Petion-Ville (Haití, parte 4)
Nombrada en honor a Alexandre Sabés Petión, un hijo de padre francés y madre mulata que instauró la república en Haití y apoyó las campañas libertadoras de su amigo Simón Bolívar, Petion-Ville más que una ciudad parece un barrio de Puerto Príncipe. Situada en una elevación, allí se concentran los principales hoteles, las sucursales de las librerías francesas, los restaurantes y las galerías del cotizado arte haitiano. Aunque contrasta con Puerto Príncipe, la primera impresión de Petion-Ville no es la de un barrio próspero, sino que incluso allí lo predominante es la pobreza generalizada en la que vive la inmensa mayoría de la población haitiana. Si se camina por Petion-Ville se tiene la sensación de ir bordeando una yuxtaposición de fortalezas. Las veredas son delgados senderos situados al pie de altos muros que protegen las residencias de los hatianos acomodados (los verdaderamente ricos viven varios kilómetros montaña arriba), muros que en cada esquina tienen garitas, y a veces pequeñas torretas, en las que se asoman hombres armados.
En la puerta del hotel Kinam también hay un guardia de seguridad que cuida la entrada con una escopeta de caño recortado. Dentro de los muros de la casona, y protegidos del calor de la tarde por las galerías de madera labrada, los huéspedes parecen llevar su vida al margen del entorno. Un grupo de cubanos de más de cincuenta años, funcionarios de gobierno en misión de cooperación técnica, bromean en el bar del hotel sobre la reciente ruptura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Uruguay. No saben exactamente de qué lado está el periodista, y para no ser descorteses cambian la conversación hacia el terreno de la emulación pacífica entre el ron haitiano y el Havana Club. Algo alejados de nuestro grupo, al borde de la piscina, media docena de preadolescentes mulatos comen langosta a las tres de la tarde, mientras mojan con pistolas de agua al camarero de frac que los atiende, solícito, ante la mirada de los padres que sonríen desde una mesa cercana.
==Cuarta parte de cinco
* 1- Todas las fronteras del mundo
* 2- Puerto Príncipe
* 3- El brillo perdido
* 5- El Oloffson de Green
(Publicada en el semanario Brecha, de Uruguay, 2002)
En la puerta del hotel Kinam también hay un guardia de seguridad que cuida la entrada con una escopeta de caño recortado. Dentro de los muros de la casona, y protegidos del calor de la tarde por las galerías de madera labrada, los huéspedes parecen llevar su vida al margen del entorno. Un grupo de cubanos de más de cincuenta años, funcionarios de gobierno en misión de cooperación técnica, bromean en el bar del hotel sobre la reciente ruptura de relaciones diplomáticas entre Cuba y Uruguay. No saben exactamente de qué lado está el periodista, y para no ser descorteses cambian la conversación hacia el terreno de la emulación pacífica entre el ron haitiano y el Havana Club. Algo alejados de nuestro grupo, al borde de la piscina, media docena de preadolescentes mulatos comen langosta a las tres de la tarde, mientras mojan con pistolas de agua al camarero de frac que los atiende, solícito, ante la mirada de los padres que sonríen desde una mesa cercana.
==Cuarta parte de cinco
* 1- Todas las fronteras del mundo
* 2- Puerto Príncipe
* 3- El brillo perdido
* 5- El Oloffson de Green
(Publicada en el semanario Brecha, de Uruguay, 2002)
Etiquetas: Crónica Haití, Elegidas, Sociedades, Sociedades 2006/2007
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