El día de la flagelación
Por primera vez en treinta años los chiitas iraquíes podían celebrar el martirio de uno de sus imanes más venerados, y lo hacían en Karbala, la ciudad sagrada donde ocurrió el episodio hace catorce siglos. Pero una cadena de explosiones transformó la Ashura en una tragedia al matar a más de 180 personas. Todo parece indicar que se busca fomentar una guerra civil al interior del islam iraquí.
El ataque contra los peregrinos y promesantes de Karbala es especialmente significativo no sólo porque se produce en la primera celebración autorizada luego de tres décadas de dictadura, sino porque la Ashura recuerda el episodio que es tenido como desencadenante de la separación entre chiitas y suníes hace más de un milenio: la muerte del imán Hussein, nieto del profeta Mahoma, a manos de su rival, el califa Yazid. Es una jornada religiosa que incluye escenas de autoflagelación en las que los fieles se azotan la espalda hasta hacerla sangrar o se practican pequeños cortes en la cabeza y el cuerpo, como una forma de expiar la culpa de sus ancestros que no fueron capaces de evitar la muerte de Hussein. La batalla de Karbala es fundacional para el chiismo, entre otras razones porque se libró en contra lo que entonces eran las tropas oficiales del islam, que buscaban, en la persecusión de Hussein, acabar con esta nueva rama -contestataria y mesiánica- que había surgido veinticinco años antes cuandio Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, se opuso a la idea de sucesión que sostenía la aristocracia mercantil de La Meca. Asesinado Alí, Hussein quedó como su heredero, de ahí la importancia histórica y teológica de esta figura.
Si los chiitas no fueran mayoría en Irak, el atentado de esta semana podría estar marcando el comienzo de la libanización del país. Pero el factor demográfico motiva que la apuesta de los clérigos de esa interpretación del Islam esté jugada a la construcción de una salida democrática a la ocupación estadounidense. El efecto de los atentados del martes también puede ser amortiguado por la creciente normalización de los vínculos entre la comunidad internacional y el vecino Irán, cuya teocracia gobernante tiene mucha incidencia en los chiitas de Irak. Pese a estos atenuantes, episodios de una violencia tan calculada en cuanto a la elección del momento, del lugar y de las víctimas, siempre pueden salirse de cauce y llevar a represalias no controladas por los líderes de la comunidad afectada, o incluso impulsar a esos líderes a emprender acciones de respuesta para no poner en riesgo su liderazgo. De ocurrir esta escalada, no debería extrañar que aumente la frecuencia de los ataques contra las mezquitas, ya que ambas ramas del islam tienen sus propios templos, por lo que son un blanco de primer orden para sólo hacerle daño a los seguidores del grupo contrario.
==Primera parte de cuatro
* 2- Ataques coordinados
* 3- También en Pakistán
* 4- El sospechoso
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 5 de marzo de 2004)
El ataque contra los peregrinos y promesantes de Karbala es especialmente significativo no sólo porque se produce en la primera celebración autorizada luego de tres décadas de dictadura, sino porque la Ashura recuerda el episodio que es tenido como desencadenante de la separación entre chiitas y suníes hace más de un milenio: la muerte del imán Hussein, nieto del profeta Mahoma, a manos de su rival, el califa Yazid. Es una jornada religiosa que incluye escenas de autoflagelación en las que los fieles se azotan la espalda hasta hacerla sangrar o se practican pequeños cortes en la cabeza y el cuerpo, como una forma de expiar la culpa de sus ancestros que no fueron capaces de evitar la muerte de Hussein. La batalla de Karbala es fundacional para el chiismo, entre otras razones porque se libró en contra lo que entonces eran las tropas oficiales del islam, que buscaban, en la persecusión de Hussein, acabar con esta nueva rama -contestataria y mesiánica- que había surgido veinticinco años antes cuandio Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, se opuso a la idea de sucesión que sostenía la aristocracia mercantil de La Meca. Asesinado Alí, Hussein quedó como su heredero, de ahí la importancia histórica y teológica de esta figura.
Si los chiitas no fueran mayoría en Irak, el atentado de esta semana podría estar marcando el comienzo de la libanización del país. Pero el factor demográfico motiva que la apuesta de los clérigos de esa interpretación del Islam esté jugada a la construcción de una salida democrática a la ocupación estadounidense. El efecto de los atentados del martes también puede ser amortiguado por la creciente normalización de los vínculos entre la comunidad internacional y el vecino Irán, cuya teocracia gobernante tiene mucha incidencia en los chiitas de Irak. Pese a estos atenuantes, episodios de una violencia tan calculada en cuanto a la elección del momento, del lugar y de las víctimas, siempre pueden salirse de cauce y llevar a represalias no controladas por los líderes de la comunidad afectada, o incluso impulsar a esos líderes a emprender acciones de respuesta para no poner en riesgo su liderazgo. De ocurrir esta escalada, no debería extrañar que aumente la frecuencia de los ataques contra las mezquitas, ya que ambas ramas del islam tienen sus propios templos, por lo que son un blanco de primer orden para sólo hacerle daño a los seguidores del grupo contrario.
==Primera parte de cuatro
* 2- Ataques coordinados
* 3- También en Pakistán
* 4- El sospechoso
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 5 de marzo de 2004)
Etiquetas: Irak 2001/2004
<< Home