Belgrado, 2001
En Belgrado, en efecto, puede encontrarse información sobre la cuestión clánica albanesa. No es difícil distinguir la propaganda. En general se trata de historias teñidas de un tono truculento, que buscan mostrar la presencia serbia en Kosovo como un rol “civilizador”, que se sumaría a los derechos históricos de Serbia sobre esa provincia hoy habitada mayoritariamente por albaneses.
A pesar del sesgo nacionalista de algunas de esas opiniones que pueden escucharse en la capital de la flamante Serbia y Montenegro (el nuevo nombre de la tercera Yugoslavia) hay versiones académicas que en parte las confirman.
Tal es el caso de la postura de los investigadores franceses Jean Arnault Dérens y Catherine Samary, firmas habituales en las coberturas especiales de Le Monde Diplomatique sobre la cuestión balcánica. Aseguran que el clan no sólo sobrevive en la época actual, sino que es uno de los elementos centrales de la identidad albanesa de Kosovo y del norte de Albania, no así de la zona sur del país, donde las relaciones interpersonales son más flexibles. Los antropólogos, según estos autores franceses, han identificado reglas estables que rigen estas sociedades tradicionales. El individuo se inscribe primero en el fis, un grupo familiar extendido que a la vez se reagrupa en la pleme, o tribu. Son sociedades guerreras, patriarcales, rigurosamente exogámicas (siempre se debe tomar mujer en una tribu separada de la propia) “y funcionan en torno a los valores centrales del honor y la palabra dada”, la besa, que cuando se rompen motivan venganzas de sangre en ese “ciclo infernal de la vendetta”, que los albaneses llaman gjakmarrja. En el siglo XVI un sacerdote católico sistematizó por escrito estas tradiciones en lo que se conoce como el Kanun de Lek Dukagjin.
“Aún hoy el Kanun determina ampliamente la vida de los albaneses de las regiones rurales de Kosovo”, explican Dérens y Samary, al punto que a principios de los noventa el intelectual católico Anton Ceta impulsó una campaña generalizada de “perdones” de los problemas interclánicos para unir a los albanokosovares frente a la represión serbia. Esta postura de la iglesia católica se confirma en los escritos del padre Gian María Polidoro, Delegado General para la presencia franciscana en Albania, quien afirmó en el número de junio de 2000 de la revista de esa orden, que a partir de 1996 "los frailes menores se dedicaron a promover una obra particular: la reconciliación. En Albania rige un código secular que sanciona las venganzas de sangre y alimenta las venganzas personales indefinidas: el Kanun”. Citó el ejemplo del padre Dionisio, un fraile que ha superado los 80 años de edad, quien “en nombre de Cristo realiza la reconciliación de las familias, de aldeas enteras, no sólo entre los católicos sino también entre los cristianos (ortodoxos) y musulmanes".
==Tercera parte de nueve
* 1- El ciclo de hierro de la venganza de sangre
* 2- Praga, 2000
* 4- Tirana, 1978
* 5- Cumbres malditas
* 6- Sertao, 1910
* 7- Iliria, 1300 AC
* 8- Austro-Hungría, 1816
* 9- La palabra empeñada
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en noviembre de 2002)
A pesar del sesgo nacionalista de algunas de esas opiniones que pueden escucharse en la capital de la flamante Serbia y Montenegro (el nuevo nombre de la tercera Yugoslavia) hay versiones académicas que en parte las confirman.
Tal es el caso de la postura de los investigadores franceses Jean Arnault Dérens y Catherine Samary, firmas habituales en las coberturas especiales de Le Monde Diplomatique sobre la cuestión balcánica. Aseguran que el clan no sólo sobrevive en la época actual, sino que es uno de los elementos centrales de la identidad albanesa de Kosovo y del norte de Albania, no así de la zona sur del país, donde las relaciones interpersonales son más flexibles. Los antropólogos, según estos autores franceses, han identificado reglas estables que rigen estas sociedades tradicionales. El individuo se inscribe primero en el fis, un grupo familiar extendido que a la vez se reagrupa en la pleme, o tribu. Son sociedades guerreras, patriarcales, rigurosamente exogámicas (siempre se debe tomar mujer en una tribu separada de la propia) “y funcionan en torno a los valores centrales del honor y la palabra dada”, la besa, que cuando se rompen motivan venganzas de sangre en ese “ciclo infernal de la vendetta”, que los albaneses llaman gjakmarrja. En el siglo XVI un sacerdote católico sistematizó por escrito estas tradiciones en lo que se conoce como el Kanun de Lek Dukagjin.
“Aún hoy el Kanun determina ampliamente la vida de los albaneses de las regiones rurales de Kosovo”, explican Dérens y Samary, al punto que a principios de los noventa el intelectual católico Anton Ceta impulsó una campaña generalizada de “perdones” de los problemas interclánicos para unir a los albanokosovares frente a la represión serbia. Esta postura de la iglesia católica se confirma en los escritos del padre Gian María Polidoro, Delegado General para la presencia franciscana en Albania, quien afirmó en el número de junio de 2000 de la revista de esa orden, que a partir de 1996 "los frailes menores se dedicaron a promover una obra particular: la reconciliación. En Albania rige un código secular que sanciona las venganzas de sangre y alimenta las venganzas personales indefinidas: el Kanun”. Citó el ejemplo del padre Dionisio, un fraile que ha superado los 80 años de edad, quien “en nombre de Cristo realiza la reconciliación de las familias, de aldeas enteras, no sólo entre los católicos sino también entre los cristianos (ortodoxos) y musulmanes".
==Tercera parte de nueve
* 1- El ciclo de hierro de la venganza de sangre
* 2- Praga, 2000
* 4- Tirana, 1978
* 5- Cumbres malditas
* 6- Sertao, 1910
* 7- Iliria, 1300 AC
* 8- Austro-Hungría, 1816
* 9- La palabra empeñada
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en noviembre de 2002)
Etiquetas: Albania, Balcanes, Kosovo 2000/2002, Sociedades, Sociedades 2000/2002
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