Al-qaeda: "el otro"
En ese contexto, la propia conceptualización de Al-qaeda como enemigo poderoso y omnipresente, es una jugada de doble filo. Por una parte contribuye a crear un “otro” digno de los golpes que el inasible y dislocado islamismo radical asestó en el pasado y que ocasionalmente irá asestando en los próximos años. Ponerle una sábana blanca encima al espectro lo convierte en fantasma y permite, en cierto modo, corporizarlo, lo que entraña el riesgo de volverlo real. No puede atacarse un espectro así como no puede usarse una maquinaria militar como la estadounidense para perseguir terroristas, por lo tanto, si se concentran bajo un “nombre-red” las variopintas y dispersas formas del islamismo radical, se crea la ilusión de un enemigo poderoso. De ese modo se generan acciones espectaculares como los bombardeos sobre Afganistán, se derrocan regímenes débiles como el talibán o el baas iraquí, y se genera un escenario familiar para una opinión pública acostumbrada a las guerras que se realizan en el marco del estado-nación.
Pero nada de eso es cierto. Ni Al-qaeda es una poderosa red, ni Bin Laden tiene a su disposición miles de terroristas suicidas sembrados en cada rincón del globo, ni Afganistán ni Irak eran las verdaderas retaguardias de los autores de los atentados de las Torres Gemelas, ni el islamismo radical puede entenderse en los marcos conceptuales del Estado-nación. Es sabido que para evitar ataques futuros, Estados Unidos depende más del FBI que de la Infantería de Marina, y que tiene que mirar en las mezquitas de Londres o Frankfurt antes que en los campos del “eje del mal”. Es sabido, además, que el islamismo radical se desarrolla en términos locales y globales, a través de las lealtades tribales y de la llamada “comunidad de creyentes”, sin darle la menor importancia a las soberanías nacionales. ¿Dónde está, entonces, el verdadero eje de la política estadounidense?
==Segunda parte de cuatro
* 1- Dos años después del 11 S: El tablero global resignificado
* 3- Ryad-Tehrán
* 4- Afganistán
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de setiembre de 2003)
Pero nada de eso es cierto. Ni Al-qaeda es una poderosa red, ni Bin Laden tiene a su disposición miles de terroristas suicidas sembrados en cada rincón del globo, ni Afganistán ni Irak eran las verdaderas retaguardias de los autores de los atentados de las Torres Gemelas, ni el islamismo radical puede entenderse en los marcos conceptuales del Estado-nación. Es sabido que para evitar ataques futuros, Estados Unidos depende más del FBI que de la Infantería de Marina, y que tiene que mirar en las mezquitas de Londres o Frankfurt antes que en los campos del “eje del mal”. Es sabido, además, que el islamismo radical se desarrolla en términos locales y globales, a través de las lealtades tribales y de la llamada “comunidad de creyentes”, sin darle la menor importancia a las soberanías nacionales. ¿Dónde está, entonces, el verdadero eje de la política estadounidense?
==Segunda parte de cuatro
* 1- Dos años después del 11 S: El tablero global resignificado
* 3- Ryad-Tehrán
* 4- Afganistán
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de setiembre de 2003)
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