Cachemira: la interna islamista
Los grupos islamistas se encuentran activos, principalmente, en los distritos de Rajouri, Punch, y Doda. Reclutan sus fuerzas en la Cachemira india pero también en la Cachemira pakistaní, en el propio Pakistán, y en otros países musulmanes. Antes de la crisis desatada por los atentados del 11 de setiembre contra Estados Unidos, se hablaba con insistencia de la presencia de combatientes afganos reforzando las columnas rebeldes.
Los vínculos con los talibán son también de enfoque religioso. En la capital de Jammu-Cachemira, Srinagar, los grupos islamistas conocidos como Harkat-ul-Mujahideen y Jaish Mohammad, no se han limitado a realizar acciones contra las fuerzas de seguridad indias, sino que han atacado a civiles musulmanes que se apartan de una lectura estricta del Corán. El periódico Express India ha dado cuenta de casos en los que se ha disparado contra jóvenes musulmanas por vestir jeans, o de atentados contra operadores de televisión por cable acusados de propagar un estilo de vida occidental.
La misma fuente asegura que el grupo Jaish Mohammad ha formado sus militantes en la misma red de madrasas (escuelas coránicas) de las que surgieron los talibán. Esta red fue fundada en 1947 por el movimiento paquistaní Jamiat-e-Ulemai-Islam (JUI), liderado por Maulana Samiul Haq, un ex senador pakistaní (foto). El JUI en ese entonces era fundamentalista y luego, al convertirse en partido político, se transformó en integrista: ya no sólo propone una lectura de la religión apegada a los fundamentos de la letra, sino que también busca darse los medios políticos para llevar esa visión teológica a una forma de gobierno.
A mediados de los noventa, con la caída de los mujaidines afganos a manos de los talibán, el tablero del islamismo radical dio un giro no sólo dentro de Afganistán. El JUI había sido dejado de lado durante la “guerra santa” contra los soviéticos, ya que sus rivales dentro de la interna islamista pakistaní, básicamente los movimientos Jammat-e-Islami y Hikmatyars Hizb-e-Islami, habían monopolizado la ayuda a los combatientes afganos. Pero el JUI esperó su oportunidad pacientemente.
El experto Ahmad Rasheed escribió en su libro “Talibán, Islam y el nuevo escenario en Asia Central”, que el JUI aprovechó ese tiempo para reforzar sus madrasas en el “cinturón pashtún” (llamado así por la presencia mayoritaria de habitantes de esta etnia en una zona de Pakistán), y desde ahí brindar educación gratuita y alojamiento a miles de refugiados afganos, entre los que nacería el núcleo central de los talibán. Según el libro de Rasheed, en 1999 había no menos de ocho ministros del gabinete talibán, y docenas de gobernadores de provincias, comandantes militares, jueces y burócratas afganos de alto rango, que se habían graduado en la madrasa de Dar-ul-Uloom Haqqania, que dirigía el líder máximo del JUI, Maulana Samiul Haq.
Cuando sus protegidos se hicieron con el control de la mayor parte de Afganistán, la línea dura del JUI reforzó su posición en la interna pakistaní y la aprovechó para aumentar su incidencia en Cachemira a través del impulso que, de cara a los militantes de base, implicaba el triunfo talibán. Una de las muestras del impacto que tuvo el ascenso talibán en el escenario del islamismo radical pakistaní de mediados de los noventa, fue que en 1997, poco después de la toma de Kabul, la madrasa de Dar-ul-Uloom Haqqania recibió quince mil solicitudes de ingreso para sus cuatrocientos lugares disponibles.
Al apoyar a Estados Unidos en su campaña antiterrorista de 2001, el presidente laico de Pakistán caminaba menos en falso de lo que parecía a la distancia. En cierta medida, cuando una parte del islamismo pakistaní toleró la intervención estadounidense en Afganistán, estaba ajustando cuentas a la interna y tratando de ganar terreno en las pugnas de poder dentro de los movimientos independentistas de Cachemira.
