15 agosto 2003

¿A quién le sirve el atentado?

Robert Fisk (foto), en un artículo publicado en The Independent y reproducido por La Jornada, consideró que “el ataque del martes apuntó a la yugular de cualquier futura ‘misión de mantenimiento de la paz’. En el pasado la bandera de la ONU garantizaba seguridad. Pero en el pasado Naciones Unidas también garantizaba que nadie iba a hacerse del poder soberano. Y debido a que no existe un poder legítimo en Irak, era claro que la credibilidad de la ONU iba a diluirse entre las autoridades de ocupación y, por tanto, la organización es vista actualmente sólo como una extensión del poder estadunidense”. El periodista británico podría haber agregado que, a pesar de las profundas diferencias entre una situación y otra, el ejemplo de Kosovo muestra lo pesado que puede ser el mecanismo de la organización para salir de una situación compleja como la que sin duda irá dibujándose en Irak, una vez que los problemas más inmediatos de pacificación den lugar a los conflictos acerca del equilibrio entre sunníes, chiitas y kurdos.

El paralelismo con la situación kosovar es útil para tejer hipótesis acerca de la autoría del ataque, en momentos en que todavía nadie lo ha reivindicado. El eje del atolladero de Kosovo es que Naciones Unidas no está dispuesta a que la mayoría albanesa imponga el apartheid a la minoría serbia. En ese sentido, podría pensarse que una transición iraquí con la ONU en el timón, evitaría el establecimiento de un régimen chiita que se fundara en la segregación de la minoría sunnita y que desconociera la ya incuestionable autonomía de los enclaves kurdos. Pero a la vez, el reclamo del organismo internacional, y en especial de Viera de Mello, de que los iraquíes decidan por sí mismos su propio destino, es la única inmunización que tiene el sector mayoritario iraquí ante el virus antichiíta que disemina el discurso estadounidense sobre el “eje del Mal”.

Por eso las especulaciones sobre la autoría del atentado deberían apuntar a los remanentes del régimen Baas, quienes tienen una única carta para jugar: que las fuerzas de la coalición abandonen rápidamente el terreno sin dejar a sus espaldas ningún mecanismo ordenado de transición. En esa hipótesis, Naciones Unidas en general, y Viera de Mello en particular, eran un obstáculo a remover. Independientemente de quién termine atribuyéndose el camión-bomba, es indudable que los jirones del husseinismo se beneficiaron de la masacre.

==Segunda parte de cuatro

* 1- Entre el error y la puntería
* 3- La responsabilidad o la fuerza
* 4- La otra bomba

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)

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