Los lejanos

Así como Parra protege su hueso tras la supuesta simpleza de, pongamos un ejemplo, sus Canciones rusas, Neruda se protege tras la epidermis casi empalagosa de sus ráfagas de imágenes. Casi todo el que escribe poesía se ha escondido alguna vez detrás de uno de esos dos escudos, o ha intentado mirarse en alguno de esos dos espejos. Ya lo hizo Parra antes que nadie: se busca a Neruda como se busca al padre, aunque se esconda la daga del parricidio al pie de página. Pero según dónde se busque será el Neruda que se encuentre. No es recomendable buscar al poeta centenario en la cansadora letanía de sus Odas elementales o de su Canto General. Allí sólo se encontrará al tonto solemne que todo poeta lleva consigo. El verdadero Neruda está en la montaña rusa de los Veinte poemas, escritos con la inalterada maestría de los veinte años, o en Residencia en la tierra, esa joya. Pero las visitas de cárceles son rápidas y el preso sólo tiene un par de frases para convencer al ministro de corte que le reduzca la condena. Démosle esa chance, entonces, al poeta centenario, y dejemos que se defienda de su propia imagen con esa pieza magistral de la poesía política que es “El barco” (en Navegaciones y Regresos) o con su mejor poema de amor, “Rangoon 1927”, contenido en uno de los tomos del Memorial de Isla Negra. Aunque antes de que el lector busque en su biblioteca o pida prestado, y se encuentre o reencuentre con cualquiera de esos dos poemas de Neruda, conviene recordar la advertencia de Parra: “Suban, si les parece./ Claro que yo no respondo si bajan/ echando sangre por boca y narices”.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha con motivo del centenario del bardo)
Etiquetas: AmLatina 2000/2005, Chile, Literatura
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