04 noviembre 2005

Palabras iguales, hechos diversos

Saqueos, terrorismo, agresión, elecciones limpias, son algunos de los múltiples términos que se repiten en el guión informativo de cada día. Dan forma al limitado vocabulario noticioso, una suerte de código con el que el periodista intenta abrirse paso en la babélica maleza de la realidad. El desmalezamiento, sin embargo, no es inocuo. El uso permanente de algunos términos en la producción cotidiana de información genera efectos distintos según el carácter del receptor. Al usar las mismas palabras para tratar situaciones diferentes, esta uniformidad logra que el receptor superficial intercambie percepciones y procese las situaciones que desconoce con el tamiz cómodo de aquello que conoce, “tomando prestadas” las ideas que se formó sobre algo con lo que está familiarizado y adjudicándoselas a esa nueva realidad neblinosa que le muestra un flash informativo.

Es una cuestión de economía. No puede saberse todo sobre todos los temas que ocurren en todas partes. Ni mucho menos tener una postura “ecuánime” sobre esa multiplicidad de asuntos. En el otro extremo está el espectador o lector activo, que se niega a depositar en las imágenes de los medios, que necesariamente son imágenes fugaces, el rol de uniformizar con el limitado vocabulario noticioso los puentes entre su concepción del mundo y lo que ocurre extramuros. Ambos tipos de lectores no son necesariamente personas diferentes. Todo receptor es, a lo largo del zapping informativo de cada día, alternativamente un espectador superficial y un espectador activo.

==Segunda parte de tres

* 1- Días de furia(s)
* 3- Traducción defectuosa

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de octubre de 2005)

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