02 mayo 2005

Vietnam: una persistente línea roja

El Vietnam de hoy tiene un rostro muy diferente al de hace 30 años. La cultura de consumo convive con la iconografía revolucionaria y, como en un experimento de pop-art, la imagen venerable de Ho Chi Minh parece desenfocarse en la cartelería callejera y fundirse con los anuncios publicitarios. Mientras la economía sigue creciendo con un envidiable promedio del 7 por ciento, la equidad es todavía una materia pendiente. La línea que separaba los dos Vietnam de antes del fin de la guerra, separa ahora las provincias ricas de las pobres.

Una jugosa anécdota que puede leerse en casi todos los manuales de negociación política, cuenta que cuando se iniciaron las conversaciones de paz para poner fin a la guerra de Vietnam, la delegación estadounidense se alojó en un hotel, mientras que los vietnamitas alquilaron una casa. Esa paciencia de tiempos de guerra es la que han venido aplicando en tiempos de paz, acompañándola, también ahora, de una voluntad de hierro. Su enemigo actual, la pobreza, parece estar corriendo la misma suerte que los marines del siglo pasado, aunque la equidad quede en la lista de los daños colaterales.

En diciembre de 2001 hubo otras negociaciones entre vietnamitas y estadounidenses. Esta vez el resultado no fue la retirada de Saigón sino un tratado bilateral de comercio. No fue un acuerdo logrado de la noche a la mañana sino que, si se permite tomar en préstamo el concepto, llegó como parte de una larga marcha desde la planificación socialista a la economía de mercado. El viaje comenzó, si es que debe colocarse un punto de partida en algún lugar de la línea de tiempo, en 1986.
Eran los años en que el premier soviético Mijail Gorbachov le entregaba al habla cotidiana dos nuevas palabras: perestroika y glasnot. El sexto Congreso del Partido Comunista de Vietnam, realizado en 1986, se mostró a tono con los tiempos y acuñó su propio concepto: doi moi. Literalmente traducido como “renovación”, el doi moi implicó un proceso de reformas que puso el acento en lo económico más que en lo político, lo que le permitió recorrer un camino que comenzó a separarse de su inspiración soviética y se fue acercando al emprendido por China.

Básicamente se trató de un tránsito ordenado desde la economía centralmente planificada a otra orientada al mercado, lo que le valió un crecimiento ininterrumpido que ha venido rondando el siete por ciento anual. Según el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), este crecimiento se acompañó de una sostenida disminución de la pobreza que ha llevado la cifra de vietnamitas pobres del 70 por ciento en que se situaba en 1980 al 26 por ciento en 2004 (aunque los últimos datos oficiales, que son de 2002, indicaban un 29 por ciento). En el mismo período, el número de personas ubicadas bajo la línea de indigencia descendió del 25 al 11 por ciento.

El proceso de reformas recibió un gran impulso en 1995 cuando el país postuló para integrar la Organización Mundial de Comercio (OMC), sometiendo a su economía doméstica a una serie de ajustes que desbordaron rápidamente en gráficas y estadísticas ilustrativas de una tendencia que parece no tener marcha atrás: más mercado y menos planificación estatal. En su reporte especial sobre Vietnam aparecido el pasado 29 de abril, el Washington Times publica un artículo del premier Vu Khoan (foto), donde el jerarca afirma que su país “ha trabajado duro para reestructurar su economía en la dirección de aumentar su competitividad y participar efectivamente en la OMC una vez aceptado como miembro”. Entre los logros que destaca Vu Khoan se encuentra la liquidación de empresas estatales, que pasaron de 12000 a 4000, y que se espera que a fines de este año se reduzcan a 2000.

==Primera parte de cuatro

* 2- Disparidades
* 3- El norte
* 4- Los vietnamitas

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 2 de mayo de 2005)

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