Sitiados por el fantasma de un genocidio
Medio millar de cascos azules uruguayos con la orden de no disparar, fueron sitiados la semana pasada en el antiguo Zaire, donde desde octubre de 2002 la comunidad internacional viene advirtiendo del riesgo de genocidio. Un conflicto en el que la dimensión étnica se suma a los intereses económicos de las mafias ugandesas y a las alianzas militares transfronterizas.
Los integrantes del Batallón Uruguay IV que a fines de abril llegaron a la zona de Ituri fueron recibidos con entusiasmo por los habitantes de su capital, Bunia. Menos de un mes más tarde, con su cuartel rodeado por fuerzas hostiles y la ciudad sumida en el caos, comprendieron que tanto entusiasmo no había sido un buen presagio. Bunia era, a su llegada, una ciudad habitada por la etnia lema, agricultores que forman parte de la población mayoritaria de la región pero que históricamente han estado relegados de los puestos de decisión. La presencia de fuerzas de paz parecía ponerlos a cubierto del odio de su etnia rival, los hema, pastores que habían acrecentado su poder al abrigo, primero, de los belgas y luego de los ugandeses. Los escasos cascos azules uruguayos debían asumir el control de un lugar que acababa de ser abandonada por siete mil soldados de Uganda. Todo parecía ser parte del complejo pero controlado cumplimiento de los acuerdos de paz. En las sombras, sin embargo, se preparaba la tormenta. Un grupo selecto de oficiales ugandeses de alto rango, entre ellos el hermanastro del presidente, acusados de formar parte de una red mafiosa que explota ilegalmente recursos naturales en las áreas bajo su control, no iban a dejar muy fácilmente que se les escapara de las manos el acceso a yacimientos de oro, diamantes y petróleo. El primer ingrediente para conservar estas riquezas fue avivar el miedo. Las mafias locales comenzaron a hacer circular entre los hema el rumor de que una vez que se fueran los ugandeses, los hasta entonces oprimidos lendu iban a aprovechar para tomarse venganza y masacrar indiscriminadamente a los antiguos privilegiados. Una larga historia de enfrentamientos y matanzas no necesita mucho más que eso para transformarse en un baño de sangre. Los hema decidieron tomar la iniciativa, y en una versión tribal de la doctrina de la guerra preventiva, atacaron a los lendu antes de que fuera demasiado tarde. La ciudad se sumergió en el caos, y sólo unos pocos centenares de lendu pudieron refugiarse en la base de los cascos azules, que también fue atacada, aunque sin que se produjeran víctimas. Mientras su hermanastro digitaba en las sombras los hilos de la revuelta hema, el presidente de Uganda criticaba públicamente la pasividad de los cascos azules y negaba que pudiera usar su influencia sobre los rebeldes para calmar las aguas, como le reclamaba el Secretario General de Naciones Unidas.
==Primera parte de ocho
* 2- El fantasma de Ruanda
* 3- Agricultores vs ganaderos
* 4- La conexión Uganda
* 5- Asuntos de familia
* 6- Una tarea difícil
* 7- Un escándalo geológico
* 8- Mosaico de conflictos
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 16 de mayo de 2003)
Los integrantes del Batallón Uruguay IV que a fines de abril llegaron a la zona de Ituri fueron recibidos con entusiasmo por los habitantes de su capital, Bunia. Menos de un mes más tarde, con su cuartel rodeado por fuerzas hostiles y la ciudad sumida en el caos, comprendieron que tanto entusiasmo no había sido un buen presagio. Bunia era, a su llegada, una ciudad habitada por la etnia lema, agricultores que forman parte de la población mayoritaria de la región pero que históricamente han estado relegados de los puestos de decisión. La presencia de fuerzas de paz parecía ponerlos a cubierto del odio de su etnia rival, los hema, pastores que habían acrecentado su poder al abrigo, primero, de los belgas y luego de los ugandeses. Los escasos cascos azules uruguayos debían asumir el control de un lugar que acababa de ser abandonada por siete mil soldados de Uganda. Todo parecía ser parte del complejo pero controlado cumplimiento de los acuerdos de paz. En las sombras, sin embargo, se preparaba la tormenta. Un grupo selecto de oficiales ugandeses de alto rango, entre ellos el hermanastro del presidente, acusados de formar parte de una red mafiosa que explota ilegalmente recursos naturales en las áreas bajo su control, no iban a dejar muy fácilmente que se les escapara de las manos el acceso a yacimientos de oro, diamantes y petróleo. El primer ingrediente para conservar estas riquezas fue avivar el miedo. Las mafias locales comenzaron a hacer circular entre los hema el rumor de que una vez que se fueran los ugandeses, los hasta entonces oprimidos lendu iban a aprovechar para tomarse venganza y masacrar indiscriminadamente a los antiguos privilegiados. Una larga historia de enfrentamientos y matanzas no necesita mucho más que eso para transformarse en un baño de sangre. Los hema decidieron tomar la iniciativa, y en una versión tribal de la doctrina de la guerra preventiva, atacaron a los lendu antes de que fuera demasiado tarde. La ciudad se sumergió en el caos, y sólo unos pocos centenares de lendu pudieron refugiarse en la base de los cascos azules, que también fue atacada, aunque sin que se produjeran víctimas. Mientras su hermanastro digitaba en las sombras los hilos de la revuelta hema, el presidente de Uganda criticaba públicamente la pasividad de los cascos azules y negaba que pudiera usar su influencia sobre los rebeldes para calmar las aguas, como le reclamaba el Secretario General de Naciones Unidas.
==Primera parte de ocho
* 2- El fantasma de Ruanda
* 3- Agricultores vs ganaderos
* 4- La conexión Uganda
* 5- Asuntos de familia
* 6- Una tarea difícil
* 7- Un escándalo geológico
* 8- Mosaico de conflictos
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 16 de mayo de 2003)
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