Del nombre y otros rasgos
“De alto porte, color negro puro, azabachado, dos ojos azules distanciándolo de lo común. Las dos razas se le alborotaban en el rostro. De una, el cabello y los ojos, tenía el pelo muerto, como seda, y unos ojos de puro mar azul que, cuando se contrariaba, se le ponían alagarteados. De la otra, la piel negra como el tizne, por momentos con relumbres de color morado. En definitiva, no delimitó los orígenes, como puede entenderse a primera vista, al contrario, los fundió”.
En el segundo capítulo de su novela, José Enrique García (foto) presenta este retrato hablado de Victoriano de los Ángeles Vásques y Giménes, personaje principal de Una vez un hombre, también editada por Alfaguara. En ese carácter mestizo que centra la descripción, se basará el destino trágico de esta figura arquetípica de esos años finales del siglo XIX que la literatura sitúa en un terreno casi mitológico, y hacia donde muchos hunden la mirada para encontrar los barros fundacionales de la identidad anteriores a la construcción artificial del hispanismo trujillista. Quizás por eso, al final de la novela, por efecto del ascenso al poder de Trujillo que va eclipsando a los “caudillos de monte”, eliminándolos o poniéndolos a su servicio, ese carácter rebelde y autárquico de Victoriano va perdiendo su aureola y va descascarándose, hasta que sólo resta el autoritarismo y el capricho, mueca de lo que alguna vez había sido. Desde un exilio lejano, en un país del que no entiende ni el idioma ni las costumbres, la voz del narrador intenta rescatar la historia de Victoriano, y comprenderla. Ese país lejano puede ser leído, sin duda, como la República Dominicana de hoy, que busca recapitular los sedimentos de lo que efectivamente es su identidad, y rescatar los restos del naufragio después de las borrascosas décadas de Trujillo y de su herencia.
==Quinta parte de seis
* 1- El doble dilema de la identidad
* 2- Dominican-york
* 3- La identidad al interior de la isla
* 4- Más voces
* 6- Estación de invierno
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 02 de octubre de 2003)
En el segundo capítulo de su novela, José Enrique García (foto) presenta este retrato hablado de Victoriano de los Ángeles Vásques y Giménes, personaje principal de Una vez un hombre, también editada por Alfaguara. En ese carácter mestizo que centra la descripción, se basará el destino trágico de esta figura arquetípica de esos años finales del siglo XIX que la literatura sitúa en un terreno casi mitológico, y hacia donde muchos hunden la mirada para encontrar los barros fundacionales de la identidad anteriores a la construcción artificial del hispanismo trujillista. Quizás por eso, al final de la novela, por efecto del ascenso al poder de Trujillo que va eclipsando a los “caudillos de monte”, eliminándolos o poniéndolos a su servicio, ese carácter rebelde y autárquico de Victoriano va perdiendo su aureola y va descascarándose, hasta que sólo resta el autoritarismo y el capricho, mueca de lo que alguna vez había sido. Desde un exilio lejano, en un país del que no entiende ni el idioma ni las costumbres, la voz del narrador intenta rescatar la historia de Victoriano, y comprenderla. Ese país lejano puede ser leído, sin duda, como la República Dominicana de hoy, que busca recapitular los sedimentos de lo que efectivamente es su identidad, y rescatar los restos del naufragio después de las borrascosas décadas de Trujillo y de su herencia.
==Quinta parte de seis
* 1- El doble dilema de la identidad
* 2- Dominican-york
* 3- La identidad al interior de la isla
* 4- Más voces
* 6- Estación de invierno
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 02 de octubre de 2003)
Etiquetas: R.Dominicana
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