11-S: la cobertura de las grandes cadenas
La cobertura de la Guerra del Golfo, en 1991, fue considerada la primera televisación en directo de una guerra y marcó un hito en el prestigio internacional de CNN, cadena que mostró desde una terraza de Bagdag los misiles aliados cayendo sobre las posiciones de Saddam Hussein. La ilusión de una guerra sin muertos. Sólo luces trazadoras en el cielo nocturno de Bagdag, explosiones lejanas, y algunos videos de la trayectoria de bombas inteligentes. Esta ausencia de muertos fue tan sintomática que motivó un libro del ensayista Jean Baudrillard titulado, con ironía, La Guerra del Golfo no tuvo lugar.
Con la serie de atentados de este 11 de setiembre, pasó algo similar. Las cámaras de CNN se quedaron en aquella estética de 1991, y mostraron los hechos como si estuvieran en una terraza de Bagdag. Probablemente, la mayoría de los estadounidenses cambiaron de canal y se quedaron en CBS o ABC, cadenas que realizaron su trabajo desde el nivel del piso. La CNN se limitó a la guerra aérea, mostrando una y otra vez la impresionante imagen de un avión de pasajeros estrellándose contra una de las torres gemelas del World Trade Center (WTC), mientras la otra ardía a causa de un impacto anterior.
Por el contrario, CBS mostró la guerra terrestre, esa que libraban los socorristas y que tuvo sus momentos más dramáticos cuando se derrumbó la primera de las torres gemelas. En la cobertura de CBS y de ABC hubo camillas, corridas, gritos, sangre y nubes de polvo. En Uruguay esas imágenes sólo se vieron parcialmente: algo de lo que consiguió CNN bastante más tarde que sus competidoras llegó por los canales de televisión abierta; las imágenes de ABC, aunque no el sonido, estaban disponibles para los abonados a la tv cable que podían verlas en la televisión mexicana; en tanto que el mejor trabajo periodístico pudo verse en los momentos en que el canal musical MTV suspendió su programación habitual para emitir CBS. Los usuarios de tv cable también pudieron seguir el trabajo de Televisión Española, que incluyó entrevistas a expertos en seguridad aérea y a ingenieros, que analizaron cómo fue posible cometer los atentados y por qué se desplomaron los edificios. Suplieron la desventaja de la distancia con una respuesta inmediata de análisis, a la vez que testimonios de españoles que trabajaban en el WTC y de sus corresponsales, redondearon una cobertura impecable aunque de corta duración.
En el caso de CNN, su principal gaffe fue haber mostrado las imágenes exclusivas de misiles cayendo sobre Kabul, sugiriendo que Estados Unidos había iniciado sus represalias contra Afganistán. Luego se demostró que era un bombardeo originado en la guerra civil afgana, que no estaba vinculado directamente a los atentados de Nueva York o Washington. Dentro de la cobertura de CNN, el volumen de información que pudo verse en la televisión abierta de Uruguay, fundamentalmente a través de la retransmisión parcial de CNN en español, fue sensiblemente menor que el que se emitía por CNN en inglés, cadena que usaba el sistema de marquesinas para hacer pasar por la parte inferior de la pantalla un permanente flujo de datos. Algunos de ellos, como la lista de nombres, edades y profesiones de los pasajeros de los aviones estrellados, mostraban de manera concreta y brutal que detrás de cada uno de los números, había una vida única e irrepetible.
Más allá de lo que cada una de las cadenas mostraron, el tono general de los hechos dejó una sensación de irrealidad, que hizo que muchos espectadores intercambiaran llamadas con sus amigos y familiares, para convencerse que eso que veían realmente estaba sucediendo. “Me parece como si estuviera escuchando a Orson Wells en 1938”, fue el comentario de un colega, recordando la genial puesta en escena del director de El Ciudadano, que en una transmisión radial convenció a los norteamericanos que estaban siendo invadidos por extraterrestres. Lamentablemente, lo que vimos el 11 de setiembre no fue una simple pesadilla mediática.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en setiembre de 2001)
Con la serie de atentados de este 11 de setiembre, pasó algo similar. Las cámaras de CNN se quedaron en aquella estética de 1991, y mostraron los hechos como si estuvieran en una terraza de Bagdag. Probablemente, la mayoría de los estadounidenses cambiaron de canal y se quedaron en CBS o ABC, cadenas que realizaron su trabajo desde el nivel del piso. La CNN se limitó a la guerra aérea, mostrando una y otra vez la impresionante imagen de un avión de pasajeros estrellándose contra una de las torres gemelas del World Trade Center (WTC), mientras la otra ardía a causa de un impacto anterior.
Por el contrario, CBS mostró la guerra terrestre, esa que libraban los socorristas y que tuvo sus momentos más dramáticos cuando se derrumbó la primera de las torres gemelas. En la cobertura de CBS y de ABC hubo camillas, corridas, gritos, sangre y nubes de polvo. En Uruguay esas imágenes sólo se vieron parcialmente: algo de lo que consiguió CNN bastante más tarde que sus competidoras llegó por los canales de televisión abierta; las imágenes de ABC, aunque no el sonido, estaban disponibles para los abonados a la tv cable que podían verlas en la televisión mexicana; en tanto que el mejor trabajo periodístico pudo verse en los momentos en que el canal musical MTV suspendió su programación habitual para emitir CBS. Los usuarios de tv cable también pudieron seguir el trabajo de Televisión Española, que incluyó entrevistas a expertos en seguridad aérea y a ingenieros, que analizaron cómo fue posible cometer los atentados y por qué se desplomaron los edificios. Suplieron la desventaja de la distancia con una respuesta inmediata de análisis, a la vez que testimonios de españoles que trabajaban en el WTC y de sus corresponsales, redondearon una cobertura impecable aunque de corta duración.
En el caso de CNN, su principal gaffe fue haber mostrado las imágenes exclusivas de misiles cayendo sobre Kabul, sugiriendo que Estados Unidos había iniciado sus represalias contra Afganistán. Luego se demostró que era un bombardeo originado en la guerra civil afgana, que no estaba vinculado directamente a los atentados de Nueva York o Washington. Dentro de la cobertura de CNN, el volumen de información que pudo verse en la televisión abierta de Uruguay, fundamentalmente a través de la retransmisión parcial de CNN en español, fue sensiblemente menor que el que se emitía por CNN en inglés, cadena que usaba el sistema de marquesinas para hacer pasar por la parte inferior de la pantalla un permanente flujo de datos. Algunos de ellos, como la lista de nombres, edades y profesiones de los pasajeros de los aviones estrellados, mostraban de manera concreta y brutal que detrás de cada uno de los números, había una vida única e irrepetible.
Más allá de lo que cada una de las cadenas mostraron, el tono general de los hechos dejó una sensación de irrealidad, que hizo que muchos espectadores intercambiaran llamadas con sus amigos y familiares, para convencerse que eso que veían realmente estaba sucediendo. “Me parece como si estuviera escuchando a Orson Wells en 1938”, fue el comentario de un colega, recordando la genial puesta en escena del director de El Ciudadano, que en una transmisión radial convenció a los norteamericanos que estaban siendo invadidos por extraterrestres. Lamentablemente, lo que vimos el 11 de setiembre no fue una simple pesadilla mediática.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en setiembre de 2001)
Etiquetas: 11-S, Periodismo
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