15 junio 2007

Kosovo y la cuestión albanesa
El riesgo de simplificar


La situación de Kosovo involucra a dos de los principales grupos étnicos de los balcanes: eslavos y albaneses. Una problemática regional que, a su vez, se inscribe en la relación, usualmente traumática, entre los espacios de influencia de Rusia y Occidente. El informe 2007 de Amnistía Internacional advierte que el probable futuro país está violando los derechos humanos antes de nacer.

Kosovo es considerado “el corazón de la nación serbia”, ya que ahí los príncipes serbios al mando de un ejército de varios reinos cristianos balcánicos (incluidos los albaneses) perdieron una batalla decisiva con el imperio otomano. Esa batalla, y sobre todo el posterior rechazo a someterse cultural y religiosamente, se consideraron como una prueba del carácter sagrado de la alianza entre el dios cristiano y el estado serbio. Por eso el príncipe que lideraba ese ejército fue santificado por la religión ortodoxa y Kosovo fue llenado de monasterios durante la Edad Media. Los albaneses, sin embargo, una vez derrotados se aliaron con los turcos y comenzaron a dominar la demografía de Kosovo (hoy son el 90 por ciento) ayudados por las persecusiones que el Imperio Otomano realizaba contra el irredentismo serbio.

Luego, cada vez que Serbia lograba ser independiente, la población albanesa volvía a estar en problemas. Y cada vez que Serbia era atacada, los albaneses hacían lo mismo que ante la reciente visita del mandatario estadounidense: se aliaban con el poder externo que les garantizara un Kosovo sin serbios. La más emblemática de esas alianzas fue la que establecieron con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, al punto que llegó a crearse una brigada de las SS con paramilitares albaneses (la SS Skanderberg) que se ensañó partuicularmente en la persecusión de los partisanos serbios.

Con el fin de Yugoslavia, el régimen de Slobodan Milosevic comenzó un nuevo ajuste de cuentas. Primero las violaciones a los derechos humanos de los albanokosovares realizados por las tropas de Milosevic. Luego, la “limpieza étnica” a la que se dedicaron los paramilitares albanokosovares cuando los bombardeos de la OTAN contra Belgrado obligaron al ejército serbio a dejar la provincia en manos de Naciones Unidas.

LA GRAN ALBANIA. Si para los serbios Kosovo es el símbolo de su pasado, para los albaneses es la prueba de su futuro. Los Balcanes están plagados de fantasías nacionalistas. Una de esas construcciones utópicas es la Gran Albania. Tiene su referente nacional en el estado albanés actual, pero aspira a conformar una unidad con Kosovo, Preshevo, el noroeste de Grecia y buena parte de Macedonia. Todos los dirigentes políticos albaneses moderados rechazan la idea, pero la misma tiene el respaldo de los nacionalistas radicales.

Por eso no extraña el reciente documento de Human Rights Watch (HRW), donde se advierte de las consecuencias que podría tener la independencia de Kosovo. Según Fred Abrahams, investigador de HRW especializado en situaciones de emergencia, el eje del problema será la ciudad de Mitrovica. Ante una declaración de independencia, los serbokosovares que ahí son mayoría podrían declarar, a su vez, independiente esa zona y unirse a Serbia. Esto, en opinión de Abrahams, puede hacer que los albaneses que son mayoría en el valle de Preshevo, zona sur de Serbia, se declaren también independientes y se unan a Kosovo. El experto recuerda que todavía persiste en actividad un grupo paramilitar, el Ejército Albanés de Liberación, que reúne albaneses de Kosovo, Preshevo y Macedonia.

HRW no es el único organismo defensor de los derechos humanos preocupado por Kosovo. Amnistía Internacional asegura en su informe 2007 que en esa provincia, a pesar de la administración internacional “continúa la impunidad en los crímenes contra serbios y otras minorías” cometidos por albanokosovares. El documento registra “ataques con granadas contra ómnibus y casas”, así como la vandalización de iglesias y monasterios serbios, y otros crímenes “étnicamente motivados”. Un tema no menor es la constatación por parte de Amnistía Internacional del uso de territorio kosovar por parte de las mafias albanesas que manejan redes de prostitución en Europa occidental.

FALTA DE CARIÑO. Es en este contexto que Estados Unidos ha decidido dar su apoyo a la independencia (ver recuadro) y se ha hecho eco de las voces europeas que proponen que Serbia acepte la independencia kosovar a cambio de ingresar a la Unión Europea. El presidente serbio Boris Tadic respondió públicamenmte que Serbia, “como país democrático que es”, no aceptará ninguna contrapartida “a cambio de la pérdida de territorios”. Y añadió: “no renunciaremos nunca a Kosovo, así como no renunciaremos a nuestro futuro europeo”.

Por su parte el primer ministro serbio Vojuslav Kostunica dejó que se filtrara cierta ironía en sus declaraciones al decir que “Estados Unidos debe encontrar otra forma de mostrar su afecto y su amor por los albaneses, sin ofrecer territorios serbios”. Una frase que recuerda la dicha la semana pasada por el líder cubano Fidel Castro, quien desde su ya larga convalescencia, afirmó que la actitud de Bush se debió a que “necesita cariño”. La postura del mandatario estadounidense motivó que se lo recibiera como un héroe en Tirana, capital albanesa (que, valga la paradoja, está gobernada por la oposición socialista), donde se le reservó un baño de multitud que incluyó un polémico episodio en el que llegó a decirse que le habría sido robado el reloj mientras era saludado por enfervorizados simparizantes

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 15 de junio de 2007)

Etiquetas: ,