01 junio 2007

León, ciudad sandinista

LOS BARES DE León suelen tener una foto de Ruben Darío, el poeta modernista, así como los del Río de la Plata exhiben una imagen de Carlos Gardel. No se trata de un homenaje al Darío que la cultura oficial reconoce como príncipe de las letras castellanas, sino de una veneración casi clandestina que profesan al pueta picao, como se le conoce en Nicaragua debido a su afición por la bebida. Los poetas son para los leoneses casi un patrimonio político de la comunidad. No sólo por la tumba dariana que custodia con celo un doliente león de mármol en la iglesia catedral, sino por episodios más recientes, como el ajusticiamiento del fundador de la dinastía Somoza, ejecutado por mano de un poeta local, Rigoberto López Pérez (foto).

Ciudad universitaria, León siempre ha sido el referente urbano de las ideas más progresistas del país. Archirrival de la conservadora Granada, fue en León donde se concentraron las luchas liberales por lograr las primeras conquistas democráticas.Y fue León la primera ciudad importante en ser liberada por la guerrilla sandinista en los años setenta, que formó ahí su primer gobierno, dando inicio a una continuidad política que ya lleva casi treinta años. Desde entonces, elección tras elección, los sandinistas nunca perdieron la ciudad.

En el casco histórico las casonas coloniales conviven con murales que reflejan ese vuelco a la izquierda de León, desde las alegorías de dudoso gusto que muestran el seguro camino de los leoneses hacia el socialismo, usando una estética que parece tomada del ET de Spielberg, hasta los simples pero efectivos retratos con los que los muros de la sede de la federación de estudiantes recuerda a los jóvenes caídos en la montaña, en tiempos de la guerrilla. Incluso los bomberos tienen su propia muralística revolucionaria, y es común verlos descansar a las puertas del cuartelillo, fumando mientras apoyan despreocupadamente la suela del zapato –izquierdo– en las falsas columnas pintadas en la fachada: a un lado la cabeza de Somoza en un cuerpo de cerdo y al otro la del Tio Sam engarzada en el cuello de algo que parece ser un buitre, sostienen como cariátides esperpénticas una cargada iconografía tropical.

Nicaragua está llena de ciudades en las que un invisible hilo conductor sobrevivió a las cuatro décadas de la dinastía somocista y permitió conectar las luchas liberales y la resistencia armada de Augusto Sandino a la invasión estadounidense de los años treinta, con las insurrecciones sandinistas de los setenta. Nombres como Estelí, Jalapa, Ocotal, Somoto, se suman al de León en una geografía rojinegra en la que el Frente Sandinista nunca dejó de ser gobierno, sin importar quien ocupase el sillón presidencial.

Consta de seis partes: * 1- León ciudad sandinista, * 2- Más que un damero, * 3- Bobigny: Asterix el rojo, * 4- Bajalta California: el tercer espacio, * 5- Bologna: ciudad partisana, * 6- Imaginarios urbanos.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 1 de junio de 2007)

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