Caminata armamentista: Los aviones de Lula y los tanques de Chávez
Los equívocos han estado a la orden del día luego de que se instalara en la agenda internacional el titular de que se relanzó una carrera armamentista en América Latina: ni Venezuela es el país que más gasta en asuntos militares ni Brasil cerró su compra de cazas a Francia, todavía.
EL ANUNCIO DEL acuerdo entre Lula Da Silva y su par francés Nicolás Sarkozy tuvieron como marco los actos por el Grito de Ipiranga (lunes 7), y desde el oficialismo brasileño se aprovechó la metáfora: “el acuerdo con Francia reduce la influencia de Estados Unidos y aumenta la autonomía brasileña en términos militares”, decía Valter Pomar, secretario de Relaciones Internacionales del gobernante Partido de los Trabajadores, en declaraciones a la agencia ANSA recogidas por el diario argentino Página 12. Estas adquisiciones “así como el nuevo marco regulatorio del petróleo, concediendo más poder a Petrobras, refuerzan la soberanía nacional, el papel del Estado y favorece las condiciones para el desarrollo (…) Ambos hechos son parte de una misma estrategia global que no busca sólo la soberanía nacional, sino también la democratización del país y la igualdad social”, aseguró Pomar. El negocio incluye cinco submarinos (uno de ellos nuclear), medio centenar de helicópteros y una treintena de aviones de combate, con una factura final cercana a los 14 mil millones de dólares.
Pero el entusiasmo dio lugar rápidamente a la cautela, sobretodo en lo referido a la compra de los cazas, ya que el Comando de Aeronáutica brasileño que tuvo que salir a calmar a los otros dos contendientes de la licitación (empresas de Estados Unidos y Suecia). El Comando recordó que el proceso de compra sigue, y que el objetivo es dotarse de una flota de cazas de “multiple función” (el detalle no es menor, ya que en su momento se aclaró que propuestas de aviones sólo de ataque no eran bien vistas, porque podían generar incomodidad en gobiernos vecinos) que estén operativos en 2015 y que tengan una vida útil de aproximadamente 30 años.
Un artículo de Tania Monteiro publicado en O Estado do Sao Paulo indicó que “al día siguiente al comunicado conjunto (entre Lula y Sarkozy), el ministro de Defensa Nelson Jobim, en la reunión de coordinación política del gobierno, advirtió que era preciso ‘dar solución jurídica’ a la ‘decisión política’ tomada el día anterior”. Seguramente la presencia de Sarkozy contribuyó a crear un clima para un anuncio que todavía está en discusión, afirmó el martes 8 el diputado opositor Rodrigo Rollemberg.
El negocio tiene, evidentemente, mucho de político (además de lo que implica en términos de transferencia de tecnología), y no parece que vaya a dirimirse solamente en una política de precios. El analista Federico Merke, consultado por BBC, vinculó esta negociación con el apoyo de Francia para que Brasil ingrese en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, condimentado con la propuesta de Sarkozy de convertir el G-8 en un G-14. Esta ampliación, según BBC, “tendría un efecto directo en el equilibrio regional: la formación de un grupo de 14 naciones poderosas haría irrelevante al G-20 y dejaría fuera de los foros de toma de decisión a otros países, como el vecino Argentina”.
UNA VIEJA POLEMICA La supuesta carrera armamentista fue uno de los puntos espinosos en la reciente reunión de ministros de Defensa y cancilleres de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) que culminó esta semana en Ecuador. Algunos países querían poner el acento en la instalación de bases estadounidenses en Colombia, en tanto Bogotá se defendía pidiendo que también se analizara la compra de armas rusas realizada por Venezuela. El tema de la carrera no es nuevo y suele tener relación con la simpatía o antipatía que despierta cada corredor. A fines de 2006 llegaban a Venezuela los primeros 30 cazas rusos con los que el gobierno de Hugo Chávez remplazaba 24 aviones de combate estadounidenses. Ya entonces se alertaba sobre los gastos militares de Caracas, que se situaban en el orden de los 3000 millones de dólares según fuentes rusas citadas por la agencia EFE. Los aviones habían sido precedidos por 100 mil fusiles Kalashnikov. Uno de los puntos relevantes de las adquisiciones de los militares venezolanos al otro lado de la rasgada cortina de hierro, fue que se presentó como alternativa –mejor dicho desafío- a los obstáculos que Estados Unidos había puesto a mediados de ese mismo 2006 para que Chávez pudiera llenar su carrito de compras con aviones brasileños. En realidad la alternativa no fue tal, y casi seguramente el mandatario bolivariano ya había resuelto su compra en Rusia, sobre todo teniendo en cuenta que el trato con Brasil estaba más orientado a aeronaves de entrenamiento. Pero lo cierto es que el golpe de efecto que tuvieron por esos días las imágenes de Chávez tocando con fruición las aspas de un helicóptero ruso mientras aseguraba que eran “ideales para la guerra de resistencia” ante una potencial invasión (ya puede suponerse de quién) dejaron la “sensación térmica” de que algo parecido a un rearme estaba consolidándose en América del Sur.
