Cachemira: Paramilitares indios
Human Rights Watch (HRW) asegura que en las zonas de Cachemira controladas por la India, se producen habituales violaciones a los derechos humanos, tanto por parte de los militantes musulmanes que luchan por la independencia y que históricamente han tenido apoyo pakistaní, como por parte de las fuerzas de seguridad indias y sus grupos paramilitares. Las acusaciones son concretas, e incluyen casos documentados de ejecuciones sumarias, violaciones, tortura y desapariciones, cometidas por ambos bandos.
Además de los cuerpos militares y de policía formalmente constituídos, la India ha creado milicias irregulares de apoyo. Se trata de los Comités de Defensa Comunitaria (que actúan en las zonas de Doda, Udhampur, y áreas fronterizas), y de los destacamentos llamados “renegados”, formados por ex islamistas que se han pasado al lado enemigo, en muchos casos -documentados en base a testimonios- obligados por medio de torturas aplicadas durante meses en centros de detención más o menos clandestinos. Sobre los “renegados”, Human Rights Watch indica que “aunque el gobierno de India niega rutinariamente cualquier responsabilidad por las acciones de estos grupos, los mismos son organizados y armados por el ejército de India y por otras fuerzas de seguridad, y operan bajo su comando y protección”. El reporte de HRW agrega que el gobierno de India “los usa principalmente para asesinar e intimidar miembros de organizaciones militantes islamistas y grupos políticos, dirigiéndolos en especial contra el partido pro-pakistaní Jamaat-i Islami”.
Amnistía Internacional, en tanto, denunció que en la zona de Cachemira controlada por la India se producen, diariamente, al menos una o dos muertes imputables a violaciones a los derechos humanos, incluyendo decenas de ejecuciones extrajudiciales cada año, 23 de las cuales fueron reportadas por la prensa en el pasado verano austral. Quince de esos casos involucraban directamente al Grupo de Operaciones Especiales de la India. Amnistía Internacional indica que los guerrilleros islamistas también son responsables de asesinatos selectivos, y agrega que en muchos casos, como en la masacre de Chittisinghpora, que costó la vida a 36 personas, no se sabe de cuál de los bandos provino el fuego. Algo que no debe extrañar en una zona en la que la población civil se encuentra literalmente “sitiada”, tal como se ha calificado la situación de distritos como el de Doda, campo de batalla de una verdadera guerra irregular. Son frecuentes los episodios en los que campesinos inocentes son asesinados por la guerrilla por negarse a darles comida, contracara de otros hechos con un mismo final: campesinos ejecutados por paramilitares indios porque se sospecha que sí le dieron comida a la guerrilla.
La responsabilidad central, para Amnistía Internacional, recae sobre el clima general de impunidad en el que se mueven los grupos armados irregulares y estatales. Al clima volátil también contribuye el discurso oficial de las autoridades indias. El Ministro Farooq Abdullah (foto) ha declarado públicamente, y más de una vez, que las áreas en las que existe presencia islamista deben ser “saneadas” y sus militantes “eliminados”. Para que no queden dudas, el 15 de enero del año pasado explicó que se debe matar a los islamistas “ya que no hay espacio suficiente en las cárceles”. El bando opuesto no se queda atrás. El líder guerrillero de Hizb-ul-Mujahideen (Partido de los mujaidines), Syed Salauddin, amenazó con matar indiscriminadamente a las familias de los soldados indios si éstos seguían matando musulmanes.
==Quinta parte de seis
* 1- Sube el volumen de una guerra silenciosa
* 2- La interna islamista
* 3- El juego de las potencias
* 4- Cachemira: Radiografía de los separatistas
* 6- La carrera nuclear
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
Además de los cuerpos militares y de policía formalmente constituídos, la India ha creado milicias irregulares de apoyo. Se trata de los Comités de Defensa Comunitaria (que actúan en las zonas de Doda, Udhampur, y áreas fronterizas), y de los destacamentos llamados “renegados”, formados por ex islamistas que se han pasado al lado enemigo, en muchos casos -documentados en base a testimonios- obligados por medio de torturas aplicadas durante meses en centros de detención más o menos clandestinos. Sobre los “renegados”, Human Rights Watch indica que “aunque el gobierno de India niega rutinariamente cualquier responsabilidad por las acciones de estos grupos, los mismos son organizados y armados por el ejército de India y por otras fuerzas de seguridad, y operan bajo su comando y protección”. El reporte de HRW agrega que el gobierno de India “los usa principalmente para asesinar e intimidar miembros de organizaciones militantes islamistas y grupos políticos, dirigiéndolos en especial contra el partido pro-pakistaní Jamaat-i Islami”.
Amnistía Internacional, en tanto, denunció que en la zona de Cachemira controlada por la India se producen, diariamente, al menos una o dos muertes imputables a violaciones a los derechos humanos, incluyendo decenas de ejecuciones extrajudiciales cada año, 23 de las cuales fueron reportadas por la prensa en el pasado verano austral. Quince de esos casos involucraban directamente al Grupo de Operaciones Especiales de la India. Amnistía Internacional indica que los guerrilleros islamistas también son responsables de asesinatos selectivos, y agrega que en muchos casos, como en la masacre de Chittisinghpora, que costó la vida a 36 personas, no se sabe de cuál de los bandos provino el fuego. Algo que no debe extrañar en una zona en la que la población civil se encuentra literalmente “sitiada”, tal como se ha calificado la situación de distritos como el de Doda, campo de batalla de una verdadera guerra irregular. Son frecuentes los episodios en los que campesinos inocentes son asesinados por la guerrilla por negarse a darles comida, contracara de otros hechos con un mismo final: campesinos ejecutados por paramilitares indios porque se sospecha que sí le dieron comida a la guerrilla.
La responsabilidad central, para Amnistía Internacional, recae sobre el clima general de impunidad en el que se mueven los grupos armados irregulares y estatales. Al clima volátil también contribuye el discurso oficial de las autoridades indias. El Ministro Farooq Abdullah (foto) ha declarado públicamente, y más de una vez, que las áreas en las que existe presencia islamista deben ser “saneadas” y sus militantes “eliminados”. Para que no queden dudas, el 15 de enero del año pasado explicó que se debe matar a los islamistas “ya que no hay espacio suficiente en las cárceles”. El bando opuesto no se queda atrás. El líder guerrillero de Hizb-ul-Mujahideen (Partido de los mujaidines), Syed Salauddin, amenazó con matar indiscriminadamente a las familias de los soldados indios si éstos seguían matando musulmanes.
==Quinta parte de seis
* 1- Sube el volumen de una guerra silenciosa
* 2- La interna islamista
* 3- El juego de las potencias
* 4- Cachemira: Radiografía de los separatistas
* 6- La carrera nuclear
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en enero de 2002)
Etiquetas: Cachemira, DDHH 2002-2004, India, Pakistán
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