26 marzo 2004

Espiral de violencia en Kosovo

"El hecho es que las minorías en Kosovo no han sido bien protegidas". El reconocimiento, que proviene del responsable de la política exterior europea, Javier Solana, puede leerse como el fracaso de la comunidad internacional en la provincia ex yugoslava.

Si hay un sitio donde resulta difícil saber quién tiró la primera piedra, ese lugar es Kosovo. En la escalada de esta semana, sin embargo, todo parece haber comenzado con el asesinato de un joven serbio de 18 años a manos de un francotirador albanés. Un grupo de serbios habrían luego tomado venganza matando a dos niños albanokosovares. Uno y otro bando silenciaron el hecho de sangre cometido por su propia gente, y se dedicaron a clamar venganza por la o las víctimas que pertenecían a su grupo étnico. En un lugar donde una de las partes tiene el 90 por ciento de la población, resulta fácil saber quién va a pasar a la ofensiva cuando la violencia se sale de control. En consecuencia fueron quemadas casas e iglesias serbias, y las monjas de un monasterio cristiano ortodoxo debieron ser evacuadas por helicóptero, obligando al éxodo de unos 3000 no albaneses. Mientras en las aldeas se trató de un pogromo contra la minoría serbia, en la ciudad dividida de Mitrovica, que comparten ambas comunidades, lo que se produjeron fueron enfrentamientos callejeros. Ahí se completó la treintena de muertos y los casi seiscientos heridos, tanto serbios como albanokosovares.

Si se revisan las noticias de los últimos cuatro años, en más de una oportunidad hubo episodios puntuales de asesinatos. En una ocasión, por ejemplo, también hubo niños entre las víctimas. Pero en aquellos casos “la primera víctima” era serbia, y esa minoría sólo podía protestar en las instancias formales del protectorado de Naciones Unidas. Ahora, de manera coordinada o por iniciativa propia, una parte de la prensa albanesa silenció la muerte del joven serbio y presentó a los niños albaneses como víctimas iniciales. Eso desencadenó la furia. El premio Nóbel Elías Canetti describe este tipo de fenómenos en su libro Masa y Poder: “Es el primer muerto el que contagia a todos con el sentimiento de la amenaza. La significación de este primer muerto para atizar las guerras es imponderable. Los detentadores del poder que quieren desatar una guerra saben muy bien que deben conseguir o inventar un primer muerto. No se trata tanto de su peso dentro de su grupo. Puede tratarse de alguien sin ninguna influencia especial, a veces hasta es un desconocido. Lo que importa es su muerte y no otra cosa; hay que creer que el enemigo carga la responsabilidad por ella. Se ocultan todas las razones que podrían haber llevado a matarlo menos una: ha perecido como miembro del grupo al que uno mismo pertenece”

==Primera parte de dos

* 2- El auxilio de la literatura

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 26 de marzo de 2004)

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