23 julio 2010

Haya Kosovo

En una sola cosa están de acuerdo tanto Serbia como la provincia separatista de Kosovo: ambos quieren integrar la Unión Europea. Ayer jueves 22 los jueces de La Haya decidieron, por diez votos a cuatro, que la declaración de independencia albanokosovar ocurrida en febrero de 2008 no violó el derecho internacional. Las consecuencias de esta independencia –una de las cartas más fuertes que jugó la administración Bush en la región– trascienden la pulseada entre eslavos y albaneses. Ahora que se expidió la Corte Internacional de Justicia, Europa deberá resolver sus disputas internas para hacer posible su promesa de que los Balcanes pasen a integrar el espacio comunitario. No será fácil. Ocurre que cuando se dice Kosovo, en España se escucha País Vasco.

Un análisis del Fride, difundido la semana anterior al fallo, recordaba que España, Chipre, Eslovaquia, Grecia y Rumania (al igual que otros 118 miembros de las Naciones Unidas) siguen sin reconocer al nuevo país. La duda europea es cómo abrir la puerta a un futuro socio que no es aceptado por otros que ya forman parte del club (Chipre ha dicho que no lo reconocerá ni siquiera si Serbia lo hace). Ante el dilema vuelve al tapete la posibilidad de la partición: el norte para los serbios, el resto para los albanokosovares. Para estos últimos no todas las noticias llegadas ayer desde La Haya fueron buenas. También se supo que el Tribunal Penal Internacional volverá a juzgar al ex premier kosovar Ramush Haradinaj, acusado de limpieza étnica contra la minoría serbia. La absolución inicial –informó la prensa española– fue anulada cuando se reveló que varios testigos habían sido intimidados por el entorno de Haradinaj.

(Apunte de RLB publicado en Brecha el 23 de julio de 2010)