28 marzo 2003

Karma para armar

La conflictividad consuetudinaria de Oriente Medio se debe a la combinación de dos factores que aparentaban bendecirlo y que se han convertido en una pesada carga para su estabilidad: petróleo y religión. Dos elementos que hacen que la atención internacional oscile entre el Golfo Pérsico y Jerusalén, y que a veces sea difícil distinguir cuál de las dos motivaciones es la que está primando en determinada crisis.
La necesidad de controlar el petróleo, factor estratégico para la economía de las sociedades industrializadas, motivó a occidente a involucrarse en la política interna de los países de la región, alentando el surgimiento de gobiernos aliados o directamente dóciles. Esta vinculación llevó al establecimiento de lazos que del terreno de lo político y lo económico derivaron a lo cultural. Este paso en falso, colaboró a que el petróleo se encontrara con el elemento central de la identidad de los pueblos de Oriente Medio, la religión, y se produjera entonces el punto de crisis. Uno de los casos más emblemáticos es el de Irán. Un gobernante pro-norteamericano, el Sha Reza Palevi, pone en su contra al clero chiita debido a sus medidas de occidentalización de las costumbres. Esto sirve como disparador de un conflicto multicausal, que da como resultado la primera revolución islámica de los tiempos modernos, e instala en el poder a una teocracia integrista.

Esta coexistencia de petróleo y religión es lo que ha permitido que los diferentes conflictos de la región (el del Líbano, el árabe-israelí, el de la cuestión kurda, etc) encuentren vasos comunicantes y se potencien mutuamente, al punto que no se pueda considerar uno de ellos sin tomar en cuenta los demás. En ese sentido, y debajo de sus múltiples velos, esta guerra sobre Irak aparece como el primer intento integral de resolver la cuestión de Oriente Medio. Para bien o para mal. Todo depende de la forma en la que Estados Unidos juegue sus cartas, por más que hasta ahora no ha demostrado ser particularmente hábil. Cuando la batalla por Bagdad haya llegado a su fin, se verá si detrás de la guerra preventiva había diplomacia preventiva, o si tenían razón quienes le daban a la acción militar rasgos fancamente caricaturescos.

==Cuarta parte de cuatro

* 1- El discreto encanto de la confusión
* 2- Factores en juego
* 3- Actores ¿secundarios?

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 28 de marzo de 2003)

Etiquetas: