06 julio 2007

Derecho de admisión
Brasil ungido en Europa

Si tal como establece la premisa marxiana* la calidad de un club se mide en función de la calidad de sus socios, es posible saber cómo es valorado un país de acuerdo con el club que le abre las puertas. Los jefes de gobierno de España, Francia e Italia se apresuraron a reservar silla en la mesa de la cena que la flamante presidencia portuguesa de la Unión Europea (UE) preparó para homenajear al mandatario brasileño, Luis Inacio Lula Da Silva.

* “No deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo”, (Groucho Marx)

“Estamos reconociendo la cualidad de Brasil como actor esencial para entrar en el restringido club de nuestros socios estratégicos”, dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. El jueves 5 de julio la prensa europea relató el hecho con entusiasmo. El País de Madrid, por ejemplo: “Brasil es desde ayer nuevo socio estratégico de la Unión Europea. La potencia emergente de Suramérica, el quinto país del mundo en tamaño y población, obtiene el mismo estatus que China, Rusia o India. La ue repara una vieja carencia en política exterior, y Brasil será su llave para avanzar en el acuerdo con el Mercosur, el Mercado Común del Sur, bloqueado durante diez años. La base de la alianza es más cooperación, más intercambio económico, frente común contra el cambio climático y promoción del comercio justo”.

Un entusiasmo que contrasta con la combinación de autocrítica y amargura con la que la unción de Lula fue comentada por diarios argentinos como Ámbito Financiero. “Se sabe que la Argentina ha perdido presencia internacional. Pero ese retroceso se hace más flagrante en la medida en que Brasil ha seguido una trayectoria inversa. Primero con Fernando Henrique Cardoso, y ahora con Luiz Inácio Lula da Silva, el país vecino ha aplicado políticas de Estado que no fueron barridas por devaneos populistas ni veleidades ideológicas (...). Desde ahora, para Europa, la de Brasil será la única voz de la región que escuchará en el intento de relanzar el diálogo por la liberalización del comercio mundial y de cerrar un pacto con el Mercosur”.

RUIDO. Varios analistas reconocieron que la designación de ese país sudamericano como socio clave puede generar problemas con el otro gigante latinoamericano, México. Bruselas solía tratar a ambas naciones con cuidada ecuanimidad, y con esta nueva postura, según la BBC, se dispone a romper con ese equilibrio histórico, otorgándole a Brasil el título de “potencia global”. No es capricho, sino que responde a la actitud proactiva de Brasil. Nicolás Pascual de la Parte, jefe de gabinete del alto representante de la UE, Javier Solana (foto), dijo que el país de Lula “viene empujando fuerte en las relaciones porque desde hace algunos años tomó la decisión estratégica de convertirse en un actor internacional en igualdad con las grandes naciones del mundo”.

Un editorial del Diario de Noticias, de Portugal, indica que “detrás de palabras amables y gestos simpáticos hay una difícil negociación. Lo que la ue quiere de Brasil es que abra más sus fronteras a las exportaciones, reduciendo las barreras aduaneras. Lo que Brasil quiere de la ue es que los países europeos abandonen la política de subvenciones agrícolas, abriendo el mercado a la competencia legítima de los brasileños”.

Según el periódico portugués, la lista de comensales mencionada líneas arriba tenía una explicación clara. “No es una casualidad que la presencia de Lula en Lisboa atraiga también la de José Luis Zapatero y la de Nicolás Sarkozy (foto), el guardián de la política agrícola común (PAC). La agricultura europea no está disponible para negociar las subvenciones que la mantienen viv.a. Las razones de un club para ampliar su membresía suelen ser interesadas.

Pero las económicas no son las únicas motivaciones. La agencia ips consultó a la analista Teresa Sousa, que está considerada una de las más destacadas expertas portuguesas en política comunitaria, quien evaluó que en la decisión de Bruselas influyó la necesidad europea de “apoyar a una gran democracia que cuenta con peso e influencia como para no dejar que el péndulo de la balanza latinoamericana se incline hacia el lado de (el presidente de Venezuela) Hugo Chávez”.

CANSADO DE ESPERAR. Chávez dio tres meses de plazo a los parlamentos de Brasil y Paraguay para que ratifiquen el ingreso venezolano al bloque. Una postura que originó una dura reacción por parte del gobierno de Lula. Primero, la ministra jefe del gabinete, Dilma Rousseff (foto), aseguró que nadie le pone plazos a Brasil. Luego, fue el propio mandatario quien desde Bruselas dijo que si Chávez no quiere permanecer en el Mercosur, entonces que no se quede.

Los episodios más recientes de esta telenovela en entregas comenzaron con las críticas realizadas en mayo por parlamentarios brasileños ante la no renovación en Venezuela de la licencia que poseía una televisora opositora. Continuaron con Chávez calificando de “loros” a los senadores que le criticaron desde Brasilia, y se profundizaron cuando desde el gobierno de Lula se le pidió al mandatario venezolano “un gesto” para apaciguar las aguas. El pedido vino del canciller de Brasil, Celso Amorim, y se realizó desde Asunción, donde se desarrollaba una cumbre del Mercosur a la que Chávez no concurrió. El gesto llegó, pero no fue precisamente pacificador. Desde Irán, Chávez dijo que no le “desespera” ingresar “a un viejo Mercosur que no quiera cambiar”. La antítesis de la concepción marxiana mencionada al comienzo de esta nota.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 6 de julio de 2007)

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