08 diciembre 2006

Consenso y negociación: amarga medicina

El paladar de los halcones recibió la prescripción con una mueca. Un grupo de estudio sobre Irak, formado por personalidades republicanas y demócratas, asegura que no hay salida para esa crisis al menos que se dialogue con Irán y con Siria, poniendo todos los temas encima de la mesa, incluido el conflicto árabe-israelí. El presidente Bush prometió tomarlo en serio, Irán dice que sólo coopera si hay un calendario de retirada de los marines.
La dureza de las conclusiones del grupo de estudio sobre Irak, lejos de ser un golpe más para la administración Bush (que viene de perder las elecciones legislativas y de sacrificar a sus dos principales alfiles en la política exterior), puede significar el principio de su recuperación. Las recomendaciones, minuciosas y realistas, no sólo comprometen al gobierno republicano a variar su rumbo, sino que también empujan a la oposición demócrata a involucrarse en una política consensuada hacia Irak. En ese sentido es una oportunidad que el presidente George W Bush parece estar dispuesto a aprovechar, según se desprende de sus primeras reacciones ante el “Informe Baker”, un documento de 84 páginas en cuya elaboración, para citar sólo dos nombres, participaron Lawrence Eagleberger, Secretario de Estado durante la presidencia de Bush padre, y William Perry, Secretario de Defensa de Bill Clinton. Las primeras palabras que salieron de la Casa Blanca fue que el presidente se tomará “semanas y no meses” para corregir su estrategia en Irak, para lo que tendrá muy en cuenta tanto el Informe Baker como otro reporte que está preparando un grupo de los asesores directos del gobierno republicano.

Más y peor

Las conclusiones son directas y, para citar al presidente Bush, “muy duras”. Aunque el informe dice lo que ya se sabía, lo hace de manera sistemática y llamando a asumir, en todo el espectro político, que “la situación en Irak es grave y se está deteriorando”. La violencia en el terreno no sólo está creciendo en términos de cantidad de atentados y número de víctimas, sino que también aumenta en complejidad. Las fuentes son multiples. Están la insurgencia sunnita, los grupos yihaidistas afiliados a al Qaeda, las milicias sunnitas, los escuadrones de la muerte y el crimen organizado. Un contexto variado en el que, sin embargo, a ojos de los autores del informe hay un problema que puede calificarse como el de mayor gravedad: la violencia sectaria.

El documento también reconoce que la insurgencia sunnita, de la que proviene la mayor parte de los ataques contra tropas estadounidenses, tiene “un apoyo significativo” entre la población civil. Un dato no menor es que en esos grupos es donde está la presencia más notoria de los restos del régimen del ex mandatario Saddam Hussein. Aunque no se ha identificado un líder único de esta insurgencia, el Informe Baker la califica como una “red de redes” que se beneficia de un “detallado conocimiento de la infraestructura del país”, a la vez que sus armas y su apoyo financiero proviene del interior de Irak. En otras palabras, ni siquiera el regimen de Hussein parece haber sido completamente derrotado por las tropas de ocupación.

Una solución regional

Para los expertos, “Estados Unidos debe, inmediatamente, lanzar una nueva ofensiva diplomática, para construir un consenso internacional para la estabilidad en Irak y la región. Este esfuerzo diplomático debe incluir a todo país que tenga interés en evitar que Irak se suma en el caos, incluyendo a todos los países fronterizos. Los vecinos de Irak y los Estados clave regionales y extraregionales, deben formar un grupo de apoyo para reforzar la seguridad y la reconciliación nacional dentro de Irak, ya que Irak no puede lograrlo por sí solo”.

Una línea de acción que implica “darle a Irán y Siria la posibilidad de influir dentro de Irak”, para lo que Estados Unidos debe intentar “involucrarlos constructivamente” usando incentivos y desincentivos en todos los campos, sin dejar fuera de agenda el diferendo nuclear iraní. Esto permitirá que Irán influya en los grupos chiitas y si se incluye en una negociación de amplio espectro todo el conflicto de Oriente Medio, también será posible que Siria realice un efectivo control fronterizo para evitar que ingresen armas y combatientes a Irak, opinan los autores del informe. Una prescripción que no sólo es amarga por el sabor de la medicina (para Bush estos países son dos de los más conspicuos integrantes del “eje del mal”) sino también por el diagnóstico.

El grupo de estudio sugiere que no habrá solución duradera para Irak al menos que también se avance en la resolución del conflicto árabe-israelí: “debe de haber un compromiso renovado y sustancial de Estados Unidos” con ese proceso de paz “en todos los frentes”, incluyendo conversaciones directas entre Israel, Líbano, Siria, y aquellos palestinos que acepten la existencia del estado de Israel.
Este jueves el Washington Post recogió las reacciones iraníes al Informe Baker. La primer condición que pone Teherán para cooperar con Estados Unidos es un calendario para el retiro de las tropas estadounidenses de Irak. Un indicio de que las recomendaciones sólo son viables si se aplican en el contexto de una política integral.

Pulse aquí para descargar el reporte del grupo de estudios sobre Irak (diciembre 2006), pdf 900KB

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 8 de diciembre de 2006)

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