientos que siguieron a la desintegración de Yugoslavia en los años noventa, por lo que está demasiado influida por esos episodios y por el lamento acerca de la perennidad de los odios entre los pueblos balcánicos: “los serbios no cesaban de maldecir a los albaneses y los albaneses a los serbios”.
Por eso es más productivo buscar la lectura albanesa sobre Kosovo en El Palacio de los sueños, donde no es el tema central del libro y donde aparece apenas en el tercio final de la obra. Para empezar, Kadaré no lo llama Kosovo sino Kosova, que es como se dice en albanés, y para seguir no lo sitúa en Serbia del Sur, como está ubicado según la geografía moderna, sino en Albania del Norte, como correspondería al mapa idealizado de la Gran Albania por la que luchan los nacionalistas albaneses radicales. El Palacio de los sueños narra las peripecias de un joven integrante de una familia albanesa al servicio del sultán otomano, quien se enrola como funcionario en el Tabir Saray, una suerte de construcción kafkiana en la que se clasifican y se analizan los sueños de los súbditos del imperio. Los sueños con los que trabaja el Tabir Saray son la materia prima con la que se construyen los mitos balcánicos. “Nuestro Palacio de los Sueños, creado por deseo expreso y personal del Sultán soberano, tiene como misión clasificar y examinar no ya los sueños aislados de personas individuales, las cuales, por una u otra razón, constituían antes una esfera privilegiada y detentaban en la práctica el monopolio de las predicciones mediante la interpretación de los signos divinos, sino el Tabir Total, dicho de otro modo, el sueño de todos los súbditos sin excepción”.
En los archivos del Tabir Saray se guarda un cartapacio con los setecientos sueños soñados la noche antes de la batalla de Kosovo. Cuando el protagonista abre esa carpeta, “la llanura de Kosova, en Albania del Norte, donde él no había estado nunca, se desplegaba lentamente en su imaginación en forma de una visión onírica e inestable, tal como puede ser un decorado concebido por cientos de cerebros dormidos”. Esta es una de las mejores definiciones de lo que es la batalla de Kosovo para los nacionalismos balcánicos, algo tan irreal y a la vez concreto como un decorado producido por los sueños colectivos. “Y por si esto no fuera suficiente, aquellas visiones nebulosas y carentes de sentido iban acompañadas de su correspondiente interpretación, que las tornaba aún más etéreas”. Luego de relatar lo que ocurría antes y después de la batalla, Kadaré hace lo que debe hacer la literatura, pone el mito en duda: “¿cómo habría sido en realidad? ¿resultaría posible reconocer la verdad cuando sus raíces se hundían en el sueño?”.
==Sexta parte de nueve (Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)
* 1- Poesía épica serbia: La saga de Kosovo
* 2- La batalla
* 3- El rol de la épica
* 4- El contexto histórico
* 5- La venganza
* 7- La caída del reino de Serbia
* 8- La mirada turca
* 9- Fuentes
El escritor albanés Ismail Kadaré (foto) trata el tema en dos de sus libros: en la excelente novela de inspiración kafkiana, El Palacio de los sueños; y en la que tal vez sea una de las obras menores de su producción, Tres cantos fúnebres por Kosovo. Aunque esta última es la que está enteramente dedicada a esa batalla, fue escrita en el contexto de los enfrentamientos que siguieron a la desintegración de Yugoslavia en los años noventa, por lo que está demasiado influida por esos episodios y por el lamento acerca de la perennidad de los odios entre los pueblos balcánicos: “los serbios no cesaban de maldecir a los albaneses y los albaneses a los serbios”.
Por eso es más productivo buscar la lectura albanesa sobre Kosovo en El Palacio de los sueños, donde no es el tema central del libro y donde aparece apenas en el tercio final de la obra. Para empezar, Kadaré no lo llama Kosovo sino Kosova, que es como se dice en albanés, y para seguir no lo sitúa en Serbia del Sur, como está ubicado según la geografía moderna, sino en Albania del Norte, como correspondería al mapa idealizado de la Gran Albania por la que luchan los nacionalistas albaneses radicales. El Palacio de los sueños narra las peripecias de un joven integrante de una familia albanesa al servicio del sultán otomano, quien se enrola como funcionario en el Tabir Saray, una suerte de construcción kafkiana en la que se clasifican y se analizan los sueños de los súbditos del imperio. Los sueños con los que trabaja el Tabir Saray son la materia prima con la que se construyen los mitos balcánicos. “Nuestro Palacio de los Sueños, creado por deseo expreso y personal del Sultán soberano, tiene como misión clasificar y examinar no ya los sueños aislados de personas individuales, las cuales, por una u otra razón, constituían antes una esfera privilegiada y detentaban en la práctica el monopolio de las predicciones mediante la interpretación de los signos divinos, sino el Tabir Total, dicho de otro modo, el sueño de todos los súbditos sin excepción”.
En los archivos del Tabir Saray se guarda un cartapacio con los setecientos sueños soñados la noche antes de la batalla de Kosovo. Cuando el protagonista abre esa carpeta, “la llanura de Kosova, en Albania del Norte, donde él no había estado nunca, se desplegaba lentamente en su imaginación en forma de una visión onírica e inestable, tal como puede ser un decorado concebido por cientos de cerebros dormidos”. Esta es una de las mejores definiciones de lo que es la batalla de Kosovo para los nacionalismos balcánicos, algo tan irreal y a la vez concreto como un decorado producido por los sueños colectivos. “Y por si esto no fuera suficiente, aquellas visiones nebulosas y carentes de sentido iban acompañadas de su correspondiente interpretación, que las tornaba aún más etéreas”. Luego de relatar lo que ocurría antes y después de la batalla, Kadaré hace lo que debe hacer la literatura, pone el mito en duda: “¿cómo habría sido en realidad? ¿resultaría posible reconocer la verdad cuando sus raíces se hundían en el sueño?”.
==Sexta parte de nueve (Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)
* 1- Poesía épica serbia: La saga de Kosovo
* 2- La batalla
* 3- El rol de la épica
* 4- El contexto histórico
* 5- La venganza
* 7- La caída del reino de Serbia
* 8- La mirada turca
* 9- Fuentes
Etiquetas: Albania, Balcanes, Kosovo 2003/2007, Serbia 2002/2003
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