13 enero 2002

Los Balcanes según Rebecca West (IV)

El puente de Mostar

Rebecca West también quedó maravillada. “Es uno de los puentes más hermosos del mundo. Un esbelto arco une dos torres redondas, y su parapeto forma un ángulo abierto en el centro”. Habla del puente de Mostar, que ya no existe. Sin ningún valor estratégico, fue destruido por el fuego de la artillería croata durante la guerra de los años noventa. Eso era parte de la limpieza étnica. No sólo se expulsaba “al otro” del territorio que se quería para sí, sino que se intentaba eliminar todo vestigio de su presencia histórica en ese lugar. Acabar con el puente, orgullo otomano de esa pequeña ciudad que los croatas católicos compartían con los bosnio-musulmanes, era borrar una parte de la identidad musulmana.

Ahora, cuando se mira desde lo alto de la pasarela de madera y metal que lo ha sustituido, se ve lo mismo que veía Rebecca West en los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial: el río Neretva con sus aguas color verde grisáceo y, en las orillas, las mezquitas y casas blancas entre arboledas y arbustos. Todavía, incluso, es posible dejarse llevar por esas orillas, entrar en alguna de esas casas blancas, acondicionadas como pequeños restaurantes, y en un patio sombreado en el que las bebidas se refrescarán en el interior de una fuente -la Coca Cola bien fría es un concepto inexistente en la Bosnia de hoy- pedir alguno de los especiados platos balcánicos.

Mientras se almuerza, se podría estar viviendo en la misma época en la que Rebecca West visitó Mostar. La época en la que el puente era un majestuoso monumento de piedra y no esos dos muñones de piedra cubiertos por una gran malla verde, que se ha colocado para evitar desprendimientos de escombros. La época en la que las casas blancas y las otras, más antiguas todavía, construídas en piedra rosada, no estaban semiderruidas por el fuego de la artillería. Una época, aquella de finales de los años treinta, en la que los artesanos de la calle que bordea el río Neretva no tenían que ganarse la vida grabando en vainas de obuses la imagen del viejo puente, recuerdo favorito de las fuerzas de la Otan estacionadas en Bosnia. Por treinta marcos se puede incluso lograr que el artesano agregue el nombre del cliente. Pero por tres marcos, dieciocho pesos uruguayos, se compra una lapicera fabricada con una bala punto cincuenta.

==Cuarta parte de seis

* 1- Los Balcanes según Rebecca West (I)
* 2- Los Balcanes según Rebecca West (II)
* 3- Los Balcanes según Rebecca West (III)
* 5- Los Balcanes según Rebecca West (V)
* 6- Los Balcanes según Rebecca West (VI)

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)

Etiquetas: , ,