25 mayo 2007

Gorilas en la guerra

La reserva natural Virunga toma su nombre de una cordillera que forma la espina dorsal de las fronteras de Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo. Allí viven los gorilas de montaña, cuya situación está calificada como crítica por la lista de especies en peligro de extinción. La opinión pública internacional tomó contacto con el verdadero carácter de este primate vegetariano de metro y medio de altura, gracias a la película Gorilas en la niebla, protagonizada en 1988 por Sigourney Weaver. Ahí se narraba la vida de la naturista Dian Fossey, asesinada en Ruanda tres años antes de la realización del filme.
Ahora los gorilas, al menos los 350 que viven en la zona de Virunga, se han convertido en rehenes del conflicto del Congo. Una columna de doscientos guerreros mai-mai amenazó con matar a los gorilas si el ejército decide perseguirlos montaña adentroEste mismo grupo es el que la semana pasada asesinó a varios guardaparques negándose a tomar parte en el proceso de desarme que intenta ayudar a desmontar el largo conflicto que ha marcado la historia moderna de ese país africano.

Louise Arbour, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pidió a la comunidad internacional que no deje al país librado a su suerte, pese a los retrocesos que ha sufrido el proceso de paz congoleño. La decisión del Consejo de Seguridad de prorrogar hasta fin de año la misión de los cascos azules (la mayor de las que están actualmente en curso en distintas partes del mundo), brindó apoyo institucional a las palabras de Arbour. En el terreno, sin embargo, la situación parece lejos de estabilizarse. Los principales problemas no los representan los mai-mai sino los ex rebeldes que el gobierno, en un fallido plan de reconciliación, integró a grupos militares del ejército congoleño en Kivu Norte, dando lugar a las “brigadas mixtas”. Como se recordará (ver Brecha del 4 de mayo de 2007) varias de estas brigadas fueron acusadas de asesinatos y violaciones cometidos en contra de la población civil, lo que llevó a Arbour a reconocer, la semana pasada, que su creación constituyó “un serio error”.

Kivu Norte fue uno de los centros de la fase del conflicto que se desarrolló entre 1998 y 2003. Luego de finalizados los principales combates, la calma pareció retornar a esa zona fronteriza con Ruanda, pero desde febrero de este año el número de desplazados aumentó en 113 mil personas, lo que sumado al casi medio millón que existían hasta entonces da por resultado una cifra de 600 mil “refugiados internos” .
Naciones Unidas espera tener mejor suerte con la integración de rebeldes al ejército que está ensayándose desde comienzos de mes en Costa de Marfil. En ese país ex combatientes irregulares se fundieron con dos brigadas del ejército nacional. A mediados de mes este proceso parecía haberse encaminado positivamente debido a la entrega de un millar de armas que estaban en manos de los “señores de las guerra”, aunque debe tenerse presente que se trata de una paz frágil que tuvo varias marchas y contramarchas en los últimos años. Por el momento lo único concreto, según la agencia afrol news, es que existe una zona desmilitarizada separando el sur, controlado por el gobierno, y el norte, que está en manos de los rebeldes.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 25 de mayo de 2007)

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