Es cierto que por esa época las alertas sobre la carrera armamentista no apuntaban tanto a Chávez como a las armas que estaban siendo compradas por los gobiernos de Chile y Perú. En setiembre de 2006 el diaro limeño El Comercio señalaba que “durante los últimos cinco años, Chile ha invertido más del doble que el Perú en compras de armamento europeo y se ha consolidado así como el segundo importador de equipo militar de América Latina, únicamente superado por Brasil”.
La pregunta que surge apenas se conocen cifras sobre compra de armas, es si esos números implican mucho o poco. Muchas veces para responder esa primera pregunta es necesario hacerse otra: ¿se está gastando más o menos en relación a otros países y a otros momentos de la vida política del mismo país? Uno de los centros de investigación más serios en términos de análisis de gastos militares es el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés). El centro no sólo recopila información sino que la sistematiza y la transparente a través de una base de datos abierta. Si con la información disponible en esa herramienta se elabora un cuadro del gasto en la región, se descubre que tanto Venezuela como Brasil gastaron en 2008 menos de la mitad que los dos países más gastadores de la región, que fueron Chile y Colombia. Si se dejan de lado los porcentajes y se miran las cifras en términos absolutos, el gasto militar de Venezuela fue tres veces menor que el de Colombia.
En el caso de la compra de Brasil a Francia (o a Francia y a quien sea de los otros dos potenciales proveedores a quienes le adquiera los cazas) un reportaje del diario Folha de San Pablo publicado la semana pasada señala que sólo India puede compararse (compraría 11 mil millones de dólares en aviones en breve), aunque se aclara que lo que gastará Brasil en 20 años equivale a 10 días del presupuesto militar estadounidense de 2008.
LOS GASTOS DE CHAVEZ La otra sensación que queda luego de los alardes de Chávez, es que el gobierno bolivariano ha aumentado el gasto militar de su país. Esa también es una sensación equivocada. Mientras Chávez ha estado en el poder, de 1999 a la fecha, los gastos militares han representado un promedio anual del 1,4 por ciento del crecimiento del producto bruto interno (PBI) de Venezuela, mientras que en la década anterior, entre 1991 y 1998, el promedio anual era de 1,86 %. Incluso el año 2006, cuando a raíz de la compra de aviones de combate rusos la gráfica chavista tuvo un leve repunte (1,6), el porcentaje estuvo por debajo del promedio de lo que gastaban los gobiernos anteriores. Con la nueva compra que anunció Chávez para fines de este año y comienzos del próximo, es probable que estos números aumenten, pero aunque dupliquen los de 2008, igual seguirán siendo bastante menos que el 4 % colombiano.
Ocurre que en términos de gastos y presupuesto todo es relativo. Por ejemplo este martes 15, el diario mexicano La Jornada destacaba que los 2200 millones de dólares que Venezuela planifica gastar en la compra de tanques y defensas antiáreas rusas, y que tanto preocuparon esta semana a Estados Unidos, son apenas un tercio de lo que Washington ha gastado en la última década para fortalecer a Colombia (en la foto, el presidente Álvaro Uribe).
Si lo que se toma en cuenta no son los gastos militares en general, sino sólo la compra de armas, durante la “década chavista” (de 1999 a esta parte), Venezuela está en segundo lugar en América del Sur y en el puesto 25 en el mundo**. El líder regional en el acumulado es Chile, que está en el número 18 en el mundo, Brasil es tercero (29 en el mundo) y Colombia cuarto (44 en el mundo).
Pero las carreras no sólo necesitan corredores, sino también proveedores, y en este campo, los dos principales actores siguen siendo Estados Unidos y Rusia. El primero lidera el ranking*** con 6.159 millones de dólares vendidos, en tanto que los rusos, en un segundo puesto, facturaron 5.953. El principal exportador sudamericano no es Brasil sino Chile. El gobierno de Bachelet vende armas por 133 millones de dólares, mientras que Lula no ha logrado ingresar más que 48 millones en 2008.
RECUADRO
Gastos militares
País Millones de Dólares % del crecimiento del PBI
Brasil 15.477 1,5
Chile 4.778 3,4
Colombia 6.568 4
EEUU 548.531 4
Perú 1.301 1,2
México 3.938 0,4
Rusia 38.238 3,5
Venezuela 1.987 1,3
* La foto de Lula en el avión fue tomada de Defesanet.
