13 enero 2002

Los Balcanes según Rebecca West (II)

Bosnia-Herzegovina

“Desperté una sola vez por la noche y oí a los muecines pregonar que hay un solo Dios y Mahoma es su profeta desde el centenar de alminares de la ciudad”. Así comienza uno de los ocho capítulos que el libro dedica a Sarajevo. Un occidental nunca olvida la primera vez que escuchó la letanía del muecín. La reacción inicial es una forma reverencial de la sorpresa. No es un canto que uno vaya a escuchar especialmente a alguna parte, sino que el sonido surge de improviso entre los edificios de la ciudad. Una voz que se alarga arrastrándose y que parece que no va a detenerse jamás hasta que, de pronto, se para en seco. Tras esa puñalada de silencio la voz resurge fortalecida y deja de lado la monotonía inicial para quebrarse en cada sílaba, pero sin llegar nunca a perder su continuo. En una gran ciudad el efecto es sobrecogedor. No comienzan todas las mezquitas a la vez, sino que parecen estar sincronizadas, de tal modo que luego que se lanza una de ellas, las demás la repiten una tras otra. Cuando regresa el silencio, una suerte de recogimiento queda instalado en el alma. “Es un grito de una tristeza tremenda” dice Rebecca West hablando de esa “sencilla afirmación de su cosmogonía” que hacen los muecines desde su minarete.

Hoy las cosas han cambiado en Sarajevo, pero el canto del muecín sigue repitiendo la misma profesión de fe. No todas las mezquitas de Bosnia conservan sus minaretes. Pero las que escaparon del cañoneo de las artillerías serbia o croata, cumplen con su ritual puntualmente. La puntualidad es importante para los musulmanes. En la vidriera de una tienda que vende objetos de culto en el mercado del barrio antiguo de Sarajevo, hay una prueba de esa afirmación: una pequeña estructura de plástico blanco que semeja una mezquita y que puede colocarse sobre la mesa de luz. En lugar de puerta tiene un reloj despertador exactamente igual a los que se venden en cualquier puesto callejero de 18 de Julio. En sus extremos están los dos minaretes. Presionando sobre uno de ellos se puede detener el sonido del despertador. A la hora señalada, el reloj dará su alarma: el canto del muecín. Es posible seleccionar el canto matinal o el vespertino. Cuesta el equivalente a ciento ochenta pesos uruguayos.

==Segunda parte de seis

* 1- Los Balcanes según Rebecca West (I)
* 3- Los Balcanes según Rebecca West (III)
* 4- Los Balcanes según Rebecca West (IV)
* 5- Los Balcanes según Rebecca West (V)
* 6- Los Balcanes según Rebecca West (VI)

(Publicado en Brecha en enero de 2002)

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