Ilegales en su propia isla (V)
“Nacido en la República Dominicana, David Pere Martínez creció en Batey 7, una pequeña comunidad en la región azucarera próxima a Barahona, en el sudoeste del país. Con anterioridad a febrero de 2000, fecha de su deportación, David Pere Martínez nunca había estado en Haití.
Martínez, de veintiún años, caminaba por la calle Máximo Gómez, en Santo Domingo, en dirección a su trabajo en un edificio en construcción, cuando un grupo de militares lo detuvo. A pesar de que Martínez es dominicano -sus raíces haitianas se remontan a tres generaciones, es decir, a sus bisabuelos-, los militares insistieron en que “era de Haití”. Cuando intentó explicarles que había nacido en la República Dominicana, fue golpeado dos veces y obligado a subir a un autobús en el que había ya otra veintena de personas de piel oscura. El autobús transportó al grupo directamente a Jimaní, en la frontera con Haití, donde funcionarios dominicanos le ordenaron cruzar la frontera a pie.
Martínez llegó a Haití desorientado, sólo y asustado. Nunca antes había visitado el país y era incapaz de hablar o entender créole. No había comido desde su detención, pero carecía de dinero, así que se vio obligado a mendigar comida a los comerciantes. Al final encontró una familia hispanohablante de vendedores de las montañas que le ofreció alojamiento a cambio de que trabajara en la granja.
Entretanto, el primo de Martínez, que había presenciado su detención, avisó a la familia de la deportación. Preocupado por la suerte de su hijo menor, el padre de Martínez viajó a Haití a buscarlo. Después de dos meses de intensas pesquisas, el padre lo halló en el mercado de Malpasse, en Haití. El padre, nacido también en la República Dominicana, tenía documentos de identidad en regla, y se las arregló para pasar la frontera junto con su hijo y volver a casa.
Desde la deportación, Martínez se ha sentido atrapado en Batey 7, donde el único empleador es la empresa azucarera de Barahona. A Martínez le gustaría regresar a Santo Domingo, donde podría encontrar un trabajo mejor pagado, pero teme ser deportado de nuevo si regresa. A pesar de haber obtenido un certificado especial emitido por la policía local, en el que se establece su nacionalidad dominicana y en el que consta su número de documento de identidad, se siente en verdadero peligro de deportación sumaria” (Fragmento Tomado de “Personas Ilegales”. Human Rights Watch, 2002. La foto también es de HRW aunque no se corresponde al reporte sobre el caso Martínez).
==Quinta parte de cinco
* 1- Parte I
* 2- Parte II
* 3- Parte III
* 4- Parte IV
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en julio de 2002)
Martínez, de veintiún años, caminaba por la calle Máximo Gómez, en Santo Domingo, en dirección a su trabajo en un edificio en construcción, cuando un grupo de militares lo detuvo. A pesar de que Martínez es dominicano -sus raíces haitianas se remontan a tres generaciones, es decir, a sus bisabuelos-, los militares insistieron en que “era de Haití”. Cuando intentó explicarles que había nacido en la República Dominicana, fue golpeado dos veces y obligado a subir a un autobús en el que había ya otra veintena de personas de piel oscura. El autobús transportó al grupo directamente a Jimaní, en la frontera con Haití, donde funcionarios dominicanos le ordenaron cruzar la frontera a pie.
Martínez llegó a Haití desorientado, sólo y asustado. Nunca antes había visitado el país y era incapaz de hablar o entender créole. No había comido desde su detención, pero carecía de dinero, así que se vio obligado a mendigar comida a los comerciantes. Al final encontró una familia hispanohablante de vendedores de las montañas que le ofreció alojamiento a cambio de que trabajara en la granja.
Entretanto, el primo de Martínez, que había presenciado su detención, avisó a la familia de la deportación. Preocupado por la suerte de su hijo menor, el padre de Martínez viajó a Haití a buscarlo. Después de dos meses de intensas pesquisas, el padre lo halló en el mercado de Malpasse, en Haití. El padre, nacido también en la República Dominicana, tenía documentos de identidad en regla, y se las arregló para pasar la frontera junto con su hijo y volver a casa.
Desde la deportación, Martínez se ha sentido atrapado en Batey 7, donde el único empleador es la empresa azucarera de Barahona. A Martínez le gustaría regresar a Santo Domingo, donde podría encontrar un trabajo mejor pagado, pero teme ser deportado de nuevo si regresa. A pesar de haber obtenido un certificado especial emitido por la policía local, en el que se establece su nacionalidad dominicana y en el que consta su número de documento de identidad, se siente en verdadero peligro de deportación sumaria” (Fragmento Tomado de “Personas Ilegales”. Human Rights Watch, 2002. La foto también es de HRW aunque no se corresponde al reporte sobre el caso Martínez).
==Quinta parte de cinco
* 1- Parte I
* 2- Parte II
* 3- Parte III
* 4- Parte IV
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en julio de 2002)
Etiquetas: R.Dominicana
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