16 febrero 2007

Rescatada del archivo/La fragilidad como amenaza

Estados Unidos no está tan preocupado por los Estados fuertes que puedan disputarle su hegemonía como por los llamados Estados frágiles, potenciales santuarios para redes que planifican atentados o se dedican al narcotráfico. La crisis en la que viven medio centenar de países alimenta un debate sobre cómo enfoca la comunidad internacional el fracaso de alguno de sus miembros, cuyas dificultades para proveer bienes públicos básicos (desde salud hasta justicia) afectan a unos 900 millones de personas. Uruguay está presente con fuerzas de paz en dos de esos “Estados en riesgo de colapsar”: República Democrática del Congo y Haití. La terminología que se usa para calificarlos, sin embargo, no siempre resulta inocente.

Generalmente se los llama Estados frágiles. También se los define como débiles, precarios, fallidos, colapsados. Incluso se ha llegado a utilizar el término de “no constituidos” para algunos casos extremos. Los calificativos varían según los indicadores (y el tono) que elija el centro de investigaciones o el organismo que elabore la lista de Estados en crisis. Aunque frecuentemente los términos se utilicen como sinónimos, no es igual una categoría que la otra, ni la cuestión se reduce a un debate semántico. La inclusión de un país en una de estas listas de la desesperanza tiene consecuencias económicas, políticas y emocionales sobre sus habitantes.

Sobre todo teniendo en cuenta que la potencia hegemónica, Estados Unidos, ha colocado a los Estados frágiles como una de sus preocupaciones de seguridad. Y aunque la principal potencia emergente, China, prefiere hablar de “zonas de inestabilidad”, las cancillerías de ambos centros de influencia han encontrado puntos de convergencia en relación a este resbaloso asunto de política exterior, sobre todo en el campo de “las medidas preventivas a largo plazo” que permitan mejorar las condiciones de pobreza, falta de gobernabilidad, violencia crónica, redes criminales, debilitamiento de las infraestructuras, y extremismos étnicos o religiosos “que están creciendo hasta volverse nuevas amenazas a la seguridad”.

En Europa, mientras tanto, se abre camino la postura de utilizar una definición que no implique una solidificación de las crisis sino que de la idea de una situación transitoria, de la que se puede salir o a la que se puede entrar, generando la categoría más flexible de “Estados que están fallando”. Más allá de la categorización que se elija, actualmente existen en el mundo alrededor de 50 Estados que tienen dificultades más o menos serias para cumplir con las condiciones esenciales para ser considerados una unidad estatal: monopolio de la fuerza legítima, control territorial, provisión de servicios básicos a su población, legitimidad institucional.

==Primera parte de nueve

* 2- Dos enfoques
* 3- Seguridad para el desarrollo
* 4- Desarrollo para la seguridad
* 5- El riesgo
* 6- La polémica
* 7- El caso congoleño
* 8- Gamberros, desestructurados y sin ley
* 9- Fuentes

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en noviembre de 2005)

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