==Tercera parte de seis
* 1- Sube el volumen de una guerra silenciosa
* 2- El juego de las potencias
* 4- Cachemira: Radiografía de los separatistas
* 5- Cachemira: Paramilitares indios
* 6- La carrera nuclear
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
Los vínculos con los talibán son también de enfoque religioso. En la capital de Jammu-Cachemira, Srinagar, los grupos islamistas conocidos como Harkat-ul-Mujahideen y Jaish Mohammad, no se han limitado a realizar acciones contra las fuerzas de seguridad indias, sino que han atacado a civiles musulmanes que se apartan de una lectura estricta del Corán. El periódico Express India ha dado cuenta de casos en los que se ha disparado contra jóvenes musulmanas por vestir jeans, o de atentados contra operadores de televisión por cable acusados de propagar un estilo de vida occidental.
La misma fuente asegura que el grupo Jaish Mohammad ha formado sus militantes en la misma red de madrasas (escuelas coránicas) de las que surgieron los talibán. Esta red fue fundada en 1947 por el movimiento paquistaní Jamiat-e-Ulemai-Islam (JUI), liderado por Maulana Samiul Haq, un ex senador pakistaní (foto). El JUI en ese entonces era fundamentalista y luego, al convertirse en partido político, se transformó en integrista: ya no sólo propone una lectura de la religión apegada a los fundamentos de la letra, sino que también busca darse los medios políticos para llevar esa visión teológica a una forma de gobierno.
A mediados de los noventa, con la caída de los mujaidines afganos a manos de los talibán, el tablero del islamismo radical dio un giro no sólo dentro de Afganistán. El JUI había sido dejado de lado durante la “guerra santa” contra los soviéticos, ya que sus rivales dentro de la interna islamista pakistaní, básicamente los movimientos Jammat-e-Islami y Hikmatyars Hizb-e-Islami, habían monopolizado la ayuda a los combatientes afganos. Pero el JUI esperó su oportunidad pacientemente.
El experto Ahmad Rasheed escribió en su libro “Talibán, Islam y el nuevo escenario en Asia Central”, que el JUI aprovechó ese tiempo para reforzar sus madrasas en el “cinturón pashtún” (llamado así por la presencia mayoritaria de habitantes de esta etnia en una zona de Pakistán), y desde ahí brindar educación gratuita y alojamiento a miles de refugiados afganos, entre los que nacería el núcleo central de los talibán. Según el libro de Rasheed, en 1999 había no menos de ocho ministros del gabinete talibán, y docenas de gobernadores de provincias, comandantes militares, jueces y burócratas afganos de alto rango, que se habían graduado en la madrasa de Dar-ul-Uloom Haqqania, que dirigía el líder máximo del JUI, Maulana Samiul Haq.
Cuando sus protegidos se hicieron con el control de la mayor parte de Afganistán, la línea dura del JUI reforzó su posición en la interna pakistaní y la aprovechó para aumentar su incidencia en Cachemira a través del impulso que, de cara a los militantes de base, implicaba el triunfo talibán. Una de las muestras del impacto que tuvo el ascenso talibán en el escenario del islamismo radical pakistaní de mediados de los noventa, fue que en 1997, poco después de la toma de Kabul, la madrasa de Dar-ul-Uloom Haqqania recibió quince mil solicitudes de ingreso para sus cuatrocientos lugares disponibles.
Al apoyar a Estados Unidos en su campaña antiterrorista de 2001, el presidente laico de Pakistán caminaba menos en falso de lo que parecía a la distancia. En cierta medida, cuando una parte del islamismo pakistaní toleró la intervención estadounidense en Afganistán, estaba ajustando cuentas a la interna y tratando de ganar terreno en las pugnas de poder dentro de los movimientos independentistas de Cachemira.
==Tercera parte de seis
* 1- Sube el volumen de una guerra silenciosa
* 2- El juego de las potencias
* 4- Cachemira: Radiografía de los separatistas
* 5- Cachemira: Paramilitares indios
* 6- La carrera nuclear
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
Etiquetas: Afganistán, Cachemira, Pakistán
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