El Plan Colombia (I)
El cascabel y el gato
Los acuerdos del domingo pasado destrabaron, al menos hasta abril, un trabajoso proceso de paz que desde hace un año tiene un nuevo actor: el polémico Plan Colombia, patrocinado por Estados Unidos. Una respuesta con un fuerte componente militar, que ahora se quiere usar también contra la guerrilla.
El 13 de julio de 2000, el entonces Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, sancionó una ley del Congreso que consagraba el “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado”. Una iniciativa elaborada en conjunto con el gobierno colombiano y que era presentada como un esfuerzo integral para dar reespuestas de fondo a los grandes problemas colombianos: la guerra interna, el narcotráfico, la fragilidad institucional y la crisis económica. Hoy la polémica está instalada alrededor de su capítulo de ayuda militar. El gobierno colombiano solicitó poder usar las armas del Plan Colombia también contra la guerrilla. En Estados Unidos no hay consenso. La presencia de un antiguo asesor de Reagan al frente de los asuntos hemisféricos en la administración Bush podría hacer pensar en una respuesta favorable, pero otros sectores de poder, cuyas opiniones pueden leerse, por ejemplo, en la página editorial de The New York Times, opinan que esa medida no ayudará a la pacificación y que el verdadero problema es la entente Ejército-paramilitares.
La polémica también se ha instalado en Colombia. Mientras el gobierno defiende su estrategia combinada de negociar la paz, prepararse para la guerra y atacar el narcotráfico en base a los lineamientos del Plan Colombia, existe una corriente académica que opina que esta iniciativa tiene más de maquillaje que de sustancia. La pregunta ya no es, entonces, quien le pone el cascabel al gato, sino que, tanto en Estados Unidos como en Colombia, hay cada vez más voces que se preguntan si estamos ante el cascabel más conveniente para una paz duradera y, a la vez, no queda claro si todos quienes participan del debate están hablando del mismo gato.
Por el momento Colombia está un poco más cerca que hace quince días, cuando una crisis en la negociación hizo temer el final de la zona de despeje y el reinicio de las hostilidades. Este último domingo se acordó entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia, FARC, extender hasta el 10 de abril la vigencia de la zona desmilitarizada que ocupa la guerrilla, y dar plazo hasta el 7 de ese mismo mes para debatir una tregua general y temas de fondo.
==Primera parte de cuatro
* 2- Una estrategia cuestionada
* 3- Empuje al Sur
* 4- El factor Reich
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
El 13 de julio de 2000, el entonces Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, sancionó una ley del Congreso que consagraba el “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado”. Una iniciativa elaborada en conjunto con el gobierno colombiano y que era presentada como un esfuerzo integral para dar reespuestas de fondo a los grandes problemas colombianos: la guerra interna, el narcotráfico, la fragilidad institucional y la crisis económica. Hoy la polémica está instalada alrededor de su capítulo de ayuda militar. El gobierno colombiano solicitó poder usar las armas del Plan Colombia también contra la guerrilla. En Estados Unidos no hay consenso. La presencia de un antiguo asesor de Reagan al frente de los asuntos hemisféricos en la administración Bush podría hacer pensar en una respuesta favorable, pero otros sectores de poder, cuyas opiniones pueden leerse, por ejemplo, en la página editorial de The New York Times, opinan que esa medida no ayudará a la pacificación y que el verdadero problema es la entente Ejército-paramilitares.
La polémica también se ha instalado en Colombia. Mientras el gobierno defiende su estrategia combinada de negociar la paz, prepararse para la guerra y atacar el narcotráfico en base a los lineamientos del Plan Colombia, existe una corriente académica que opina que esta iniciativa tiene más de maquillaje que de sustancia. La pregunta ya no es, entonces, quien le pone el cascabel al gato, sino que, tanto en Estados Unidos como en Colombia, hay cada vez más voces que se preguntan si estamos ante el cascabel más conveniente para una paz duradera y, a la vez, no queda claro si todos quienes participan del debate están hablando del mismo gato.
Por el momento Colombia está un poco más cerca que hace quince días, cuando una crisis en la negociación hizo temer el final de la zona de despeje y el reinicio de las hostilidades. Este último domingo se acordó entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia, FARC, extender hasta el 10 de abril la vigencia de la zona desmilitarizada que ocupa la guerrilla, y dar plazo hasta el 7 de ese mismo mes para debatir una tregua general y temas de fondo.
==Primera parte de cuatro
* 2- Una estrategia cuestionada
* 3- Empuje al Sur
* 4- El factor Reich
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
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