Gitanos en Europa del Este: Vivir peor que todos y morir antes de tiempo (IV)
Los gitanos que viven en Eslovaquia no son sólo ilegales rumanos, hay una importante comunidad que siempre vivió allí. El antiguo gobierno eslovaco (1994-1998) había abierto ciertas expectativas a través de declaraciones oficiales que luego se tradujeron en lo que los especialistas en el tema calificaron como “enfoques paternalistas”.
Más sensible al tema, el asesor del Primer Ministro para asuntos de minorías e integrante del Partido Húngaro de Coalición (que representa los intereses de los étnicamente húngaros dentro de Eslovaquia), Pál Csáky, puso el acento en algo que no por obvio resulta menos importante para el actual estado de las cosas: una solución a la cuestión gitana sólo puede ser encontrada con la participación de los representantes gitanos. Algo que parece estar en la agenda del nuevo gobierno, que estableció la Oficina del Comisionado Gubernamental para Asuntos Gitanos que tuvo como primera medida la elaboración de una “Estrategia para la Solución de los Problemas de la Minoría Nacional Romaní”. Este enfoque no se limitó a la situación interna de la comunidad romaní, sino que estableció que uno de los puntos claves para avanzar en la dirección correcta es trabajar para superar los prejuicios de la opinión pública en contra de los romaníes. Sin embargo, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia, criticó a esta estrategia por lo lento de su implementación y por no distanciarse lo suficiente de la idea de que parte del problema es “el modo de vida gitano”.
Al gobierno, sin embargo, lo critican tirios y troyanos. Para la Unión Europea no va lo suficientemente lejos, en tanto que para la derecha eslovaca sucede todo lo contrario. Más de una vez la comunidad internacional ha escuchado las opiniones del líder del Partido Nacional Eslovaco (SNS), Viasozlav Moric, para quien los romaníes son simplemente “idiotas a los que hay que encerrar en reservaciones”. Los dirigentes romaníes tampoco están totalmente de acuerdo con el Comisionado gubernamental. No sólo le critican no haber sido electo por el voto ciudadano, sino que consideran su existencia como una forma de mantener a los romaníes al margen de los temas que interesan a toda la sociedad y guetizarlos en su propia problemática.
Más allá de las declaraciones, el peso político de los gitanos no se corresponde con su importancia demográfica. Son el ocho por ciento de la población pero sólo disponen de seis alcaldes en ochenta y seis, y no han logrado marcar con sus partidos una presencia nacional. Por el momento la comunidad está trabajando puertas adentro. Aseguran que primero es necesario que los 14 partidos políticos romaníes y las 29 asociaciones culturales que representan a esa minoría, logren, al menos, establecer una agenda común de prioridades.
==Cuarta parte de cuatro
* 1- Parte I
* 2- Parte II
* 3- Parte III
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en julio de 2001)
Más sensible al tema, el asesor del Primer Ministro para asuntos de minorías e integrante del Partido Húngaro de Coalición (que representa los intereses de los étnicamente húngaros dentro de Eslovaquia), Pál Csáky, puso el acento en algo que no por obvio resulta menos importante para el actual estado de las cosas: una solución a la cuestión gitana sólo puede ser encontrada con la participación de los representantes gitanos. Algo que parece estar en la agenda del nuevo gobierno, que estableció la Oficina del Comisionado Gubernamental para Asuntos Gitanos que tuvo como primera medida la elaboración de una “Estrategia para la Solución de los Problemas de la Minoría Nacional Romaní”. Este enfoque no se limitó a la situación interna de la comunidad romaní, sino que estableció que uno de los puntos claves para avanzar en la dirección correcta es trabajar para superar los prejuicios de la opinión pública en contra de los romaníes. Sin embargo, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia, criticó a esta estrategia por lo lento de su implementación y por no distanciarse lo suficiente de la idea de que parte del problema es “el modo de vida gitano”.
Al gobierno, sin embargo, lo critican tirios y troyanos. Para la Unión Europea no va lo suficientemente lejos, en tanto que para la derecha eslovaca sucede todo lo contrario. Más de una vez la comunidad internacional ha escuchado las opiniones del líder del Partido Nacional Eslovaco (SNS), Viasozlav Moric, para quien los romaníes son simplemente “idiotas a los que hay que encerrar en reservaciones”. Los dirigentes romaníes tampoco están totalmente de acuerdo con el Comisionado gubernamental. No sólo le critican no haber sido electo por el voto ciudadano, sino que consideran su existencia como una forma de mantener a los romaníes al margen de los temas que interesan a toda la sociedad y guetizarlos en su propia problemática.
Más allá de las declaraciones, el peso político de los gitanos no se corresponde con su importancia demográfica. Son el ocho por ciento de la población pero sólo disponen de seis alcaldes en ochenta y seis, y no han logrado marcar con sus partidos una presencia nacional. Por el momento la comunidad está trabajando puertas adentro. Aseguran que primero es necesario que los 14 partidos políticos romaníes y las 29 asociaciones culturales que representan a esa minoría, logren, al menos, establecer una agenda común de prioridades.
==Cuarta parte de cuatro
* 1- Parte I
* 2- Parte II
* 3- Parte III
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en julio de 2001)
Etiquetas: Culturas, DDHH 2000/2001, Eslovaquia, Política y elecciones, Sociedades
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