Colombia:el fiasco y el engaño
El proceso de paz nació con un fiasco. Luego de las auspiciosas conversaciones entre Marulanda y Pastrana, cuando éste aún era presidente electo sin haber llegado a asumir el cargo, se pensaba que esta vez podría llegarse a una paz definitiva.
Pero el 7 de enero de 1999, en la flamante zona de despeje, la fotografía de una mesa de diálogo ante la que estaba sentado un solitario Presidente de Colombia vestido de remera amarilla, acompañado por una silla vacía de plástico blanco, signo de la ausencia del jefe guerrillero Manuel Marulanda, amenazaron con teñir de ridículo las promesas del mandatario.
Una imagen que se sumaría a los innumerables intentos anteriores de destrabar un conflicto de cuatro décadas que agrega un factor de inestabilidad a un país que, guerra y narcotráfico mediante, parece ingobernable. Una acumulación de frustraciones que ha llevado a que muchos colombianos, lisa y llanamente, no crean ni una palabra cuando se les habla de paz. Ese escepticismo, según Antonio Caballero, columnista de La Semana, es culpa de las estafas mutuas que se han infligido los actores políticos: “Ahora los unos y los otros se acusan mutuamente de haber sido engañados: como si no lo supieran desde siempre. Y en las patadas de ahogado del ‘proceso’ el gobierno asegura, con razón pero sin novedad, que las Farc lo engañaban; y las Farc aseguran, también con toda la razón, y sin que sea una sorpresa, que hasta el último día las engañó el gobierno”.
Ya sea que se engañen o dialoguen de buena fe, ambas partes saben que la paz es sólo uno de los escenarios posibles. Y por las dudas se preparan para lo peor. En estos tres años de vigencia de la zona de despeje, Colombia triplicó el número de soldados profesionales, que pasaron de menos de 20.000 a cerca de 60.000. Las brigadas móviles pasaron de 3 a 7, y las brigadas fluviales de 4 a 47; se pasó de 76 helicópteros a 170, y de 105.000 fusiles Galil a 165.000. La guerrilla no se quedó atrás, y en las mesas de trabajo de los estrategas del Ministerio de Defensa siempre está presente el fantasma de los misiles SAM, tierra-aire, que supuestamente las Farc le compraron a la ex guerrilla salvadoreña, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Un argumento más para apoyar la opinión generalizada de que, pese á un mayor equilibrio militar, en una hipótesis de guerra las Farc todavía llevarían las de ganar.
==Cuarta parte de cinco
* 1- Colombia: la paz en el filo de la guerra
* 2- Los controles de la discordia
* 3- Momento crítico
* 5- Breve cronología del diálogo
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
Pero el 7 de enero de 1999, en la flamante zona de despeje, la fotografía de una mesa de diálogo ante la que estaba sentado un solitario Presidente de Colombia vestido de remera amarilla, acompañado por una silla vacía de plástico blanco, signo de la ausencia del jefe guerrillero Manuel Marulanda, amenazaron con teñir de ridículo las promesas del mandatario.
Una imagen que se sumaría a los innumerables intentos anteriores de destrabar un conflicto de cuatro décadas que agrega un factor de inestabilidad a un país que, guerra y narcotráfico mediante, parece ingobernable. Una acumulación de frustraciones que ha llevado a que muchos colombianos, lisa y llanamente, no crean ni una palabra cuando se les habla de paz. Ese escepticismo, según Antonio Caballero, columnista de La Semana, es culpa de las estafas mutuas que se han infligido los actores políticos: “Ahora los unos y los otros se acusan mutuamente de haber sido engañados: como si no lo supieran desde siempre. Y en las patadas de ahogado del ‘proceso’ el gobierno asegura, con razón pero sin novedad, que las Farc lo engañaban; y las Farc aseguran, también con toda la razón, y sin que sea una sorpresa, que hasta el último día las engañó el gobierno”.
Ya sea que se engañen o dialoguen de buena fe, ambas partes saben que la paz es sólo uno de los escenarios posibles. Y por las dudas se preparan para lo peor. En estos tres años de vigencia de la zona de despeje, Colombia triplicó el número de soldados profesionales, que pasaron de menos de 20.000 a cerca de 60.000. Las brigadas móviles pasaron de 3 a 7, y las brigadas fluviales de 4 a 47; se pasó de 76 helicópteros a 170, y de 105.000 fusiles Galil a 165.000. La guerrilla no se quedó atrás, y en las mesas de trabajo de los estrategas del Ministerio de Defensa siempre está presente el fantasma de los misiles SAM, tierra-aire, que supuestamente las Farc le compraron a la ex guerrilla salvadoreña, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Un argumento más para apoyar la opinión generalizada de que, pese á un mayor equilibrio militar, en una hipótesis de guerra las Farc todavía llevarían las de ganar.
==Cuarta parte de cinco
* 1- Colombia: la paz en el filo de la guerra
* 2- Los controles de la discordia
* 3- Momento crítico
* 5- Breve cronología del diálogo
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
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