** Indicador de valor de compra de armamento correspondiente a 2008, elaborado por el SIPRI.
*** Indicador de valor de exportación de armamento correspondiente a 2008, elaborado por el SIPRI.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del SIPRI.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 18 de setiembre de 2009)
EL ANUNCIO DEL acuerdo entre Lula Da Silva y su par francés Nicolás Sarkozy tuvieron como marco los actos por el Grito de Ipiranga (lunes 7), y desde el oficialismo brasileño se aprovechó la metáfora: “el acuerdo con Francia reduce la influencia de Estados Unidos y aumenta la autonomía brasileña en términos militares”, decía Valter Pomar, secretario de Relaciones Internacionales del gobernante Partido de los Trabajadores, en declaraciones a la agencia ANSA recogidas por el diario argentino Página 12. Estas adquisiciones “así como el nuevo marco regulatorio del petróleo, concediendo más poder a Petrobras, refuerzan la soberanía nacional, el papel del Estado y favorece las condiciones para el desarrollo (…) Ambos hechos son parte de una misma estrategia global que no busca sólo la soberanía nacional, sino también la democratización del país y la igualdad social”, aseguró Pomar. El negocio incluye cinco submarinos (uno de ellos nuclear), medio centenar de helicópteros y una treintena de aviones de combate, con una factura final cercana a los 14 mil millones de dólares.
Pero el entusiasmo dio lugar rápidamente a la cautela, sobretodo en lo referido a la compra de los cazas, ya que el Comando de Aeronáutica brasileño que tuvo que salir a calmar a los otros dos contendientes de la licitación (empresas de Estados Unidos y Suecia). El Comando recordó que el proceso de compra sigue, y que el objetivo es dotarse de una flota de cazas de “multiple función” (el detalle no es menor, ya que en su momento se aclaró que propuestas de aviones sólo de ataque no eran bien vistas, porque podían generar incomodidad en gobiernos vecinos) que estén operativos en 2015 y que tengan una vida útil de aproximadamente 30 años.
Un artículo de Tania Monteiro publicado en O Estado do Sao Paulo indicó que “al día siguiente al comunicado conjunto (entre Lula y Sarkozy), el ministro de Defensa Nelson Jobim, en la reunión de coordinación política del gobierno, advirtió que era preciso ‘dar solución jurídica’ a la ‘decisión política’ tomada el día anterior”. Seguramente la presencia de Sarkozy contribuyó a crear un clima para un anuncio que todavía está en discusión, afirmó el martes 8 el diputado opositor Rodrigo Rollemberg.
El negocio tiene, evidentemente, mucho de político (además de lo que implica en términos de transferencia de tecnología), y no parece que vaya a dirimirse solamente en una política de precios. El analista Federico Merke, consultado por BBC, vinculó esta negociación con el apoyo de Francia para que Brasil ingrese en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, condimentado con la propuesta de Sarkozy de convertir el G-8 en un G-14. Esta ampliación, según BBC, “tendría un efecto directo en el equilibrio regional: la formación de un grupo de 14 naciones poderosas haría irrelevante al G-20 y dejaría fuera de los foros de toma de decisión a otros países, como el vecino Argentina”.
UNA VIEJA POLEMICA La supuesta carrera armamentista fue uno de los puntos espinosos en la reciente reunión de ministros de Defensa y cancilleres de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) que culminó esta semana en Ecuador. Algunos países querían poner el acento en la instalación de bases estadounidenses en Colombia, en tanto Bogotá se defendía pidiendo que también se analizara la compra de armas rusas realizada por Venezuela. El tema de la carrera no es nuevo y suele tener relación con la simpatía o antipatía que despierta cada corredor. A fines de 2006 llegaban a Venezuela los primeros 30 cazas rusos con los que el gobierno de Hugo Chávez remplazaba 24 aviones de combate estadounidenses. Ya entonces se alertaba sobre los gastos militares de Caracas, que se situaban en el orden de los 3000 millones de dólares según fuentes rusas citadas por la agencia EFE. Los aviones habían sido precedidos por 100 mil fusiles Kalashnikov. Uno de los puntos relevantes de las adquisiciones de los militares venezolanos al otro lado de la rasgada cortina de hierro, fue que se presentó como alternativa –mejor dicho desafío- a los obstáculos que Estados Unidos había puesto a mediados de ese mismo 2006 para que Chávez pudiera llenar su carrito de compras con aviones brasileños. En realidad la alternativa no fue tal, y casi seguramente el mandatario bolivariano ya había resuelto su compra en Rusia, sobre todo teniendo en cuenta que el trato con Brasil estaba más orientado a aeronaves de entrenamiento. Pero lo cierto es que el golpe de efecto que tuvieron por esos días las imágenes de Chávez tocando con fruición las aspas de un helicóptero ruso mientras aseguraba que eran “ideales para la guerra de resistencia” ante una potencial invasión (ya puede suponerse de quién) dejaron la “sensación térmica” de que algo parecido a un rearme estaba consolidándose en América del Sur.
