12 diciembre 2001

Como tallado en piedra

Jan Skácel, “ese hombre achaparrado, con un rostro duro, como tallado en piedra”, tal como lo presenta Kundera en su última novela, nació el 7 de noviembre de 1922 en Vnorovy, un pequeño pueblo de Moravia, una de las regiones que junto a Bohemia y Eslovaquia conformaba la Checoslovaquia de entonces. Este origen campesino es clave para entender su obra. Jiri Opelík, editor que en 1995 estuvo al cuidado de la aparición de los tres tomos de sus obras completas, afirma que “Skácel nunca dejó de ser un muchacho de campo”. Por eso debe de haber sido grande el impacto que recibió al llegar a Brno, capital de Moravia, a la que se trasladó con su familia siendo niño. “En aquella época se solía decir que Praga era un pueblo grande y Brno una metrópoli pequeña”, cuenta el poeta y Premio Nobel de Literatura (1984) Jaroslav Seifert. En la Brno de los años veinte, recuerda Seifert en su libro de memorias Toda la belleza del mundo, “ya había bares nocturnos donde los negros golpeaban los tambores con ritmo de jazz, mientras que en Praga se cantaban canciones sentimentales en las cervecerías”.

Hijo de una pareja de maestros, el padre fue además soldado durante la Primera Guerra Mundial y pasó un tiempo como prisionero de guerra en Rusia, donde se hizo comunista al influjo de la Revolución de 1917. Skácel heredó de su padre tres inclinaciones: la poesía, la ideología, y el gusto por el idioma ruso, que Jan hablaba tan bien como el francés y del que llegó a realizar algunas traducciones. Sus ideas de izquierda, que lo colocaron como blanco de persecusión por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, no le garantizaron el favor del régimen comunista que se instaló en su país en 1948. La razón, según anota uno de sus biógrafos, el profesor Zdenek Kozmin, radica en que Skácel “fue siempre inconformista y contestatario, y estaba orgulloso de serlo. No fue educable ni mucho menos complaciente. Era un hombre franco y directo”.

Estas características, sin embargo, no se reflejan en una poesía “comprometida” en el sentido de una literatura que explícitamente ataca a un cierto estado de cosas. Una excepción es Arbusto ardiente, poema en homenaje al estudiante Jan Palach que se inmoló prendiéndose fuego en la Plaza Wenceslao de Praga en protesta por la invasión soviética. De esto se desprende que la prohibición que sufrió la poesía de Skácel respondió, fundamentalmente, a una valoración estética por parte del régimen comunista. Para la política cultural de entonces, tal como surge de una carta que recibió de la editorial Mlada Fronta, la obra de Skácel presenta los “excesos artísticos de los cuales sufren los poetas que se tambalean entre la taberna y el señor Proust”. Kundera cita alguno de esos “excesos artísticos” en La Ignorancia: “dice Skácel, hay tardes en las que el aire es tan frágil y suave ‘que puedes caminar descalzo sobre cascos de botella’”.

==Tercera parte de cuatro

* 1- Skácel y Kundera: “Lo que el vino sabe de nosotros”
* 2- La más larga de las noches
* 4- Las tres dominantes de la aldea

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en El País Cultural )

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