02 octubre 2003

La identidad al interior de la isla

El tema de la identidad no sólo le compete a los dominicanos que viven en Estados Unidos. El novelista Andrés L. Mateo, ex director de la Biblioteca Nacional y uno de los actuales jerarcas del Ministerio de Cultura de ese país, es uno de los intelectuales que más se han ocupado del tema. Recibió a Brecha en su despacho, frente al malecón sobre el Mar Caribe, y habló sobre literatura, sobre política, y sobre el tema en el que ambos tópicos se cruzan: la época de Trujillo. Ese momento de las historia dominicana fue el eje de la penúltima novela de Mario Vargas Llosa, La Fiesta del Chivo, y es también el telón de fondo de uno de los libros de Mateo que le han valido mayor reconocimiento internacional: La Balada de Alfonsina Bairán. Al bucear en esas aguas turbias es inevitable hacer referencia a la obsesión dominicana con la identidad, ya que "el drama de la dominicanidad en términos de su confrontación con la era de Trujillo es un drama de desarraigo", asegura.

El tema de la identidad es uno de los asuntos recurrentes en su obra ensayística. En este terreno el autor de La Balada... no está solo, sino que es un tópico que "de alguna manera permea a todos los escritores, lo hemos discutido casi todos". Según Mateo, eso se debe a varios factores. El primero, en su opinión, es que la independencia de su país fue un proceso sui generis, que no se produjo en contra de la metrópoli española sino en contra de Haití. Una independencia que se funda "casi esencialmente en la diferenciación cultural con el dominador". El segundo factor de la permanencia de lo identitario como obsesión de la intelectualidad local, es el carácter procesual de la independencia, incluyendo sus momentos de recaída, "lo que ha hecho que la historiografía dominicana se vincule a una angustia existencial relativa a la viabilidad o no de la nación dominicana”. Una angustia a la que el dictador Trujillo, señor feudal de ese país entre 1930 y 1931, intentó responder apelando al hispanismo, un modelo que ayudó a convertir "en ideología, en modelo de identidad que supone que en el contexto del Caribe nosotros somos de ascendencia puramente hispánica". Esto genera "una incertidumbre por la identidad" que persiste y que actualmente "tiene otros matices que se derivan, por ejemplo, de la presencia haitiana en la República Dominicana, el rechazo o no de esa presencia, el racismo o el no racismo".

Mateo destacó la influencia de José Enrique Rodó en su país, afirmando incluso que el arielismo fue tomado como una de las bases de justificación ideológica de la dictadura de Trujillo. "El arielismo -explica- fue una pandemia en América y a partir de principios del siglo XX se regó como pólvora en prácticamente todos los cenáculos intelectuales del mundo americano. El Ariel de Rodó fue el armazón teórico de una sensibilidad latina opuesta, como todos sabemos, a ese pragmatismo carente de refinamiento que caracterizaba, según Rodó, el avance de los Estados Unidos sobre el continente. Ese antiamericanimo pánfilo que además supuso una exacerbación nacionalista en ciertas esferas de la vida intelectual, sirvió también para legitimar la dominación de un sector de élite sobre las masas, lo que Rodó llamaba ‘el número’". En el caso específico de la República Dominicana el arielismo coincidió, a principios de 1901, con una pretendida expansión del pensamiento liberal. No debe olvidarse que la primera publicación del Ariel de Rodó fuera de su país natal fue en la República Dominicana, y al mismo tiempo uno de los intelectuales que primero difundió a Rodó en América, en el famoso ciclo de la Sociedad de Conferencias en México, fue Pedro Enriquez Ureña, un intelectual de peso en República Domininicana, quien introdujo a Rodó como tema de los cursos de verano de la Universidad de México. "Cuando la era de Trujillo se instaura -continúa historiando Mateo- el arielismo era el pensamiento que había sustituido al positivismo dominicano, pero lo curioso es que con la figura de Trujillo, arielismo y positivismo realizan un extraño matrimonio, porque el positivismo es el dominio de la razón y la ciencia como ideología, en tanto que el arieslismo era de alguna manera una filosofía idealista, y sin embargo, tanto los arielistas como los positivistas pasaron a darle sustentación teórica a la dictadura de Trujillo".

==Tercera parte de seis

* 1- El doble dilema de la identidad
* 2- Dominican-york
* 4- Más voces
* 5- Del nombre y otros rasgos
* 6- Estación de invierno

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 02 de octubre de 2003)

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