Es cierto que por esa época las alertas sobre la carrera armamentista no apuntaban tanto a Chávez como a las armas que estaban siendo compradas por los gobiernos de Chile y Perú. En setiembre de 2006 el diaro limeño El Comercio señalaba que “durante los últimos cinco años, Chile ha invertido más del doble que el Perú en compras de armamento europeo y se ha consolidado así como el segundo importador de equipo militar de América Latina, únicamente superado por Brasil”.
La pregunta que surge apenas se conocen cifras sobre compra de armas, es si esos números implican mucho o poco. Muchas veces para responder esa primera pregunta es necesario hacerse otra: ¿se está gastando más o menos en relación a otros países y a otros momentos de la vida política del mismo país? Uno de los centros de investigación más serios en términos de análisis de gastos militares es el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés). El centro no sólo recopila información sino que la sistematiza y la transparente a través de una base de datos abierta. Si con la información disponible en esa herramienta se elabora un cuadro del gasto en la región, se descubre que tanto Venezuela como Brasil gastaron en 2008 menos de la mitad que los dos países más gastadores de la región, que fueron Chile y Colombia. Si se dejan de lado los porcentajes y se miran las cifras en términos absolutos, el gasto militar de Venezuela fue tres veces menor que el de Colombia.
En el caso de la compra de Brasil a Francia (o a Francia y a quien sea de los otros dos potenciales proveedores a quienes le adquiera los cazas) un reportaje del diario Folha de San Pablo publicado la semana pasada señala que sólo India puede compararse (compraría 11 mil millones de dólares en aviones en breve), aunque se aclara que lo que gastará Brasil en 20 años equivale a 10 días del presupuesto militar estadounidense de 2008.
LOS GASTOS DE CHAVEZ La otra sensación que queda luego de los alardes de Chávez, es que el gobierno bolivariano ha aumentado el gasto militar de su país. Esa también es una sensación equivocada. Mientras Chávez ha estado en el poder, de 1999 a la fecha, los gastos militares han representado un promedio anual del 1,4 por ciento del crecimiento del producto bruto interno (PBI) de Venezuela, mientras que en la década anterior, entre 1991 y 1998, el promedio anual era de 1,86 %. Incluso el año 2006, cuando a raíz de la compra de aviones de combate rusos la gráfica chavista tuvo un leve repunte (1,6), el porcentaje estuvo por debajo del promedio de lo que gastaban los gobiernos anteriores. Con la nueva compra que anunció Chávez para fines de este año y comienzos del próximo, es probable que estos números aumenten, pero aunque dupliquen los de 2008, igual seguirán siendo bastante menos que el 4 % colombiano.
Ocurre que en términos de gastos y presupuesto todo es relativo. Por ejemplo este martes 15, el diario mexicano La Jornada destacaba que los 2200 millones de dólares que Venezuela planifica gastar en la compra de tanques y defensas antiáreas rusas, y que tanto preocuparon esta semana a Estados Unidos, son apenas un tercio de lo que Washington ha gastado en la última década para fortalecer a Colombia (en la foto, el presidente Álvaro Uribe).
Si lo que se toma en cuenta no son los gastos militares en general, sino sólo la compra de armas, durante la “década chavista” (de 1999 a esta parte), Venezuela está en segundo lugar en América del Sur y en el puesto 25 en el mundo**. El líder regional en el acumulado es Chile, que está en el número 18 en el mundo, Brasil es tercero (29 en el mundo) y Colombia cuarto (44 en el mundo).
Pero las carreras no sólo necesitan corredores, sino también proveedores, y en este campo, los dos principales actores siguen siendo Estados Unidos y Rusia. El primero lidera el ranking*** con 6.159 millones de dólares vendidos, en tanto que los rusos, en un segundo puesto, facturaron 5.953. El principal exportador sudamericano no es Brasil sino Chile. El gobierno de Bachelet vende armas por 133 millones de dólares, mientras que Lula no ha logrado ingresar más que 48 millones en 2008.
RECUADRO
Gastos militares
País Millones de Dólares % del crecimiento del PBI
Brasil 15.477 1,5
Chile 4.778 3,4
Colombia 6.568 4
EEUU 548.531 4
Perú 1.301 1,2
México 3.938 0,4
Rusia 38.238 3,5
Venezuela 1.987 1,3
* La foto de Lula en el avión fue tomada de Defesanet.
** Indicador de valor de compra de armamento correspondiente a 2008, elaborado por el SIPRI.
*** Indicador de valor de exportación de armamento correspondiente a 2008, elaborado por el SIPRI.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del SIPRI.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 18 de setiembre de 2009)
Etiquetas: América Latina, Brasil, Francia, Venezuela
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