15 septiembre 2006

Aritmética política

Para resolver el enigma de cómo ganar las elecciones teniendo un piso del 30 por ciento del electorado pero un techo que apenas supera el 42, Ortega instrumentalizó los pactos políticos que había venido realizando desde 2000, y que fueron alejando en sucesivas oleadas a los principales dirigentes sandinistas. De ese modo logró un cambio constitucional que le permitiría ser presidente con el 35 por ciento de los votos sin necesidad de segunda vuelta, siempre y cuando la distancia con su más inmediato perseguidor no fuera menor al 5 por ciento. Las nuevas reglas, sin embargo, no le son completamente favorables. En definitiva un pacto siempre exige ceder un poco.

Ahora tiene la presidencia, pero el país ya no se gobierna mediante un régimen presidencialista puro. Ortega gobernará en un marco semiparlamentario, en el que el Parlamento, por ejemplo, debe ratificar a los ministros y viceministros. Un Parlamento que aparecerá casi dividido en tercios, con una parte para los sandinistas, y las otras para las dos fracciones liberales (esas que Estados Unidos intentó por todos los medios que concurrieran juntas a las urnas). No son tercios puros, ya que el “casi” lo componen unos siete legisladores del Movimiento de Renovación Sandinista. Una bancada que pese a su escaso tamaño puede ser clave en algunas mayorías. Por el momento, los analistas esperan que Ortega construya su gobernabilidad acordando con uno de los dos sectores liberales.

==Cuarta parte de cuatro

* 1- Nicaragua 2006: el regreso
* 2- Lógica cautiva
* 3- ¿Heracles o Borgia?

(Publicado en Brecha el 15 de setiembre de 2006)

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