22 febrero 2006

El pecado original

Más allá de las causas profundas y del encadenamiento de circunstancias que llevaron a la crisis de gobernabilidad de la mitad más pobre de la isla La Española, es inocultable que las tropas de paz están en Haití para zurcir las heridas que quedaron luego de la intervención estadounidense que derrocó al presidente constitucional Bertrand Aristide en febrero de 2004.

En el mejor de los casos la Minustah logrará generar condiciones de estabilidad que permitan ir hacia la reorganización política del país o, en la que podría ser la peor de las hipótesis, habrán colocado un amortiguador de responsabilidades que dificulte vincular los problemas actuales con la intervención de Estados Unidos ocurrida hace dos años. Un punto de partida tan cargado de connotaciones para el debate de la política latinoamericana que puede hacer olvidar, por ejemplo, que las situaciones en las que se necesita la presencia de cascos azules son, por regla, situaciones creadas por la acción directa o indirecta de poderes internos o externos que actuaron agrediendo a los sectores más vulnerables.

En el análisis del caso haitiano, y en el debate que genera al interior de los países que participan de la fuerza de paz, esta zona de complejidad inicial está condimentada por un elemento en apariencia paradójico: el país que lidera la Minustah es Brasil. Un actor de la escena internacional que ha jugado las cartas más fuertes del multilateralismo en los últimos años, aliado de otras potencias regionales como Sudáfrica e India. Una tríada incómoda para el poder unilateral de Estados Unidos, ya que Brasil emerge como el líder real de una América del Sur que ha virado a la centroizquierda, la Sudáfrica mandelista es el contrapeso africano a otros actores menos comprometidos con las “buenas causas” como la polémica Nigeria, en tanto que India es el antagonista histórico del principal aliado de los estadounidenses en esa región luego del 11-S (Pakistán). En cierta medida parecería que uno de los tres países que han dado la mayor batalla para que el Sur tenga asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y cuya alianza con India y Sudáfrica es un referente esencial cuando se habla de multilateralismo, está siendo funcional, en el caso de Haití, a los intereses del poder hegemónico. A menos que las apariencias engañen.

==Segunda parte de siete

* 1- Los Contradicciones del lejano y del cercano Norte
* 3- Liderazgo regional
* 4- Apoyo y oposición
* 5- Desde Argentina
* 6- Características de la crisis
* 7- Matices de una Misión de Paz

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en febrero de 2006)

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