China: las contradicciones de una potencia emergente
Señalada repetidamente como la potencia emergente que a mediados de siglo le disputará a Estados Unidos su actual hegemonía, China es un país lleno de contradicciones. Aunque vive una desaceleración de su crecimiento, su buen desempeño económico permitió resultados impactantes en el abatimiento de la pobreza, pero también produjo profundas desigualdades sociales. Mientras los expertos piensan que su futuro predominio se basará más en la fuerza natural de su economía que en la expansión imperialista, mantiene un desarrollo militar permanente y avanza en un programa espacial que, asegura, tiene fines pacíficos. Sus ciudadanos todavía reverencian públicamente a Mao Zedong, pero son los terceros consumidores mundiales de artículos de lujo.
Treinta y cuatro horas después de salir de Montevideo, en un viaje que deja atrás los Estados Unidos para sobrevolar el Ártico y entrar a China por la puerta de Siberia, Beijing recibe a los primeros visitantes de la mañana con su media jornada de diferencia horaria. Quien se sienta en el final del día comprobará que apenas está amaneciendo, y esa será sólo la primera de las múltiples contradicciones que deberá enfrentar durante su estancia. El hombre o la mujer de negocios que llegue a disfrutar del paraíso de las oportunidades, tendrá que olvidar que está en una sociedad sin libertades políticas. Quien busque la nostalgia de la revolución maoísta deberá vérselas con las enormes estructuras destinadas al consumo de bienes de lujo. Hasta el mapa es diferente: con Africa a la izquierda y América a la derecha, el planisferio deja a China convenientemente en el centro del mundo.
Los trámites de migración son rápidos y al cabo de unos pocos minutos de cola ya está el sello de entrada estampado en un rojo brillante. Al otro lado del hall de arribos del aeropuerto, una larga autopista conduce a una ciudad moderna y vibrante. La sensación general produce el espejismo de que todo se hubiera empezado a construir hace diez años. La ciudad responde con su arquitectura vertical a la exigencia de situar en el tejido urbano la generación de riqueza de su economía, pero en sus costuras, oculto al primer golpe de vista, permanece un Beijing más antiguo, de callejones angostos, sobre los que todavía no llega a derramarse aquella modernidad que queda enredada en las alturas.
El centro geográfico e histórico de la ciudad está en la Plaza de Tiananmen, conocida en Occidente por haber sido escenario de la masacre que en 1989 costó la vida a un número indeterminado de manifestantes opositores. Allí se encuentra el mausoleo de Mao Zedong, que guió al país en su larga –y accidentada– marcha hacia una forma peculiar de socialismo, y allí está también el edificio del Parlamento, donde se aprueban formalmente los planes quinquenales que, especialmente en las últimas dos décadas, dispusieron una apertura a la economía de mercado sin renunciar al régimen de partido único. Al atravesar Tiananmen se llega a la Ciudad Prohibida, principal testimonio del rol de la ciudad como capital imperial durante más de quinientos años.
Ahora que el país es señalado como potencia emergente capaz de construir una alternativa al mundo unipolar que sucedió a la implosión de la Unión Soviética, los 999 edificios de la Ciudad Prohibida que se extienden laberínticos con sus muros rojo micénico, hacen inevitable la pregunta de cuál será la China que asumirá el nuevo rol que su propio crecimiento le reserva para mediados de siglo. Si será la China volcada hacia sí misma que sugieren los espacios íntimos de la Ciudad Prohibida, con los jardines minimalistas de su parte doméstica, o si tendrá la vocación imperial que permanece como un eco en las dimensiones monumentales de las escalinatas y patios destinados a las audiencias en las que se buscaba resaltar el poder del emperador.
==Primera parte de doce
* 2- Riqueza y desigualdad
* 3- Wangfujing
* 4- Pobreza rural
* 5- Horizonte 2010
* 6- Desarrollo humano
* 7- Una sociedad armoniosa
* 8- Protestas campesinas
* 9- De Mao a Beckham
* 10- Souvenir Rouge
* 11- Xidan
* 12- En el lugar de los hechos
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en octubre de 2005)
Treinta y cuatro horas después de salir de Montevideo, en un viaje que deja atrás los Estados Unidos para sobrevolar el Ártico y entrar a China por la puerta de Siberia, Beijing recibe a los primeros visitantes de la mañana con su media jornada de diferencia horaria. Quien se sienta en el final del día comprobará que apenas está amaneciendo, y esa será sólo la primera de las múltiples contradicciones que deberá enfrentar durante su estancia. El hombre o la mujer de negocios que llegue a disfrutar del paraíso de las oportunidades, tendrá que olvidar que está en una sociedad sin libertades políticas. Quien busque la nostalgia de la revolución maoísta deberá vérselas con las enormes estructuras destinadas al consumo de bienes de lujo. Hasta el mapa es diferente: con Africa a la izquierda y América a la derecha, el planisferio deja a China convenientemente en el centro del mundo.
Los trámites de migración son rápidos y al cabo de unos pocos minutos de cola ya está el sello de entrada estampado en un rojo brillante. Al otro lado del hall de arribos del aeropuerto, una larga autopista conduce a una ciudad moderna y vibrante. La sensación general produce el espejismo de que todo se hubiera empezado a construir hace diez años. La ciudad responde con su arquitectura vertical a la exigencia de situar en el tejido urbano la generación de riqueza de su economía, pero en sus costuras, oculto al primer golpe de vista, permanece un Beijing más antiguo, de callejones angostos, sobre los que todavía no llega a derramarse aquella modernidad que queda enredada en las alturas.
El centro geográfico e histórico de la ciudad está en la Plaza de Tiananmen, conocida en Occidente por haber sido escenario de la masacre que en 1989 costó la vida a un número indeterminado de manifestantes opositores. Allí se encuentra el mausoleo de Mao Zedong, que guió al país en su larga –y accidentada– marcha hacia una forma peculiar de socialismo, y allí está también el edificio del Parlamento, donde se aprueban formalmente los planes quinquenales que, especialmente en las últimas dos décadas, dispusieron una apertura a la economía de mercado sin renunciar al régimen de partido único. Al atravesar Tiananmen se llega a la Ciudad Prohibida, principal testimonio del rol de la ciudad como capital imperial durante más de quinientos años.
Ahora que el país es señalado como potencia emergente capaz de construir una alternativa al mundo unipolar que sucedió a la implosión de la Unión Soviética, los 999 edificios de la Ciudad Prohibida que se extienden laberínticos con sus muros rojo micénico, hacen inevitable la pregunta de cuál será la China que asumirá el nuevo rol que su propio crecimiento le reserva para mediados de siglo. Si será la China volcada hacia sí misma que sugieren los espacios íntimos de la Ciudad Prohibida, con los jardines minimalistas de su parte doméstica, o si tendrá la vocación imperial que permanece como un eco en las dimensiones monumentales de las escalinatas y patios destinados a las audiencias en las que se buscaba resaltar el poder del emperador.
==Primera parte de doce
* 2- Riqueza y desigualdad
* 3- Wangfujing
* 4- Pobreza rural
* 5- Horizonte 2010
* 6- Desarrollo humano
* 7- Una sociedad armoniosa
* 8- Protestas campesinas
* 9- De Mao a Beckham
* 10- Souvenir Rouge
* 11- Xidan
* 12- En el lugar de los hechos
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en octubre de 2005)
Etiquetas: Apuntes de Beijing, China 2000/2005, Crónicas, Sociedades, Sociedades 2003/2005
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