Retrato de escritor con vicepresidencia

Quien visite Masatepe, el pueblo natal de Sergio Ramírez, puede reconstruir la escena al detalle y no se equivocará por mucho. El pueblo conserva su antiguo ritmo de provincias, con sus casas de techo de tejas y pisos siempre relucientes, con la sala ventilada y en semipenumbras para sentarse en una mecedora a la hora en la que el calor hace difícil estar en la calle. Basta con preguntar a cualquiera para enterarse enseguida de dónde queda su casa materna. En la respuesta resultará fácil descubrir la dicotomía entre el orgullo local que se siente por el Ramírez escritor, y la aceptación o el rechazo que se tiene, según el color de cada quien, por el Ramírez político. Recorrer Nicaragua en las semanas previas a los comicios presidenciales de 1996 equivalía a recoger las evidencias de la inevitable debacle electoral de Sergio Ramírez. Integrante de la Junta de Gobierno en 1979 cuando el dictador Somoza fue derrocado por la guerrilla, vicepresidente del país desde 1984 a 1990, y jefe de la bancada de izquierda cuando le tocó estar en la oposición de 1990 a 1994, Ramírez dejó el Frente Sandinista (FSLN) en 1995 y fundó el Movimiento Renovador Sandinista. Esa ruptura se hizo evidente durante un Congreso partidario realizado en el Centro de Conferencias Olof Palme. Para muchos, una ruptura previsible.
Pero lo que se leía en las conversaciones cotidianas de la Nicaragua de 1996 era más diáfano todavía. Nadie parecía estar con Ramírez, como efectivamente casi nadie estuvo el día de las votaciones. Un episodio más en un proceso político con características únicas: una revolución armada dirigida por una guerrilla marxista, que colocó a sacerdotes en ministerios claves, que no aplastó totalmente las libertades, que realizó profundas reformas económicas y sociales en un país sumido en la miseria, y que entregó el poder cuando perdió unas elecciones democráticas.
De perseguido político a vicepresidente del país, de jefe de la bancada de izquierda a excomulgado por el partido que ayudó a consolidar en el poder, Sergio Ramírez es uno de los testigos más lúcidos de la Nicaragua de hoy; o al menos uno de los que puede contar la historia desde la perspectiva de quien estuvo en el poder y, sin renegar de sus convicciones, sí reniega de sus anteriores compañeros de ruta. Esa visión es la que ilumina su libro Adios muchachos (Aguilar, Madrid, 1999, 291 páginas, aún no disponible en Montevideo), que apareció en España y México en setiembre de 1999 . Pero como si el acto de contar el lado más público de su vida lo hubiera llevado a buscar más atrás en sus memorias, Ramírez tiene un nuevo libro en preparación, en el que rescata historias de su familia y de su niñez. Se titulará Retrato de familia con volcán, y ya se han conocido algunos adelantos.
==Primera parte de cinco
* 1- Retrato de escritor con vicepresidencia
* 2- Niño estrábico con lentes.
* 3- La música, los libros y la risa .
* 4- La margarita.
* 5- FSLN: Amargura e inocencia.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en el suplemento El País Cultural, de Montevideo - 29 de setiembre de 2000 -- Foto del autor)
Etiquetas: AmLatina 2000/2005, Literatura, Nicaragua, Nicaragua y México
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