09 febrero 2007

Instantáneas del diálogo en La Meca

Hay dos imágenes que resumen el diálogo que están llevando adelante los grupos palestinos Hamás y Al Fatah en La Meca, en un intento por evitar el recrudecimiento de los enfrentamientos armados internos entre ambas facciones. Una es la imagen oficial, que muestra a los líderes palestinos buscando afanosamente una solución, bajo la atenta mirada de la monarquía saudita, ya sea en la persona del rey Abdullah o en forma de los enormes retratos que decoran las salas en las que desarrollan las negociaciones y las conferencias de prensa. Es la imagen que se corresponde a la muletilla que acompaña este encuentro de la ciudad sagrada: "la palabra fracaso está prohibida".

Pero también hay otra imagen, hacia la que los negociadores de La Meca no desean mirar. Es la imagen que muestra a las bases de Hamas y Al Fatah preparándose para la guerra en caso de que la palabra fracaso desafíe la prohibición y deba ser pronunciada. El corresponsal de El País de Madrid en Oriente Medio describía esa foto: “En torno a los cuarteles de la Guardia Presidencial en Gaza, los policías colocaban ayer sacos terreros en previsión de que la cita de La Meca concluya como el rosario de la aurora”.

Aunque a primera vista podrían parecer dos imágenes opuestas, se trata de visiones complementarias. Los principales dirigentes palestinos (el presidente Mahmoud Abbas por Al Fatah, y el primer ministro, Ismail Haniya por Hamás) son, en clave política, los sacos de arena. Ya no colocados frente a las instalaciones presidenciales sino, de un modo mucho más simbólico, situados en la ciudad más sagrada del Islam.
El cruce entre religión y vida secular no sólo afecta el conflicto palestino. Israel está construyendo un puente de acceso a la explanada de las mezquitas, en Jerusalén, y realizando excavaciones arqueológicas, algo que en una ciudad sagrada para tres religiones siempre resulta potencialmente conflictivo. Irán, que cada vez se viene convirtiendo en un actor de mayor exposición mediática en Oriente Medio, alzó su voz de protesta. Teherán asegura que ya se han dañado las puertas de la mezquita de Al-aqsa y que los países musulmanes deben movilizarse, con apoyo de Naciones Unidas, para evitar la continuación de las obras.

En Europa, mientras tanto, la tensión entre los secular y lo religioso está presente en el juicio iniciado esta semana contra un periódico humorístico (el Charlie Hebdo) por publicar caricaturas sobre el profeta Mahoma. Un episodio judicial que se produce un año después de la oleada de protestas que despertó en el mundo musulmán la aparición en un medio de Dinamarca de los mismos dibujos. En este caso el diálogo parece ser un diálogo de sordos. Un editorial de Le Monde afirmaba que “Es un juicio de otra época” ya que “en un estado secular, ninguna religión o ideología está por encima de la ley, y cuando la religión hace la ley, se roza el totalitarismo”. Mientras que el querellante, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia y por la Gran Mezquita de París, asegura que se trata de un delito de “injurias públicas contra un grupo de personas en razón de su religión”. Otros medios, como Liberation, se sumaron a la publicación de las caricaturas como forma de apoyo al medio denunciado. Es una de las pocas veces en que ese diario (de tendencia progresista) coincide con el ministro del interior y líder de la centroderecha francesa, Nicolas Sarkozy, quien hizo pública una carta en la que asegura que prefiere “un exceso de caricaturas antes que su ausencia”.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 9 de febrero de 2007)

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