25 enero 2002

El Plan Colombia (IV)
El factor Reich

Matt Groenning es una de las figuras más brillantes del mundo del espectáculo. Creador de la popular serie televisiva Los Simpson y de la opaca fantasía animada Futurama, su inspiración alcanzó el punto más alto fuera de los márgenes de la industria, en el comic Life in hell. Vida en el infierno. Allí, personajes con un lejano parecido físico a conejos, pero que viven una vida de humanos, vuelcan su candorosa acidez sobre el american way of life. En una de las entregas más memorables de la historieta, papá ¿conejo? le hace un cuento a su pequeño hijo antes de dormir. No encuentra mejor tema que la historia de Drácula. Cuando el incauto agente inmobiliario se acerca al castillo del conde, el niño cuestiona la lógica del cuento: ¿cómo es posible que vaya, de noche y solo, a la morada de un vampiro? Su padre contesta: porque no sabe que es un vampiro. Y el niño retruca: pero si su nombre es Drácula.

Del mismo modo, quien observe el vínculo de la administración Bush y la situación colombiana podría decir: pero si su nombre es Otto Reich (foto). Este hombre, de 56 años, nacido en Cuba, furibundo anticastrista, fue el elegido por George W. Bush para ocupar el cargo de subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos. Los memoriosos lo recordarán por sus actuaciones al servicio de la administración de Ronald Reagan. En su momento se señaló a Otto Reich como el ejecutor de las principales campañas de guerra psicológica y diplomática que buscaron aislar al entonces gobierno sandinista de Nicaragua.

A nadie debe de extrañar, entonces, que en esta nueva etapa del Plan Colombia, que nació dentro de la filosofía Clinton pero será aplicada por una administración Bush representada por Otto Reich, ya se hable de que Estados Unidos podría autorizar que los pertrechos militares pensados para combatir el narcotráfico, también se usen contra la guerrilla. Mientras las conversaciones de paz intentan evitar el naufragio, Reich parece estar dispuesto a colaborar a que el ejército colombiano esté preparado para, llegado el caso, navegar en las tormentosas aguas de la guerra. En febrero llegarán a Colombia los helicópteros Super Huey, que se sumarán a los Black Hawk que llegaron a principios de enero, y que serán equipados con ametralladoras M-60 y punto 50.

En Estados Unidos, sin embargo, no hay consenso sobre extender a la lucha contra las guerrillas el uso de las armas aportadas por el Plan Colombia. El influyente diario The New York Times editorializó sobre este punto este martes 22. Si bien reconoció que varios funcionarios de la administración Bush estarían dispuestos a dar el sí a una ampliación del destino del armamento, advirtió que “es poco probable que esto agilice el fin de la guerra”. Recordó que, por Ley, Washington está obligado a condicionar la ayuda militar a que Colombia corte los vínculos entre el Ejército y los paramilitares. Presionar para quebrar ese nudo puede ser el mayor logro del capítulo militar del Plan Colombia, expresó el editorial. Para que no queden dudas respecto a su posición, The New York Times trazó una línea divisoria entre la insurgencia de izquierda y las fuerzas irregulares de derecha: “las guerrillas izquierdistas son secuestradoras y traficantes de droga, pero los paramilitares son responsables del 80 por ciento de los increíbles niveles de violencia política de Colombia”.

==Cuarta parte de cuatro

* 1- El cascabel y el gato
* 2- Una estrategia cuestionada
* 3- Empuje al Sur

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)

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