22 septiembre 2006

Ira (o queja) de ramadán

Para los musulmanes lo importante del mes sagrado de ramadán, que comienza este fin de semana, no es sólo ayunar, sino hacerlo en un estado espiritual de rendición a la divinidad y a los pilares de la fe. La idea de entrega completa a su dios es resaltada por varios estudiosos del Islam, e incluso está presente en los artículos de divulgación que aparecen en la prensa de inspiración musulmana: el Islam “en su sentido más básico significa una total rendición a Allah”, recuerda a sus lectores Melilla Hoy.

No se trata de una aceptación pasiva de la realidad ya que “una dimensión importante de esta rendición es la ayuda al necesitado o a aquel que es víctima del sufrimiento y la persecución”. Por eso el mes de ramadán es propicio para una insistencia de los imanes en la toma de conciencia de sus fieles (“agitarlos interiormente”, dice WebIslam) acerca de las condiciones en que viven otros musulmanes en el mundo que “siguen luchando contra la opresión en muchas partes del planeta: Palestina, Iraq, Chechenia, Afganistán y Cachemira”.

Como todo lo que se vincula al Islam, también en este punto hay matices. Recuérdese, por ejemplo, que ni siquiera hay una única versión entre los musulmanes acerca de cuándo empieza exactamente el mes de ramadán. Lo que para sectores moderados es “agitación interior” para otros implica la necesidad de manifestaciones públicas de solidaridad con sus correligionarios, e incluso el llamado a la lucha armada. En este ramadan en particular esos matices y diferencias se pondrán en evidencia con el contenido que se le dará, por parte de los imanes de las distintas tendencias, al “día de la ira”.

Una jornada convocada para hoy viernes por la cabeza de la Unión Mundial de Ulemas Islámicos, Yusef al Qaradaui, en contra de las recientes expresiones del líder espiritual de los católicos, el Papa Benedicto XVI (foto). Para algunos la jornada es “el día de la ira”, para otros “el día de la queja”. Paralelamente a que al Qaradaui llamaba a la protesta global, la máxima autoridad sunita, el jeque Mohamed Tantawi, recordaba, también desde El Cairo, que “el Islam es una religión de paz” y llamaba a aprovechar el inicio de ramadán como un momento de diálogo entre las religiones.

Como se recordará, en un discurso denominado “Fe, Razón y Universidad”, presentado por Benedicto XVI en la Universidad de Regensburg, en Alemania, el Papa citó al emperador bizantino Manuel II, quien tenía una visión del Islam propia del tiempo de las Cruzadas (por más que serían los cruzados occidentales los que saquearían Constantinopla mucho antes de que la ciudad, debilitada por ese saqueo, cayera en manos de los conquistadores otomanos en 1453). Para quienes analizaron seriamente el polémico discurso, como fue el caso del director del Centro para Investigaciones Políticas de la India, citado por Indian Express, la clave del discurso del Papa no fue la cita de Manuel II, sino la tesis teológica que, según el analista, postula que el cristianismo es la única religión que ha realizado un tipo de aproximación correcto a la vinculación entre fe e investigación filosófica.

Pero no fue esa tesis, sino la cita sobre el carácter violento y estéril del Islam lo que provocó una cadena de protestas en algunos sectores del mundo islámico (poco espontáneas a juzgar por las imágenes de prolijos carteles en inglés que eran portados por una multitud enfurecida) y un verdadero dolor de cabeza para todos los que trabajan por fomentar el llamado “diálogo entre civilizaciones”. El Papa se disculpó diciendo que fue malinterpretado y las aguas empezaron a calmarse. En el camino, como un trágico “daño colateral”, quedó el asesinato de una religiosa italiana en Somalia. Se llamaba Leonella Sgorbati.


(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 22 de setiembre de 2006)

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