Masacre en los confines del Khan
Dos veces y media más extenso y casi diez veces más poblado que Uruguay, el viejo territorio organizado alrededor de la figura de un nieto de Genghis Khan fue escenario de una masacre en la que, con la excusa de la lucha contra el extremismo, las fuerzas armadas mataron en un día a varios centenares de personas. Pero no hay un solo extremismo en Uzbekistán. A la innegable presencia de grupos islamistas ligados a la influencia talib, debe sumarse el extremismo de un gobierno que desconoce sistemáticamente los derechos humanos, y el extremismo de la pobreza.
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La masacre ocurrida el viernes pasado cuando las fuerzas armadas uzbekas dispararon sobre una manifestación en Andijan, una ciudad ubicada al sureste de Uzbekistán donde horas antes se había producido una toma de instalaciones policiales por parte de treinta rebeldes, fue seguida de otro confuso episodio el día sábado, cuando un grupo de “seguidores del Corán” tomaron control de una población más pequeña, Kara-Suu, en la frontera con Kyrgyzstan. Ambos hechos estarían vinculados a la vieja aspiración de algunos grupos musulmanes de la zona del conflictivo Valle de Ferghana, en Asia Central, quienes por medios pacíficos o violentos han venido intentando la creación de un califato en la región.
El intento y su represión se producen en un área donde el colapso de la Unión Soviética dejó gobernantes autoritarios a cargo de los asuntos de pueblos que carecían de tradición democrática. Las autoridades uzbekas rápidamente colocan lo ocurrido en el contexto de la supuesta “lucha global contra el terrorismo”. El resultado es el escenario ideal para que desde el poder estatal se acalle la disidencia interna sin que exista la posibilidad de un real control de parte de la comunidad internacional.
Los hechos más graves ocurrieron en Andijan, aunque al cierre de esta edición todavía no se había producido una acción militar sobre Kara-Suu. En la primera de las ciudades, la chispa que encendió la mecha puede colocarse en el arresto de varios hombres de negocios musulmanes acusados de terrorismo, o también puede situarse en el operativo armado que liberó a esos detenidos y atacó la comisaría local. Se coloque el acento en uno u otro episodio, lo cierto es que el viernes llegaron los soldados a Andijan, retomaron el control a costa de centenares de muertos. Ochocientos de acuerdo con la oposición, menos de 200 según el gobierno. A las muertes ocurridas durante enfrentamientos o durante el ametrallamiento de la multitud, le habrían seguido ejecuciones sumarias.
Un testigo citado por el periódico británico The Independent aseguró que “alrededor de las cinco de la tarde, en la calle Bainal Minal, un hombre de edad mediana, que aparentemente estaba herido, se escondió tras un horno de barro. Hasta allí fue seguido por un soldado, quien le dijo que se levantara. Cuando el herido se levantó, el soldado le disparó en la frente”.
==Primera parte de seis
* 2- La invasión
* 3- Un anuncio
* 4- Los soviets y después
* 5- Linaje
* 6- Karimov
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en mayo de 2005)
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La masacre ocurrida el viernes pasado cuando las fuerzas armadas uzbekas dispararon sobre una manifestación en Andijan, una ciudad ubicada al sureste de Uzbekistán donde horas antes se había producido una toma de instalaciones policiales por parte de treinta rebeldes, fue seguida de otro confuso episodio el día sábado, cuando un grupo de “seguidores del Corán” tomaron control de una población más pequeña, Kara-Suu, en la frontera con Kyrgyzstan. Ambos hechos estarían vinculados a la vieja aspiración de algunos grupos musulmanes de la zona del conflictivo Valle de Ferghana, en Asia Central, quienes por medios pacíficos o violentos han venido intentando la creación de un califato en la región.
El intento y su represión se producen en un área donde el colapso de la Unión Soviética dejó gobernantes autoritarios a cargo de los asuntos de pueblos que carecían de tradición democrática. Las autoridades uzbekas rápidamente colocan lo ocurrido en el contexto de la supuesta “lucha global contra el terrorismo”. El resultado es el escenario ideal para que desde el poder estatal se acalle la disidencia interna sin que exista la posibilidad de un real control de parte de la comunidad internacional.
Los hechos más graves ocurrieron en Andijan, aunque al cierre de esta edición todavía no se había producido una acción militar sobre Kara-Suu. En la primera de las ciudades, la chispa que encendió la mecha puede colocarse en el arresto de varios hombres de negocios musulmanes acusados de terrorismo, o también puede situarse en el operativo armado que liberó a esos detenidos y atacó la comisaría local. Se coloque el acento en uno u otro episodio, lo cierto es que el viernes llegaron los soldados a Andijan, retomaron el control a costa de centenares de muertos. Ochocientos de acuerdo con la oposición, menos de 200 según el gobierno. A las muertes ocurridas durante enfrentamientos o durante el ametrallamiento de la multitud, le habrían seguido ejecuciones sumarias.
Un testigo citado por el periódico británico The Independent aseguró que “alrededor de las cinco de la tarde, en la calle Bainal Minal, un hombre de edad mediana, que aparentemente estaba herido, se escondió tras un horno de barro. Hasta allí fue seguido por un soldado, quien le dijo que se levantara. Cuando el herido se levantó, el soldado le disparó en la frente”.
==Primera parte de seis
* 2- La invasión
* 3- Un anuncio
* 4- Los soviets y después
* 5- Linaje
* 6- Karimov
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en mayo de 2005)
Etiquetas: Asia Central, DDHH 2005/2007, exURSS, exURSS 2000/05, Kirguizistán, Uzbekistán
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