19 octubre 2001

La China mítica de Gao Xingjian:
La Montaña del alma (II)


Por momentos la novela de Gao Xingjian, La Montaña del Alma, asume una impronta casi proustiana con páginas que se deshacen en el paladar de tan bien escritas, por otros se deja llevar hacia una frescura casi naïve, y por momentos se despeña en esa acumulación de información erudita que hizo naufragar la narrativa del Umberto Eco posterior a El nombre de la rosa. Una combinación que ha sido recibida de maneras contradictorias por la crítica.

Una de las recepciones menos entusiastas fue la que le brindó Richard Eder, desde las páginas del New York Times, para quien la obra “teóricamente una novela”, se acerca más a una recopilación de las inspiraciones, los recuerdos y las fantasías poéticas y a veces místicas “de un escritor talentoso y enfurecido”. Una postura que hace afirmar a Eder que “el defecto de La Montaña del Alma no es la oscuridad, aunque ésta sea considerable, sino la excelsa verbosidad. La enredan epistemologías posmodernas, armadas con la soltura de una red”. Pero el crítico no es ciego: “Lo que la red contiene —córtala, lector— es un tesoro”.

No es cierto, sin embargo, que haya que buscar trabajosamente en esa red, que haya demasiada hojarasca para apartar; lo que sí resulta difícil es identificar cuál es la paja y cuál el trigo en ese extraño oleaje que propone Gao. Allí están, en esa red o en lo que se escapa por entre la trama de la red, viejos relatos de hechicería, profanadores de tumbas, bandoleros, mujeres raptadas por los bandoleros, las peripecias del viajero con la burocracia local, festivales étnicos semiclandestinos, mujeres que son extrañas gemas en medio de la vida gris de las pequeñas capitales de distrito, los problemas del autor con el poder, la ausencia/presencia de dios, las leyendas chinas sobre la creación del mundo, la sucesión de dinastías y traiciones que han dado forma a la historia de ese país, los osos panda, quienes los cazan y quienes los protegen. Todo esto colocado al servicio de un mosaico que sólo se aprecia en su plenitud cuando se ha pasado la última página y se puede mirar el conjunto en perspectiva, pero que a la vez produce, fragmento a fragmento, un placer inmediato.

Esta construcción formal fragmentada y en apariencia caótica, no es otra cosa que el reflejo de la concepción de la literatura de la que parte su autor. Entrevistado por el suplemento Babelia de El País de Madrid, Gao aseguró que "en chino arcaico, el concepto 'novela' se refiere a lo que tiene poca importancia, a lo que existe al margen del poder. Una novela puede incluir poemas, notas de viaje, leyendas. La novela es el mundo de la libertad, en el que todo es posible, un universo que funciona sin ninguna relación con la moral, la educación o la ética". En síntesis, "un juego del espíritu" que también es "un cuestionamiento constante de la condición humana y de la historia contada por el poder".

Al margen de lo que Gao escribió, hay un aspecto que tiene que ver con lo que los hispanohablantes leeremos de su libro. Urgidos por la necesidad de poner en las librerías la obra clave del más reciente Premio Nobel, Ediciones del Bronce incurre en varios errores de tipeo, letras trabucadas, letras que faltan, palabras mal escritas, que ponen una evitable cuota de desprolijidad a una edición que, por lo demás, resulta formalmente agradable

==Segunda parte de dos

* 1- La China mítica de Gao Xingjian: La Montaña del alma

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha )el 19 de octubre de 2001

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